01.12.2012 Views

vargas_llosa,_mario-conversacion_de_la_catedral

vargas_llosa,_mario-conversacion_de_la_catedral

vargas_llosa,_mario-conversacion_de_la_catedral

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

C o n v e r s a c i ó n e n l a c a t e d r a l M a r i o V a r g a s L l o s a<br />

—Estás enojado con tu padre porque te dio un manazo —agachándose para ponerte una mano<br />

en <strong>la</strong> rodil<strong>la</strong>, Zavalita, mirándote como diciéndote olvidémonos, amistémonos—. Siendo ya tan<br />

gran<strong>de</strong>, siendo ya todo un revolucionario perseguido.<br />

Se en<strong>de</strong>rezó, sacó su cajetil<strong>la</strong> <strong>de</strong> Chesterfield, su encen<strong>de</strong>dor.<br />

—No estoy enojado contigo, papá. Pero no puedo seguir viviendo <strong>de</strong> una manera y pensando<br />

<strong>de</strong> otra. Por favor, trata <strong>de</strong> enten<strong>de</strong>rme, papá. .<br />

—¿No pue<strong>de</strong>s seguir viviendo cómo? —ligeramente herido, Zavalita, <strong>de</strong> pronto apenado,<br />

cansado—. ¿Qué hay aquí que vaya contra tu manera <strong>de</strong> pensar, f<strong>la</strong>co?<br />

—No quiero <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>r <strong>de</strong> <strong>la</strong>s propinas —sintiendo que te temb<strong>la</strong>ban <strong>la</strong>s manos, <strong>la</strong> voz,<br />

Zavalita—. No quiero que cualquier cosa que haga recaiga sobre ti. Quiero <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>r <strong>de</strong> mí mismo,<br />

papá.<br />

—No quieres <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>r <strong>de</strong> un capitalista —sonriendo afligido, Zavalita, adolorido pero sin<br />

rencor—. ¿No quieres vivir con tu padre porque recibe contratos <strong>de</strong>l gobierno? ¿Es por eso?<br />

—No te enojes, papá. (*) No creas que trato <strong>de</strong>, papá.<br />

—Ya eres gran<strong>de</strong>, ya puedo tener confianza en ti ¿no es cierto? —a<strong>de</strong><strong>la</strong>ntando una mano<br />

hacia tu cara Zavalita, palmeándote <strong>la</strong> mejil<strong>la</strong>—. Te voy a explicar por qué me puse tan furioso.<br />

Hay algo que estaba a punto <strong>de</strong> concretarse en estos días. Militares, senadores, mucha gente<br />

influyente. El teléfono estaba intervenido por mí, no por ti. Algo se filtraría, el cholito <strong>de</strong> Bermú<strong>de</strong>z<br />

se aprovechó <strong>de</strong> ti para darme a enten<strong>de</strong>r que sospechaba algo, que sabía. Ahora hay que parar todo,<br />

empezar <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el principio. Ya ves, tu padre no es un <strong>la</strong>cayo <strong>de</strong> Odría ni mucho menos. Lo vamos a<br />

sacar, l<strong>la</strong>maremos a elecciones. ¿Sabrás guardar el secreto, no? al Chispas no le hubiera contado<br />

esto, ya ves que a ti te trato como a un hombrecito, f<strong>la</strong>co.<br />

—¿La conspiración <strong>de</strong>l general Espina? —dijo Carlitos—. ? Tu padre estuvo complicado<br />

también? Nunca se supo.<br />

—Así que pensabas mandarte mudar y que a tu padre se lo cargara el diablo —diciéndote con<br />

los ojos ya pasó, no hablemos más, yo te quiero—. Ya ves que mis re<strong>la</strong>ciones con Odría son<br />

precarias, ya ves que no tienes por qué tener escrúpulos.<br />

—No es por eso, papá. Ni siquiera sé si me interesa <strong>la</strong> política, si soy comunista. Es para<br />

po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>cidir mejor qué es lo que voy a hacer, Qué es lo que quiero ser.<br />

—He estado pensando, ahora en el carro —dándote tiempo a recapacitar, Zavalita,<br />

sonriéndote siempre—. ¿Quieres que te man<strong>de</strong> al extranjero por un tiempo?<br />

A México, por ejemplo. Das tus exámenes y en enero te vas a estudiar a México, por uno o<br />

dos años. Ya veremos <strong>la</strong> manera <strong>de</strong> convencer a tu madre. ¿Qué te parece, f<strong>la</strong>co?<br />

—No sé, papá, no se me había ocurrido —pensando que te quería comprar, Zavalita, que<br />

acababa <strong>de</strong> inventar eso para ganar tiempo—. Tengo que pensarlo, papá.<br />

—Hasta enero tienes tiempo <strong>de</strong> sobra —poniéndose <strong>de</strong> pie, Zavalita, palmeándote en <strong>la</strong> cara<br />

otra vez—. Así verás <strong>la</strong>s cosas mejor, verás que el mundo no es el mundito <strong>de</strong> San Marcos. ¿De<br />

acuerdo, f<strong>la</strong>co? Y ahora vámonos a <strong>la</strong> cama, son <strong>la</strong>s cuatro ya.<br />

Bebió su último trago, apagó <strong>la</strong> luz, subieron juntos <strong>la</strong> escalera. Frente al dormitorio, don<br />

Fermín se inclinó para besarlo: tenías que tener confianza en tu padre, f<strong>la</strong>co, fueras lo que fueras,<br />

hicieras lo que hicieras, tú eras lo que él más quería, f<strong>la</strong>co. Entró al dormitorio y se tumbó en <strong>la</strong><br />

cama. Estuvo mirando el pedazo <strong>de</strong> cielo <strong>de</strong> <strong>la</strong> ventana hasta que amaneció.<br />

Cuando hubo suficiente luz, se levantó y fue hacia el ropero. El a<strong>la</strong>mbre estaba don<strong>de</strong> lo había<br />

escondido <strong>la</strong> última vez.<br />

—Hacía un montón <strong>de</strong> tiempo que no me robaba a mí mismo, Carlitos —dijo Santiago.<br />

Gordo, trompudo, su colita en espiral, el chancho estaba entre <strong>la</strong>s fotografías <strong>de</strong>l Chispas y <strong>de</strong><br />

<strong>la</strong> Teté junto al ban<strong>de</strong>rín <strong>de</strong>l Colegio. Cuando terminó <strong>de</strong> sacar los billetes ya había llegado el<br />

lechero, el pana<strong>de</strong>ro, y Ambrosio limpiaba el carro en el garaje.<br />

103

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!