01.12.2012 Views

vargas_llosa,_mario-conversacion_de_la_catedral

vargas_llosa,_mario-conversacion_de_la_catedral

vargas_llosa,_mario-conversacion_de_la_catedral

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

C o n v e r s a c i ó n e n l a c a t e d r a l M a r i o V a r g a s L l o s a<br />

—Que quiénes y dón<strong>de</strong> sacan La Tribuna c<strong>la</strong>n<strong>de</strong>stina y en un dos por tres —dijo Hipólito—<br />

Mira que tú eres <strong>de</strong> ésos que me gustan.<br />

—Esas hojitas subversivas van a <strong>de</strong>saparecer <strong>de</strong> inmediato —dijo Bermú<strong>de</strong>z—. ¿Entendido,<br />

Lozano?<br />

—¿Estás listo, negro? —dijo don Melquía<strong>de</strong>s—. ¿Te <strong>de</strong>ben estar ardiendo los pies, no,<br />

Trifulcio?<br />

—¿No sabes ni quiénes ni dón<strong>de</strong>? —dijo Ludovico—. ¿Y cómo así tenías una Tribuna en el<br />

bolsillo cuando te <strong>de</strong>tuvieron en Vitarte, papacito?<br />

—¿Estoy listo? —rió con angustia Trifulcio—. ¿Listo, don Melquía<strong>de</strong>s?<br />

—Cuando recién vine a Lima yo le mandaba p<strong>la</strong>ta a <strong>la</strong> negra y <strong>la</strong> iba a visitar <strong>de</strong> cuando en<br />

cuando —dijo Ambrosio—. Después, nada. Se murió sin saber <strong>de</strong> mí. Es una <strong>de</strong> <strong>la</strong>s cosas que me<br />

pesan, don.<br />

—¿Te <strong>la</strong> metieron al bolsillo sin que te dieras cuenta? —dijo Hipólito—. Pero qué tontito<br />

habías sido tú, papacito. Y qué pantaloncito más huatatiro tienes, y cuánta bril<strong>la</strong>ntina en el pelo.<br />

¿Así que ni siquiera eres aprista tú, así que ni siquiera sabes quiénes y dón<strong>de</strong> sacan "La Tribuna"?<br />

—¿Te has olvidado que sales hoy? —dijo don Melquía<strong>de</strong>s—. ¿O ya te acostumbraste aquí y<br />

no quieres salir?<br />

—Supe que <strong>la</strong> negra se murió, por un chinchano, niño —dice Ambrosio—. Cuando yo<br />

trabajaba todavía con su papá.<br />

—No don, no me he olvidado, don —zapateó, palmoteó Trifulcio—. Pero cómo se le ocurre,<br />

don Melquía<strong>de</strong>s.<br />

—Ya ves, Hipólito se enojó y mira lo que te pasó, mejor te vuelve <strong>la</strong> memoria <strong>de</strong> una vez —<br />

dijo Ludovico—. Fíjate que eres <strong>de</strong> los que le gustan a él.<br />

—No respon<strong>de</strong>n, mienten, se echan <strong>la</strong> pelota uno a otro —dijo Lozano—. Pero no nos<br />

dormimos, don Cayo. Noches enteras sin pegar los ojos. Acabaremos con esos pasquines, le juro.<br />

—Dame tu <strong>de</strong>do; así, ahora pon una cruz —dijo don Melquía<strong>de</strong>s—. Listo, Trifulcio, libre otra<br />

vez. ¿Te parecerá mentira, no?<br />

—Éste no es un país civilizado, sino bárbaro e ignorante —dijo Bermú<strong>de</strong>z—. Déjese <strong>de</strong><br />

contemp<strong>la</strong>ciones con esos sujetos, y averígüeme lo que necesito <strong>de</strong> una vez.<br />

—Pero qué f<strong>la</strong>quito habías sido tú, papacito —dijo Hipólito—. Con el saco y <strong>la</strong> camisa no se<br />

te notaba, si hasta se te pue<strong>de</strong>n contar los huesos, papacito.<br />

—¿Te acuerdas <strong>de</strong>l señor Arévalo, el que te dio un sol por levantar el barril? —dijo don<br />

Melquía<strong>de</strong>s—. Es un hacendado importante. ¿Quieres trabajar para él?<br />

—Quiénes dón<strong>de</strong> y en un dos por tres —dijo Ludovico— ¿quieres que nos pasemos <strong>la</strong> noche<br />

así? ¿Y si Hipólito se enoja otra vez?<br />

—C<strong>la</strong>ro que sí, don Melquía<strong>de</strong>s —asintió con <strong>la</strong> cabeza y <strong>la</strong>s manos y los ojos Trifulcio——.<br />

Ahora mismo o cuando usted diga, don.<br />

—Te vas a hacer malograr el físico y me muero <strong>de</strong> <strong>la</strong> pena —dijo Hipólito—. Porque cada<br />

vez me estás gustando más, papacito.<br />

—Necesita gente para su campaña electoral, porque es amigo <strong>de</strong> Odría y va a ser senador —<br />

dijo don Melquía<strong>de</strong>s—. Te pagará bien. Aprovecha esta oportunidad, Trifulcio.<br />

—Ni siquiera nos has dicho cómo te l<strong>la</strong>mas, papacito —dijo Ludovico—. ¿O tampoco sabes,<br />

o también se te olvidó?<br />

—Emborráchate, busca a tu familia, bur<strong>de</strong>lea un poco —dijo don Melquía<strong>de</strong>s—. Y el lunes<br />

anda a su hacienda, a <strong>la</strong> salida <strong>de</strong> Ica. Pregunta y cualquiera te dará razón.<br />

—¿Siempre tienes los huevitos tan chiquitos o es <strong>de</strong>l susto? —dijo Hipólito—. Y <strong>la</strong> pichulita<br />

apenas se te ve, papacito. ¿También <strong>de</strong>l susto?<br />

66

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!