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C o n v e r s a c i ó n e n l a c a t e d r a l M a r i o V a r g a s L l o s a<br />
Huamán era pequeñito y amanerado, nos había costado tres años reconstituir los Centros y <strong>la</strong><br />
Fe<strong>de</strong>ración <strong>de</strong> San Marcos <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> <strong>la</strong> represión, sus gestos eran elegantes, ¿cómo íbamos a<br />
<strong>la</strong>nzar una huelga, por razones extra—universitarias, que podía ser rechazada por <strong>la</strong>s bases?, y<br />
hab<strong>la</strong>ba con una mano en <strong>la</strong> so<strong>la</strong>pa y revoloteando <strong>la</strong> otra como una mariposa, si <strong>la</strong>s bases<br />
rechazaban <strong>la</strong> huelga per<strong>de</strong>ríamos <strong>la</strong> confianza <strong>de</strong> los estudiantes, y su voz era impostada, florida y.<br />
por momentos chillona, y a<strong>de</strong>más vendría <strong>la</strong> represión y los Centros y <strong>la</strong> Fe<strong>de</strong>ración serían<br />
<strong>de</strong>smante<strong>la</strong>dos antes <strong>de</strong> que hubieran podido actuar.<br />
—Ya sé que <strong>la</strong> disciplina <strong>de</strong> un partido tiene que ser así —dijo Santiago—. Ya sé que si no,<br />
sería un caos. No me estoy <strong>de</strong>fendiendo, Carlitos.<br />
—No te vayas por <strong>la</strong>s ramas, Ochoa —dijo Saldívar—. Cíñete al tema en <strong>de</strong>bate.<br />
—Justamente, precisamente —dijo Ochoa—. Yo pregunto: ¿está <strong>la</strong> Fe<strong>de</strong>ración <strong>de</strong> San Marcos<br />
lo bastante fuerte para <strong>la</strong>nzarse a una acción frontal contra <strong>la</strong> dictadura?<br />
—Pronúnciate <strong>de</strong> una vez, que no tenemos tiempo —dijo Héctor.<br />
—Y si no está lo bastante fuerte y se <strong>la</strong>nza a <strong>la</strong> huelga —dijo Ochoa— ¿qué sería <strong>la</strong> actitud <strong>de</strong><br />
<strong>la</strong> Fe<strong>de</strong>ración? Yo pregunto.<br />
—¿Por qué no te vas a dirigir el programa Kolynos pregunta por veinte mil soles? —dijo<br />
Washington.<br />
—¿Sería o no sería una actitud <strong>de</strong> provocación? —dijo Ochoa, imperturbable—. Yo pregunto,<br />
y constructivamente respondo: sí sería. ¿Qué? Una provocación.<br />
—Era en medio <strong>de</strong> esas reuniones que <strong>de</strong> repente sentía que nunca sería un revolucionario, un<br />
militante <strong>de</strong> verdad —dijo Santiago—. De repente una angustia, un mareo, una sensación <strong>de</strong> estar<br />
malgastando horriblemente el tiempo.<br />
—El joven romántico no quería discusiones —dijo Carlitos—. Quería acciones epónimas,<br />
bombas, disparos, asaltos a cuarteles. Muchas nove<strong>la</strong>s, Zavalita.<br />
—Ya sé que te fastidia hab<strong>la</strong>r para <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r <strong>la</strong> huelga —dijo Aída—. Pero consué<strong>la</strong>te, a ves<br />
que todos los apristas están en contra. Y sin esos, <strong>la</strong> Fe<strong>de</strong>ración rechazará nuestra moción.<br />
—Debían inventar una pastil<strong>la</strong>, un supositorio contra <strong>la</strong>s dudas, Ambrosio —dice Santiago—<br />
Fíjate qué lindo, te lo enchufas y ya está: creo.<br />
Levantó <strong>la</strong> mano y comenzó a hab<strong>la</strong>r antes que Saldívar le diera <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra: <strong>la</strong> huelga<br />
consolidaría los Centros, foguearía a los <strong>de</strong>legados, <strong>la</strong>s bases apoyarían porque ¿acaso no habían<br />
<strong>de</strong>mostrado su confianza en ellos eligiéndolos? Tenía <strong>la</strong>s manos en los bolsillos y se c<strong>la</strong>vaba <strong>la</strong>s<br />
uñas.<br />
—Igual que cuando hacía el examen <strong>de</strong> conciencia, los jueves, antes <strong>de</strong> <strong>la</strong> confesión —dijo<br />
Santiago—. ¿Había soñado con ca<strong>la</strong>tas porque había querido soñar con el<strong>la</strong>s o porque quiso el<br />
diablo y no pu<strong>de</strong> impedirlo? ¿Estaban ahí en <strong>la</strong> oscuridad como intrusas o como invitadas?<br />
—Estás equivocado, sí tenías pasta <strong>de</strong> militante —dijo Carlitos—. Si tuviera que <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r<br />
i<strong>de</strong>as contrarias a <strong>la</strong>s mías, me saldrían rebuznos o gruñidos o píos.<br />
—¿Qué es lo que haces en "La Crónica”? —dijo Santiago—. ¿Qué es lo que hacemos a<br />
diario, Carlitos?<br />
Santos Vivero levantó <strong>la</strong> mano, había escuchado <strong>la</strong>s intervenciones con una expresión <strong>de</strong><br />
suave <strong>de</strong>sasosiego, y antes <strong>de</strong> hab<strong>la</strong>r cerró los ojos y tosió como si todavía dudara.<br />
—La tortil<strong>la</strong> se volteó en el último minuto —dijo Santiago—. Parecía que los apristas estaban<br />
en contra, que no habría huelga. Quizá todo hubiera sido diferente entonces, yo no hubiera entrado a<br />
"La Crónica", Carlitos.<br />
Él pensaba, compañeros y camaradas, que lo fundamental en estos momentos no era <strong>la</strong> lucha<br />
por <strong>la</strong> reforma universitaria, sino <strong>la</strong> lucha contra <strong>la</strong> dictadura.<br />
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