01.12.2012 Views

vargas_llosa,_mario-conversacion_de_la_catedral

vargas_llosa,_mario-conversacion_de_la_catedral

vargas_llosa,_mario-conversacion_de_la_catedral

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

C o n v e r s a c i ó n e n l a c a t e d r a l M a r i o V a r g a s L l o s a<br />

—Quién me garantiza que apenas haya dado un paso para restablecer mis re<strong>la</strong>ciones con el<br />

régimen, no se utilizará esto para perjudicarme políticamente —dijo Landa—. Que no se me querrá<br />

chantajear <strong>de</strong> nuevo.<br />

—En Fiestas Patrias <strong>de</strong>ben renovarse <strong>la</strong>s directivas <strong>de</strong> ambas Cámaras —dijo él—. Le ofrezco<br />

<strong>la</strong> Presi<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong>l Senado. ¿Quiere más pruebas <strong>de</strong> que no se tomará ninguna represalia?<br />

—No me interesa <strong>la</strong> Presi<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong>l Senado —dijo Landa y él respiró: todo rencor se había<br />

eclipsado <strong>de</strong> <strong>la</strong> voz <strong>de</strong>l senador—. Tengo que pensarlo, en todo caso.<br />

—Me comprometo a que el Presi<strong>de</strong>nte apoye su candidatura —dijo él—. Le doy mi pa<strong>la</strong>bra<br />

que <strong>la</strong> mayoría lo elegirá.<br />

—Está bien, que <strong>de</strong>saparezcan los soplones que ro<strong>de</strong>an mi casa —dijo Landa—. ¿Qué <strong>de</strong>bo<br />

hacer?<br />

—Venir a Pa<strong>la</strong>cio <strong>de</strong> inmediato, los lí<strong>de</strong>res par<strong>la</strong>mentarios están reunidos con el Presi<strong>de</strong>nte y<br />

sólo falta usted —dijo él—. Por supuesto, será recibido con <strong>la</strong> amistad <strong>de</strong> siempre, senador.<br />

—Sí, los par<strong>la</strong>mentarios ya están llegando, don Cayo —dijo el mayor Tijero.<br />

—Llévele este papel al Presi<strong>de</strong>nte, Mayor —dijo él—. El senador Landa asistirá a <strong>la</strong> reunión.<br />

Sí, él mismo. Se arregló, felizmente, sí.<br />

—¿Es cierto? —dijo Pare<strong>de</strong>s, pestañeando—. ¿Viene aquí?<br />

—Como hombre <strong>de</strong>l régimen que es, como lí<strong>de</strong>r <strong>de</strong> <strong>la</strong> mayoría que es —murmuró él—. Sí,<br />

<strong>de</strong>be estar llegando. Para ganar tiempo, habría que ir redactando el comunicado. No ha habido tal<br />

conspiración, citar los telegramas <strong>de</strong> adhesión <strong>de</strong> los jefes <strong>de</strong>l Ejército. Usted es <strong>la</strong> persona más<br />

indicada para redactar el comunicado, doctor.<br />

—Lo haré, con mucho gusto —dijo el doctor Arbeláez—. Pero como usted ya es<br />

prácticamente mi sucesor, <strong>de</strong>bería irse entrenando a redactar comunicados, don Cayo.<br />

—Lo hemos estado correteando <strong>de</strong> un sitio a otro, don Cayo —dijo Ludovico—. De San<br />

Miguel a <strong>la</strong> p<strong>la</strong>za Italia, <strong>de</strong> <strong>la</strong> p<strong>la</strong>za Italia aquí.<br />

—Estará usted muerto, don Cayo —dijo Hipólito—. Nosotros dormimos siquiera unas horitas<br />

en <strong>la</strong> tar<strong>de</strong>.<br />

—Ahora me toca a mí —dijo él—. La verdad, me lo he ganado. Vamos al Ministerio un<br />

momento, y <strong>de</strong>spués a Chac<strong>la</strong>cayo.<br />

—Buenas noches, don Cayo —dijo el doctor Alcibía<strong>de</strong>s—. Aquí <strong>la</strong> señora Ferro no quiere ...<br />

—¿Entregó el comunicado a <strong>la</strong> prensa y a <strong>la</strong>s radios? —dijo él.<br />

—Lo estoy esperando <strong>de</strong>s<strong>de</strong> <strong>la</strong>s ocho <strong>de</strong> <strong>la</strong> mañana y son <strong>la</strong>s nueve <strong>de</strong> <strong>la</strong> noche —dijo <strong>la</strong><br />

mujer—. Tiene usted que recibirme aunque sea sólo diez minutos, señor Bermú<strong>de</strong>z.<br />

—Le he explicado a <strong>la</strong> señora Ferro que usted está muy ocupado —dijo el doctor<br />

Alcibía<strong>de</strong>s—. Pero el<strong>la</strong> no ...<br />

—Está bien, diez minutos, señora —dijo él—. ¿Quiere venir un momento a mi oficina,<br />

doctorcito?<br />

—Ha estado en el pasillo cerca <strong>de</strong> cuatro horas —dijo el doctor Alcibía<strong>de</strong>s—. Ni por <strong>la</strong>s<br />

buenas ni por <strong>la</strong>s ma<strong>la</strong>s, don Cayo, no ha habido forma.<br />

—Le dije que <strong>la</strong> sacara con los guardias —dijo él.<br />

—Lo iba a hacer, pero como me llegó el comunicado anunciando el nombramiento <strong>de</strong>l<br />

general Espina, pensé que <strong>la</strong> situación había cambiado —dijo el doctor Alcibía<strong>de</strong>s—. Que a lo<br />

mejor el doctor Ferro sería puesto en libertad.<br />

—Sí, ha cambiado, y habrá que soltar a Ferrito también —dijo él—. ¿Hizo circu<strong>la</strong>r el<br />

comunicado?<br />

—A todos los diarios, agencias y radios —dijo el doctor Alcibía<strong>de</strong>s—. Radio Nacional lo ha<br />

pasado ya. ¿Le digo a <strong>la</strong> señora que su esposo va a salir y <strong>la</strong> <strong>de</strong>spacho?<br />

214

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!