01.12.2012 Views

vargas_llosa,_mario-conversacion_de_la_catedral

vargas_llosa,_mario-conversacion_de_la_catedral

vargas_llosa,_mario-conversacion_de_la_catedral

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

C o n v e r s a c i ó n e n l a c a t e d r a l M a r i o V a r g a s L l o s a<br />

A ti te <strong>de</strong>bería enorgullecer, más bien. Porque Fermín ha conseguido lo que tiene a fuerza <strong>de</strong><br />

trabajo. La familia <strong>de</strong> Zoilita lo ayudaría <strong>de</strong>spués, pero cuando se casaron él tenía ya una magnífica<br />

posición. Mientras tu tío se pudría vivo en <strong>la</strong>s sucursales <strong>de</strong> provincias <strong>de</strong>l Banco <strong>de</strong> Crédito.<br />

—Siempre hab<strong>la</strong>s <strong>de</strong> ti como un mediocre, pero en el fondo no lo crees —dijo Santiago—. Y<br />

yo tampoco te creo. No tendrás p<strong>la</strong>ta, pero vives contento.<br />

—La tranquilidad no es <strong>la</strong> felicidad —dijo el tío Clodomiro—. Ese horror <strong>de</strong> tu padre por lo<br />

que ha sido mi vida, antes me parecía injusto, pero ahora lo comprendo. Porque, a veces, me pongo<br />

a pensar, y no tengo ni un recuerdo importante. La oficina, <strong>la</strong> casa, <strong>la</strong> casa, <strong>la</strong> oficina. Tonterías,<br />

rutinas, sólo eso. Bueno, no nos pongamos tristes.<br />

La vieja Inocencia entró a <strong>la</strong> salita: ya estaba servido, podían pasar. Sus zapatil<strong>la</strong>s, su chalina,<br />

Zavalita, su <strong>de</strong><strong>la</strong>ntal tan gran<strong>de</strong> para su cuerpecillo raquítico, su voz cascada. Había un p<strong>la</strong>to <strong>de</strong><br />

chupe humeando en su asiento, pero en el <strong>de</strong> su tío sólo un café con leche y un sandwich.<br />

—Es lo único que puedo comer <strong>de</strong> noche —dijo el tío Clodomiro—. Anda, sírvete, antes que<br />

se enfríe.<br />

De rato en rato venía Inocencia y a Santiago ¿qué tal, qué tal estaba? Le cogía <strong>la</strong> cara, qué<br />

gran<strong>de</strong> estabas, qué buen mozo estabas, y cuando se iba el tío Clodomiro guiñaba un ojo: pobre<br />

Inocencia, tan cariñosa contigo, con todo el mundo, pobre vieja.<br />

—Por qué no se casaría nunca mi tío Clodomiro —dice Santiago.<br />

—Esta noche te estás luciendo con tus preguntas —dijo el tío Clodomiro, sin rencor—.<br />

Bueno, cometí el error <strong>de</strong> pasarme quince años en provincias, creyendo que así haría carrera más<br />

rápido en el Banco. En esos pueblecitos no encontré una novia que valiera <strong>la</strong> pena.<br />

—No te escandalices, qué tendría <strong>de</strong> malo que hubiera sido —dice Santiago—. En <strong>la</strong>s mejores<br />

familias se dan, Ambrosio.<br />

—Y cuando vine a Lima, el drama fue que para <strong>la</strong>s muchachas no valía <strong>la</strong> pena yo —se rió el<br />

tío Clodomiro—. Después <strong>de</strong> <strong>la</strong> patada que me dio el Banco, tuve que comenzar en el Ministerio<br />

con un sueldito miserable. Así que me quedé solterón. Pero no creas que me han faltado aventuras,<br />

sobrino.<br />

—Espera muchacho, no te levantes —gritó, <strong>de</strong> a<strong>de</strong>ntro, Inocencia—. Falta todavía el postre.<br />

—Ya casi ni ve ni oye y <strong>la</strong> pobre trabaja todo el día —susurró el tío Clodomiro—. Varias<br />

veces he tratado <strong>de</strong> tomar otra muchacha, para que el<strong>la</strong> <strong>de</strong>scanse. No hay forma, le dan unas<br />

pataletas terribles, dice que me quiero librar <strong>de</strong> el<strong>la</strong>. Es terca como una mu<strong>la</strong>. Se irá <strong>de</strong>rechito al<br />

cielo, f<strong>la</strong>co.<br />

ESTAS loca, dijo Amalia, no lo he perdonado ni lo voy, lo odiaba. ¿Se peleaban mucho?, dijo<br />

Gertrudis.<br />

Poco, y siempre por <strong>la</strong> cobardía <strong>de</strong> él, si no se hubieran llevado regio. Se veían los días <strong>de</strong><br />

salida, iban al cine, a pasear, en <strong>la</strong>s noches el<strong>la</strong> cruzaba el jardín sin zapatos y se quedaba con<br />

Ambrosio una horita, dos. Todo muy bien, ni <strong>la</strong>s otras muchachas sospechaban nada.<br />

Y Gertrudis: ¿cuándo te diste cuenta que tenía otra mujer? La mañana que lo vio limpiando el<br />

auto y conversando con el niño Chispas. Amalia estaba mirándolo <strong>de</strong> reojo mientras metía <strong>la</strong> ropa a<br />

<strong>la</strong> <strong>la</strong>vadora, y <strong>de</strong> repente vio que se confundía y oyó lo que le <strong>de</strong>cía al niño Chispas: ¿a mí, niño?<br />

Qué ocurrencia, a él qué le iba a gustar ésa, ni rega<strong>la</strong>da <strong>la</strong> aceptaría, niño.<br />

Señalándome, Gertrudis, sabiendo que lo estaba oyendo. Amalia imaginó que soltaba <strong>la</strong> ropa,<br />

corría y lo rasguñaba. Esa noche fue a su cuarto sólo para <strong>de</strong>cirle te he oído, qué te has creído,<br />

creyendo que Ambrosio le pediría perdón. Pero no, Gertrudis, no, nada <strong>de</strong> eso: fuera, anda vete, sal<br />

<strong>de</strong> aquí. Se había quedado aturdida en <strong>la</strong> oscuridad, Gertrudis. No se iba a ir, por qué me tratas así,<br />

qué te he hecho, hasta que él se levantó <strong>de</strong> <strong>la</strong> cama y cerró <strong>la</strong> puerta. Furioso, Gertrudis, lleno <strong>de</strong><br />

odio. Amalia se había puesto a llorar, ¿crees que no oí lo que le dijiste al niño <strong>de</strong> mí?, y ahora por<br />

qué me botas, por qué me recibes así. El niño se está sospechando, <strong>la</strong> sacudía <strong>de</strong> los hombros con<br />

141

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!