Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
C o n v e r s a c i ó n e n l a c a t e d r a l M a r i o V a r g a s L l o s a<br />
—Su fortuna es un castillo sobre <strong>la</strong> arena —dijo él—. Su <strong>la</strong>boratorio vive <strong>de</strong> los suministros a<br />
los Institutos Armados. Se acabaron los suministros. Su empresa constructora, gracias a <strong>la</strong>s<br />
carreteras y a <strong>la</strong>s Unida<strong>de</strong>s Esco<strong>la</strong>res. Se acabó, no volverá a recibir un libramiento. Hacienda le<br />
hará expulgar los libros y tendrá que pagar los impuestos bur<strong>la</strong>dos, <strong>la</strong>s multas. No se le podrá<br />
hundir <strong>de</strong>l todo, pero algún daño se le hará.<br />
—No creo, esos mierdas siempre encuentran <strong>la</strong> manera <strong>de</strong> salir a<strong>de</strong><strong>la</strong>nte —dijo Pare<strong>de</strong>s.<br />
—¿Es cierto lo <strong>de</strong>l cambio <strong>de</strong> gabinete? —dijo él—. Hay que retener a Arbeláéz en el<br />
Ministerio. Es renegón, pero se pue<strong>de</strong> trabajar con él.<br />
—Un cambio ministerial en Fiestas Patrias es normal, no l<strong>la</strong>mará <strong>la</strong> atención —dijo<br />
Pare<strong>de</strong>s—. Por otra parte, el pobre Arbeláez tiene razón. El problema se presentaría con cualquier<br />
otro. Nadie aceptará ser un simple figurón.<br />
—No podía arriesgarme a tenerlo al tanto <strong>de</strong> esto, conociendo sus mil negociados con Landa<br />
—dijo él.<br />
—Ya sé, no te estoy criticando —dijo Pare<strong>de</strong>s—. Por eso mismo, para evitar estas cosas,<br />
tienes que aceptar el Ministerio. Ahora no podrás negarte. Llerena ha insistido en que tú reemp<strong>la</strong>ces<br />
a Arbeláez. También para los otros ministros es incómodo que haya un Ministro <strong>de</strong> Gobierno<br />
ficticio y otro real.<br />
—Ahora soy invisible y nadie pue<strong>de</strong> torpe<strong>de</strong>ar mi trabajo —dijo él—. El Ministro está<br />
expuesto y es vulnerable. Los enemigos <strong>de</strong>l régimen se frotarían <strong>la</strong>s manos si me ven <strong>de</strong> ministro.<br />
—Los enemigos ya no cuentan mucho, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> este fracaso —dijo Pare<strong>de</strong>s—. No van a<br />
levantar cabeza mucho tiempo.<br />
—Cuando estamos solos, <strong>de</strong>beríamos ser más francos —dijo él, riendo—. La fuerza <strong>de</strong>l<br />
régimen era el apoyo <strong>de</strong> los grupos que cuentan. Y eso ha cambiado. Ni el Club Nacional, ni el<br />
Ejército ni los gringos nos quieren mucho ya. Están divididos entre ellos, pero si se llegan a unir<br />
contra nosotros, habrá que hacer <strong>la</strong>s maletas. Si tu tío no actúa rápido, <strong>la</strong> cosa va a ir <strong>de</strong> mal en peor.<br />
—¿Qué más quieren que haga? —dijo Pare<strong>de</strong>s—. ¿No ha limpiado el país <strong>de</strong> apristas y<br />
comunistas? ¿No ha dado a los militares lo que no tuvieron nunca? ¿No ha l<strong>la</strong>mado a los señorones<br />
<strong>de</strong>l Club Nacional a los Ministerios, a <strong>la</strong>s Embajadas, no les ha <strong>de</strong>jado <strong>de</strong>cidir todo en Hacienda?<br />
¿No se les da gusto en todo a los gringos? Qué más quieren esos perros.<br />
—No quieren que cambie <strong>de</strong> política, harán <strong>la</strong> misma cuando tomen el po<strong>de</strong>r —dijo él—.<br />
Quieren que se <strong>la</strong>rgue. Lo l<strong>la</strong>maron para que limpiara <strong>la</strong> casa <strong>de</strong> cucarachas. Ya lo hizo y ahora<br />
quieren que les <strong>de</strong>vuelva <strong>la</strong> casa, que, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> todo, es suya ¿no?<br />
—No —dijo Pare<strong>de</strong>s—. El Presi<strong>de</strong>nte se ha ganado al pueblo. Les ha construido hospitales,<br />
colegios, dio <strong>la</strong> ley <strong>de</strong>l seguro obrero. Si reforma <strong>la</strong> Constitución y quiere hacerse reelegir ganará<br />
<strong>la</strong>s elecciones limpiamente. Basta ver <strong>la</strong>s manifestaciones cada vez que sale <strong>de</strong> gira.<br />
—Las organizo yo hace años —bostezó él—. Dame p<strong>la</strong>ta y te organizo <strong>la</strong>s mismas<br />
manifestaciones a ti. No, lo único popu<strong>la</strong>r aquí es el Apra. Si se les ofrecen unas cuantas cosas, los<br />
apristas aceptarían entrar en tratos con el régimen.<br />
—¿Te has vuelto loco? —dijo Pare<strong>de</strong>s.<br />
—El Apra ha cambiado, es más anticomunista que tú, y Estados Unidos ya no los veta —dijo<br />
él—. Con <strong>la</strong> masa <strong>de</strong>l Apra, el aparato <strong>de</strong>l Estado y los grupos dirigentes leales, Odría sí podría<br />
hacerse reelegir.<br />
—Estás <strong>de</strong>lirando —dijo Pare<strong>de</strong>s—. Odría y el Apra unidos. Por favor, Cayo.<br />
—Los lí<strong>de</strong>res apristas están viejos y se han puesto baratos —dijo él—. Aceptarían, a cambio<br />
<strong>de</strong> <strong>la</strong> legalidad y unas cuantas migajas.<br />
—Las Fuerzas Armadas no aceptarán jamás ningún acuerdo con el Apra —dijo Pare<strong>de</strong>s.<br />
206