01.12.2012 Views

vargas_llosa,_mario-conversacion_de_la_catedral

vargas_llosa,_mario-conversacion_de_la_catedral

vargas_llosa,_mario-conversacion_de_la_catedral

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

C o n v e r s a c i ó n e n l a c a t e d r a l M a r i o V a r g a s L l o s a<br />

—Ahorita llegará <strong>la</strong> noticia <strong>de</strong> que ha <strong>de</strong>saparecido <strong>la</strong> p<strong>la</strong>ta <strong>de</strong> <strong>la</strong> conspiración —sonrió él,<br />

observando el sobre <strong>de</strong>l Mayor y Lozano—. Ahorita los comunicados <strong>de</strong> los lí<strong>de</strong>res acusándose<br />

unos a otros <strong>de</strong> traidores y <strong>de</strong> <strong>la</strong>drones. Uno se aburre a veces <strong>de</strong> que pasen siempre <strong>la</strong>s mismas<br />

cosas ¿no?<br />

El doctor Alcibía<strong>de</strong>s asintió y educadamente sonrió.<br />

—¿Que por qué me parece usted tan honrado y tan <strong>de</strong>cente? —dijo Ambrosio—. Vaya, no me<br />

haga preguntas tan difíciles, don.<br />

—¿De veras me van a <strong>de</strong>stinar a cuidar al señor Bermú<strong>de</strong>z, señor Lozano? —dijo Ludovico.<br />

—Estás que revientas <strong>de</strong> felicidad —dijo el señor Lozano—. Esto te lo has trabajado muy<br />

bien con Ambrosio ¿no?<br />

—No vaya usted a creer que yo no quiero trabajar con usted, señor Lozano —dijo<br />

Ludovico—. Lo que pasa es que con el negro nos hemos hecho tan amigos, y él me dice siempre<br />

por qué no haces que te cambien y yo no, con el señor Lozano estoy feliz. A lo mejor Ambrosio<br />

hizo <strong>la</strong> gestión por propia iniciativa, señor.<br />

—Está bien —se echó a reír el señor Lozano—. Esto es un ascenso para ti y me parece justo<br />

que quieras mejorar.<br />

—Bueno, comenzando por su manera <strong>de</strong> hab<strong>la</strong>r <strong>de</strong> <strong>la</strong> gente —dijo Ambrosio—. Usted no para<br />

insultando a todo el mundo apenas le vuelven <strong>la</strong> espalda, como don Cayo. Usted no raja <strong>de</strong> nadie,<br />

<strong>de</strong> todos hab<strong>la</strong> bien, con educación.<br />

—Le he hab<strong>la</strong>do muy bien <strong>de</strong> ti a Bermú<strong>de</strong>z —dijo el señor Lozano—. Cumplidor, <strong>de</strong> agal<strong>la</strong>s,<br />

que todo lo que le dijo el negro era cierto. No me vas a hacer quedar mal. Ya sabes, bastaba que yo<br />

le hubiera dicho no sirve, para que Bermú<strong>de</strong>z siguiera mi consejo. O sea que este ascenso se lo<br />

<strong>de</strong>bes tanto al negro como a mí.<br />

—C<strong>la</strong>ro, señor Lozano —dijo Ludovico—. Cuánto se lo agra<strong>de</strong>zco, señor. No sé cómo<br />

correspon<strong>de</strong>rle, le digo.<br />

—Yo sí —dijo el señor Lozano—. Portándote bien, Ludovico.<br />

—Usted manda y yo ahí, a sus ór<strong>de</strong>nes para lo que sea, señor Lozano.<br />

—Metiéndote <strong>la</strong> lengua al bolsillo, a<strong>de</strong>más —dijo el señor Lozano—. Nunca has salido con el<br />

Forcito conmigo, no sabes qué es <strong>la</strong> mensualidad. Pue<strong>de</strong>s correspon<strong>de</strong>rme así ¿ves?<br />

—Le juro que no necesitaba hacerme esa recomendación, señor Lozano —dijo Ludovico—.<br />

Le juro que estaba <strong>de</strong>más. Qué me cree usted, por favor.<br />

—Tú sabes que <strong>de</strong> mí <strong>de</strong>pen<strong>de</strong> Que entres algún día al esca<strong>la</strong>fón —dijo el señor Lozano—. O<br />

que no entres nunca, Ludovico.<br />

—Y por su manera <strong>de</strong> tratar<strong>la</strong>, también —dijo Ambrosio—. Tan elegante, y haciendo siempre<br />

comentarios tan bonitos, tan inteligentes. Yo me lo quedo oyendo cuando usted hab<strong>la</strong> con alguien,<br />

don.<br />

—Ahí vienen ya Hipólito y el cholo Cigüeña —dijo Ludovico.<br />

Subieron al Forcito y Ludovico estaba tan contento con <strong>la</strong> noticia <strong>de</strong>l tras<strong>la</strong>do que me metía<br />

contra el tráfico, le contó a Ambrosio <strong>de</strong>spués. El cholo Cigüeña repetía sus cuentos <strong>de</strong> siempre.<br />

—Se <strong>de</strong>scompusieron <strong>la</strong>s cañerías y costó carísimo, señor Lozano. A<strong>de</strong>más, <strong>la</strong> cliente<strong>la</strong><br />

disminuye cada día. Los limeños ya ni cachan, señor, y uno se va a <strong>la</strong> ruina.<br />

—Bueno, como anda tan mal tu negocio, entonces no te importará que te lo cierre mañana —<br />

dijo el señor Lozano.<br />

—Usted cree que son mentiras que invento para no entregarle <strong>la</strong> mensualidad, señor Lozano<br />

—protestó el cholo Cigüeña—. Pero no, aquí está, usted sabe que esto es sagrado para mí. Le<br />

cuento mis apuros sólo como amigo, señor Lozano, para Que usted sepa.<br />

152

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!