01.12.2012 Views

vargas_llosa,_mario-conversacion_de_la_catedral

vargas_llosa,_mario-conversacion_de_la_catedral

vargas_llosa,_mario-conversacion_de_la_catedral

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

C o n v e r s a c i ó n e n l a c a t e d r a l M a r i o V a r g a s L l o s a<br />

—Saca un poco <strong>de</strong> hielo y anda a acostarte, Carlota —dijo él—. Pase, no se que<strong>de</strong> en <strong>la</strong><br />

puerta, siéntese, voy a prepararle una copa. ¿Con agua, con soda? Puro, entonces, igual que yo.<br />

—¿Qué significa esto? —articuló por fin <strong>la</strong> mujer, rígida—. ¿Dón<strong>de</strong> me ha traído?<br />

—¿No le gusta <strong>la</strong> casa? —sonrió él—. Bueno, usted <strong>de</strong>be estar acostumbrada a sitios más<br />

elegantes.<br />

—¿Quién es esa mujer por <strong>la</strong> que usted ha preguntado? —susurró <strong>la</strong> mujer, ahogándose.<br />

—Mi querida, se l<strong>la</strong>ma Hortensia —dijo él—.¿Un cubito <strong>de</strong> hielo, dos? Salud, señora. Vaya,<br />

no quería usted beber y se vació <strong>la</strong> copa <strong>de</strong> golpe. Le preparo otro, entonces.<br />

—Ya sabía, ya me habían advertido, es <strong>la</strong> persona más vil y canal<strong>la</strong> que existe —dijo <strong>la</strong><br />

mujer, a media voz—. ¿Qué es lo que quiere? ¿Humil<strong>la</strong>rme? ¿Para eso me trajo aquí?<br />

—Para que tomemos unos tragos y charlemos —dijo él—. Hortensia no es una cho<strong>la</strong> grosera,<br />

como yo. No es tan refinada y <strong>de</strong>cente como usted, pero es bastante presentable.<br />

—Siga, qué más —dijo <strong>la</strong> mujer—. Hasta dón<strong>de</strong> más. Siga.<br />

—Esto <strong>la</strong> asquea por tratarse <strong>de</strong> mí, sobre todo —dijo él—. Si yo hubiera sido alguien como<br />

usted quizá no tendría tanta repugnancia ¿no?<br />

—Sí —los dientes <strong>de</strong> <strong>la</strong> mujer <strong>de</strong>jaron <strong>de</strong> chocar un segundo, sus <strong>la</strong>bios <strong>de</strong> temb<strong>la</strong>r—. Pero un<br />

hombre <strong>de</strong>cente no hubiera hecho una canal<strong>la</strong>da así.<br />

—No es <strong>la</strong> i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> acostarse con otro lo que le da náuseas, es <strong>la</strong> i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> acostarse con un<br />

cholo —dijo él, bebiendo—. Espere, voy a llenarle el vaso.<br />

—¿Qué espera? Ya basta, dón<strong>de</strong> tiene <strong>la</strong> cama en <strong>la</strong> que cubra sus chantajes —dijo <strong>la</strong> mujer<br />

—.¿Cree que si sigo tomando voy a sentir menos asco?<br />

—Ahí llega Hortensia —dijo él—. No se levante, no es necesario. Ho<strong>la</strong>, cho<strong>la</strong>. Te presento a<br />

<strong>la</strong> dama sin nombre. Esta es Hortensia, señora. Un poco borrachita, pero ya ve, bastante presentable.<br />

—¿Un poco? La verdad es que me estoy cayendo —se rió Hortensia—. Encantada, dama sin<br />

nombre, mucho gusto. ¿Llegaron hace mucho rato?<br />

—Hace un momento —dijo él—. Siéntate, te voy a servir un trago.<br />

—No creas que lo pregunto por celos, dama sin nombre, sólo por curiosidad —se rió<br />

Hortensia—. De <strong>la</strong>s mujeres guapas nunca tengo celos. Uy, estoy rendida. ¿Quieres fumar?<br />

—Ten, para que te repongas —dijo él, alcanzándole el vaso—. ¿Dón<strong>de</strong> estuviste?<br />

—En <strong>la</strong> fiesta <strong>de</strong> Lucy —dijo Hortensia—. Hice que Queta me trajera porque ya estaban<br />

todos locos. La loca <strong>de</strong> Lucy hizo un strip tease completito, te juro. Salud, dama sin nombre.<br />

—Cuando el amigo Ferro se entere, le va a dar a Lucy una paliza —dijo él, sonriendo—. Lucy<br />

es una amiga <strong>de</strong> Hortensia, señora, <strong>la</strong> querida <strong>de</strong> un sujeto que se l<strong>la</strong>ma Ferro.<br />

—Qué <strong>la</strong> va a matar, al contrario —dijo Hortensia, con una carcajada, volviéndose hacia <strong>la</strong><br />

mujer—. Le encanta que Lucy haga locuras, es un vicioso. ¿No te acuerdas, cholo, el día que Ferrito<br />

hizo bai<strong>la</strong>r a Lucy <strong>de</strong>snuda, aquí, en <strong>la</strong> mesa <strong>de</strong>l comedor? Oye, cómo secas los vasos, dama sin<br />

nombre. Sírvele otra copa a tu invitada, tacaño.<br />

—Tipo simpático el amigo Ferro —dijo él—. Incansable cuando se trata <strong>de</strong> farra.<br />

—Cuando se trata <strong>de</strong> mujeres, sobre todo —dijo Hortensia—. No fue a <strong>la</strong> fiesta, Lucy estaba<br />

furiosa y dijo que si no llegaba hasta <strong>la</strong>s doce lo l<strong>la</strong>maría a su casa y le haría un escándalo. Esto está<br />

muy aburrido, pongamos un poco <strong>de</strong> música.<br />

—Tengo que irme —balbuceó <strong>la</strong> mujer, sin levantarse <strong>de</strong>l asiento, sin mirar a ninguno <strong>de</strong> los<br />

dos—. Consígame un taxi, por favor.<br />

—¿So<strong>la</strong> en un taxi a esta hora? —dijo Hortensia—. ¿No tienes miedo? Todos los choferes son<br />

unos bandidos.<br />

217

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!