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vargas_llosa,_mario-conversacion_de_la_catedral

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C o n v e r s a c i ó n e n l a c a t e d r a l M a r i o V a r g a s L l o s a<br />

III<br />

FUE AL día siguiente <strong>de</strong> una fiestecita que Amalia se llevó <strong>la</strong> gran sorpresa. Había sentido al<br />

señor bajar <strong>la</strong>s escaleras, salido a <strong>la</strong> salita, visto entre <strong>la</strong>s persianas que el carro partía y que se iban<br />

los cachacos <strong>de</strong> <strong>la</strong> esquina. Entonces subió al primer piso, tocó <strong>la</strong> puerta apenitas, ¿podía recoger <strong>la</strong><br />

lustradora, señora?, y abrió y entró en puntas <strong>de</strong> pie. Ahí estaba, junto al tocador. La poca luz <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

ventana ac<strong>la</strong>raba <strong>la</strong>s patitas <strong>de</strong> cocodrilo, el biombo, el closet, lo <strong>de</strong>más estaba a oscuras y flotaba<br />

un vaho tibio. No miró <strong>la</strong> cama mientras iba hacia el tocador, sino cuando volvía ja<strong>la</strong>ndo <strong>la</strong> adoga:<br />

Se quedó he<strong>la</strong>da: Ahí estaba también <strong>la</strong> señorita Queta. Parte <strong>de</strong> <strong>la</strong>s sábanas y <strong>de</strong>l cubrecama se<br />

habían <strong>de</strong>slizado hasta <strong>la</strong> alfombra, <strong>la</strong> señorita dormía vuelta hacia el<strong>la</strong>, una mano sobre <strong>la</strong> ca<strong>de</strong>ra,<br />

<strong>la</strong> otra colgando, y estaba <strong>de</strong>snuda, <strong>de</strong>snuda. Ahora veía también, por sobre <strong>la</strong> espalda morena <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

señorita, un hombro b<strong>la</strong>nco, un brazo b<strong>la</strong>nco, los cabellos negrísimos <strong>de</strong> <strong>la</strong> señora que dormía hacia<br />

el otro <strong>la</strong>do, el<strong>la</strong> cubierta por <strong>la</strong>s sábanas. Siguió su camino, el suelo parecía <strong>de</strong> espinas, pero antes<br />

<strong>de</strong> salir una invencible curiosidad <strong>la</strong> obligó a mirar: una sombra c<strong>la</strong>ra, una sombra oscura, <strong>la</strong>s dos<br />

tan quietas, pero algo raro y como peligroso salía <strong>de</strong> <strong>la</strong> cama y vio el dragón <strong>de</strong>scoyuntado en el<br />

espejo <strong>de</strong>l techo. Oyó que una <strong>de</strong> <strong>la</strong>s dos murmuraba algo en sueños y se asustó. Cerró <strong>la</strong> puerta,<br />

respirando <strong>de</strong> prisa. En <strong>la</strong> escalera se echó a reír, llegó a <strong>la</strong> cocina tapándose <strong>la</strong> boca, sofocada.<br />

Carlota, Carlota, <strong>la</strong> señorita está ahí en <strong>la</strong> cama con <strong>la</strong> señora, y bajó <strong>la</strong> voz y miró al patio, <strong>la</strong>s dos<br />

sin nada, <strong>la</strong>s dos ca<strong>la</strong>tas. Bah, <strong>la</strong> señorita Queta siempre se quedaba a dormir, y <strong>de</strong> pronto Carlota<br />

<strong>de</strong>jó <strong>de</strong> bostezar y también bajó <strong>la</strong> voz, ¿<strong>la</strong>s dos sin nada, <strong>la</strong>s dos ca<strong>la</strong>tas? Toda <strong>la</strong> mañana, mientras<br />

en<strong>de</strong>rezaban los cuadros, cambiaban el agua <strong>de</strong> los jarrones y sacudían <strong>la</strong> alfombra, estuvieron<br />

dándose codazos, ¿el señor habría dormido en el sofá, en el escritorio?, ahogadas <strong>de</strong> risa, ¿bajo <strong>la</strong><br />

cama?, y <strong>de</strong> repente a una se le llenaban <strong>de</strong> lágrimas los ojos y <strong>la</strong> otra le daba manazos en <strong>la</strong><br />

espalda, ¿qué pasaría, qué harían, cómo sería? Los ojazos <strong>de</strong> Carlota parecían moscardones, Amalia<br />

se mordía <strong>la</strong> mano para contener <strong>la</strong>s carcajadas. Así <strong>la</strong>s encontró Símu<strong>la</strong> al volver <strong>de</strong> <strong>la</strong> compra, qué<br />

les pasaba, nada, en <strong>la</strong> radio habían oído un chiste chistosísimo. La señora y <strong>la</strong> señorita bajaron a<br />

mediodía, comieron conchitas con ají, tomaron cerveza he<strong>la</strong>da. La señorita se había puesto una bata<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong> señora que le quedaba cortísima. No hicieron l<strong>la</strong>madas, estuvieron oyendo discos y<br />

conversando, <strong>la</strong> señorita se fue al atar<strong>de</strong>cer.<br />

AH estaba el señor Tallio, don Cayo, ¿lo hacía pasar? Sí, doctorcito. Un momento <strong>de</strong>spués se<br />

abrió <strong>la</strong> puerta: reconoció sus rizos rubios, su cara <strong>la</strong>mpiña y sonrosada, su andar elástico. Cantante<br />

<strong>de</strong> ópera, pensó, tal<strong>la</strong>rinero, eunuco.<br />

—Encantado, señor Bermú<strong>de</strong>z —venía con <strong>la</strong> mano estirada y sonreía, veremos cuánto te<br />

dura <strong>la</strong> alegría—. Espero que se acuer<strong>de</strong> <strong>de</strong> mí, el año pasado tuve ...<br />

—C<strong>la</strong>ro, conversamos aquí mismo ¿no? —lo guió hasta el sillón que había ocupado Lozano,<br />

se sentó frente a él—. ¿Quiere fumar?<br />

Aceptó, se apresuró a sacar su encen<strong>de</strong>dor, hacía venias.<br />

—Pensaba venir a visitarlo un día <strong>de</strong> éstos, señor Bermú<strong>de</strong>z —accionaba, se movía en el<br />

sillón como si tuviera gusanos—. Así que fue como si ...<br />

—Me hubiera trasmitido el pensamiento —dijo él.<br />

Sonrió y vio que Tallio asentía y abría <strong>la</strong> boca pero no le dio tiempo a hab<strong>la</strong>r: le alcanzó el<br />

puñado <strong>de</strong> recortes. Un gesto exagerado <strong>de</strong> sorpresa, los hojeaba muy serio, asentía. Así, muy bien,<br />

léelos, hazme creer que los lees, bachiche.<br />

—Ah sí, ya vi, ¿líos en Buenos Aires, no? —dijo al fin, ya sin accionar, sin moverse—. ¿Hay<br />

algún comunicado <strong>de</strong>l gobierno sobre este asunto? Lo pasaremos <strong>de</strong> inmediato, por supuesto.<br />

—Todos los diarios publicaron <strong>la</strong> noticia <strong>de</strong> ANSA, <strong>de</strong>jó usted atrás a <strong>la</strong>s <strong>de</strong>más agencias —<br />

dijo él—. Se ganó una buena primicia.<br />

Sonrió y ya que Tallio sonreía, ya sin felicidad, ya sólo por educación, eunuco, <strong>la</strong>s mejil<strong>la</strong>s<br />

más sonrosadas aún, te regalo a Robertito.<br />

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