01.12.2012 Views

vargas_llosa,_mario-conversacion_de_la_catedral

vargas_llosa,_mario-conversacion_de_la_catedral

vargas_llosa,_mario-conversacion_de_la_catedral

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

C o n v e r s a c i ó n e n l a c a t e d r a l M a r i o V a r g a s L l o s a<br />

—La Coalición no tiene nada que ver con los apristas —se rió Santiago—. Son cuatro<br />

millonarios que eran amigos <strong>de</strong> Odría y ahora se han peleado con él. Es una pelea entre primos<br />

hermanos. ¿Y por último qué le importa que vuelvan los apristas?<br />

—Esos son unos ateos, unos comunistas —dijo <strong>la</strong> señora Lucía—. ¿No son, acaso?<br />

—No, señora, ni ateos ni comunistas —dijo Santiago—. Son más <strong>de</strong>rechistas que usted y<br />

odian a los comunistas más que usted. Pero no se preocupe, no van a volver y Odría tiene todavía<br />

para rato.<br />

—Usted siempre con sus bromas, señor Santiago —dijo <strong>la</strong> señora Lucía—. Perdóneme por<br />

haberlo <strong>de</strong>spertado, pensé que como periodista usted tendría más noticias. El almuerzo estará<br />

ahorita.<br />

La señora Lucía cerró <strong>la</strong> puerta y él se <strong>de</strong>sperezó <strong>la</strong>rgamente. Mientras se duchaba; se reía<br />

solo: silenciosas siluetas nocturnas se <strong>de</strong>scolgaban por <strong>la</strong>s ventanas <strong>de</strong> <strong>la</strong> vieja casa <strong>de</strong> Barranco, <strong>la</strong><br />

señora Lucía se <strong>de</strong>spertaba ulu<strong>la</strong>ndo, ¡los apristas!, <strong>de</strong>sorbitada, tiesa <strong>de</strong> espanto abrazaba a su gato<br />

maul<strong>la</strong>nte y veía cómo los invasores abrían roperos, baúles y cómodas y se llevaban sus trastos<br />

polvorientos, sus mantones agujereados, sus trajes roídos por <strong>la</strong>s polil<strong>la</strong>s; ¡los apristas, los ateos, los<br />

comunistas! Iban a volver para robarles sus cosas a <strong>la</strong>s personas <strong>de</strong>centes como <strong>la</strong> señora Lucía,<br />

piensa. Piensa: pobre señora Lucía, si hubieras sabido que para mi mamá tú ni siquiera serías<br />

persona <strong>de</strong>cente. Terminaba <strong>de</strong> vestirse cuando <strong>la</strong> señora Lucía volvió: el almuerzo estaba servido.<br />

Esa sopa <strong>de</strong> arvejas y esa papa solitaria, náufraga en el p<strong>la</strong>to <strong>de</strong> agua ver<strong>de</strong>, piensa, esas verduras<br />

rancias con trozos <strong>de</strong> sue<strong>la</strong> que <strong>la</strong> señora Lucía l<strong>la</strong>maba guiso <strong>de</strong> carne. Radio Reloj estaba<br />

prendida, <strong>la</strong> señora Lucía escuchaba con el índice sobre los <strong>la</strong>bios: todas <strong>la</strong>s activida<strong>de</strong>s se habían<br />

paralizado en Arequipa, había habido una manifestación en <strong>la</strong> p<strong>la</strong>za <strong>de</strong> Armas y los lí<strong>de</strong>res <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

Coalición habían pedido nuevamente <strong>la</strong> renuncia <strong>de</strong>l Ministro <strong>de</strong> Gobierno, señor Cayo Bermú<strong>de</strong>z,<br />

al que responsabilizaban por los graves inci<strong>de</strong>ntes <strong>de</strong> <strong>la</strong> víspera en el Teatro Municipal, el gobierno<br />

había hecho un l<strong>la</strong>mado a <strong>la</strong> calma y advertido que no toleraría <strong>de</strong>sór<strong>de</strong>nes. ¿Veía, veía, señor<br />

Santiago?<br />

—A lo mejor tiene usted razón, a lo mejor va a caer Odría —dijo Santiago—. Antes <strong>la</strong>s radios<br />

no se atrevían a dar noticias así.<br />

—¿Y si los <strong>de</strong> <strong>la</strong> Coalición suben en vez <strong>de</strong> Odría <strong>la</strong>s cosas irán mejor? —dijo <strong>la</strong> señora<br />

Lucía.<br />

—Irán lo mismo o peor, señora —dijo Santiago—. Pero sin militares y sin Cayo Bermú<strong>de</strong>z tal<br />

vez se notará menos.<br />

—Usted siempre bromeando —dijo <strong>la</strong> señora Lucía—. Ni <strong>la</strong> política se <strong>la</strong> toma en serio.<br />

—¿Y cuando el viejo estuvo en <strong>la</strong> Coalición? —dice Santiago—. ¿Tú no te metiste? ¿No<br />

ayudaste en <strong>la</strong>s manifestaciones que hizo <strong>la</strong> Coalición contra Odría?<br />

—Ni cuando trabajé con don Cayo ni cuando con su papá —dice Ambrosio—. Nunca hice<br />

política yo, niño.<br />

—Y ahora tengo que irme —dijo Santiago—. Hasta luego, señora.<br />

Salió a <strong>la</strong> calle y sólo entonces <strong>de</strong>scubrió el sol, un sol frío <strong>de</strong> invierno que había rejuvenecido<br />

los geranios <strong>de</strong>l minúsculo jardín. Un auto estaba estacionado frente a <strong>la</strong> pensión y Santiago pasó<br />

junto a él sin mirar, pero vagamente notó que el auto arrancaba y avanzaba pegado a él. Se volvió y<br />

miró: ho<strong>la</strong>, f<strong>la</strong>co.<br />

El Chispas le sonreía <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el vo<strong>la</strong>nte, en su cara una expresión <strong>de</strong> niño que acaba <strong>de</strong> hacer<br />

una travesura y no sabe si va a ser festejado o reñido. Abrió <strong>la</strong> puerta <strong>de</strong>l auto, entró y ahora el<br />

Chispas le daba unas palmadas entusiastas, ah carajo ya viste que te encontré, y se reía con una<br />

alegría nerviosa, ah ya viste.<br />

—Cómo carajo encontraste <strong>la</strong> pensión— dijo Santiago.<br />

156

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!