01.12.2012 Views

vargas_llosa,_mario-conversacion_de_la_catedral

vargas_llosa,_mario-conversacion_de_la_catedral

vargas_llosa,_mario-conversacion_de_la_catedral

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

C o n v e r s a c i ó n e n l a c a t e d r a l M a r i o V a r g a s L l o s a<br />

Observaba ansiosamente a hombres y mujeres y había sentido que el pecho le <strong>la</strong>tía fuerte al<br />

ver acercarse a una figura cansada y <strong>de</strong>scalza, con un sombrero <strong>de</strong> paja y un bastón que tanteaba: ¡el<br />

ciego Rojas! Pero no era él, sino un ciego albino y todavía joven que fue a acuclil<strong>la</strong>rse bajo una<br />

palmera. Se levantó, echó a andar, y cuando llegó a <strong>la</strong> barriada vio que habían pavimentado algunas<br />

calles y construido casitas con pequeños jardines que tenían el pasto marchito. Al fondo, don<strong>de</strong><br />

comenzaban <strong>la</strong>s chacras <strong>de</strong>l camino a Grocio Prado, ahora había un mar <strong>de</strong> chozas. Había estado<br />

yendo y viniendo por los polvorientos pasadizos <strong>de</strong> <strong>la</strong> barriada sin reconocer ninguna cara. Después<br />

había ido al cementerio, pensando <strong>la</strong> tumba <strong>de</strong> <strong>la</strong> negra estará junto a <strong>la</strong> <strong>de</strong>l Perpetuo. Pero no estaba<br />

y no se había atrevido a preguntarle al guardián dón<strong>de</strong> <strong>la</strong> habían enterrado. Había vuelto al centro <strong>de</strong><br />

<strong>la</strong> ciudad al atar<strong>de</strong>cer, <strong>de</strong>silusionado, olvidado <strong>de</strong>l nuevo bautizo y los papeles y con hambre. En el<br />

café—restaurant "Mi Patria" que ahora se l<strong>la</strong>maba "Victoria" y atendían dos mujeres en vez <strong>de</strong> don<br />

Rómulo, había comido un churrasco encebol<strong>la</strong>do, sentado cerca <strong>de</strong> <strong>la</strong> puerta, mirando todo el<br />

tiempo <strong>la</strong> calle, tratando <strong>de</strong> reconocer alguna cara: todas distintas. Se había acordado <strong>de</strong> algo que le<br />

dijo Trifulcio esa noche, <strong>la</strong> víspera <strong>de</strong> su partida a Lima, cuando caminaban a oscuras: estoy en<br />

Chincha y siento que no estoy, reconozco todo y no reconozco nada. Ahora entendía lo que había<br />

querido <strong>de</strong>cirle.<br />

Había mero<strong>de</strong>ado todavía por otros barrios: el colegio José Pardo, el hospital San José, el<br />

teatro Municipal, habían mo<strong>de</strong>rnizado un poquito el mercado. Todo igualito pero más chiquito, todo<br />

igualito pero más chato, sólo <strong>la</strong> gente distinta: se había arrepentido <strong>de</strong> haber ido, niño, se había<br />

regresado esa noche jurando no volveré. Ya se sentía bastante jodido aquí, niño, allá ese día a<strong>de</strong>más<br />

<strong>de</strong> jodido se había sentido viejísimo. ¿Y cuando se acabara <strong>la</strong> rabia se acabaría tu trabajo en <strong>la</strong><br />

perrera, Ambrosio? Sí, niño. ¿Y qué haría?<br />

Lo que había estado haciendo antes <strong>de</strong> que el administrador lo hiciera l<strong>la</strong>mar con el Pancras y<br />

le dijera okey, échanos una mano por unos días aunque sea sin papeles. Trabajaría aquí, allá, a lo<br />

mejor <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> un tiempo había otra epi<strong>de</strong>mia <strong>de</strong> rabia y lo l<strong>la</strong>marían <strong>de</strong> nuevo, y <strong>de</strong>spués aquí,<br />

allá, y <strong>de</strong>spués, bueno, <strong>de</strong>spués ya se moriría ¿no niño?<br />

FIN<br />

324

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!