Año 38, nº 124 (1929) - Publicaciones Periódicas del Uruguay

16 Anales de la Universidad
Es delicada la situación, agregaba el Ministro de Gobierno doctor
julio Herrera y Obes en la Cámara de Diputados, robusteciendo
el Mensaje. La venida del general Santos agitaría al pais
entero. «Se trata, es cierto, de un hombre sólo, pero de un hombre
que ha gobernado en absoluto.»
El extrañamiento fué vatado. Pero en forma tan reñida, que
en !a Cámara de Diputados sólo tuvo 16 votos contra 15. Algunos
de los oradores sostenían que no se podía condenar a un ciudadano
sin previo juzgamiento, tesis compartida por uno de los
diarios independientes, «La Razón», que agregaba que lo que había
que hacer era sencillamente disolver las Cámaras y establecer,
«una franca y reparadora dictadura». La barra silbaba a los
defensores de Santos, que no eran, sin embargo, tantos como lo
habrían hecho suponer la perfecta homogeneidad de la Asamblea
y la absoluta devoción que siempre había manifestado al ex mandatario.
La mayoría temerosa, sin duda, de una formidable barrida,
había reaccionado, dando con ello pie al Inimitable cronista
de «El Siglo», don Dermídio De - María, para escribir estas
palabras:
«pae el árbol y de él hacen leña — ateniéndose al filantrópico
mensaje del Gobierno — los mismos que días antes gozaban a
su sombra y engordaban con sus frutos.. . Entre la fidelidad del
perro hacia la mano que le dio caricias y alimeotois y la afición,
diel gato hacia la casa, sean cuales fueren quienes la habitaron
y la habiten, decididamente sería preferible para la moral el
primero de esos extremos.»
«La Asamblea Nacioual — decía la Minuta votada — apreciando
con el mismo criterio que el Poder Ejecutivo los sucesos
que pueden producirse, y coincidiendo estrictamente en opiniones
en cuanto a las funestas consecuencias que traería en pos de sí
la perturbación consiguieute al becho que trata de evitarse en
guarda del orden general y de la tranquilidad tan necesaria hoy
al ánimo público profundamente excitado, como se halla en estos
momentos, resuelve el alejamiento temporario del señor capitán
general don Máximo Santos y prestará su amplio acuerdo a toda
otra medida que de conformidad con lo dispuesto por el artículo
81 de la Constitución de la República juzgue el Poder Ejecutivo
conveniente adoptar, con el fin de hacer prácticos los elevados
Pfopósitos manifestados en el Mensaje que tengo el honor de
contestar.»
«Cada oriental sería un Ortiz», escribía «El Día» refiriéndose
al caso de desembarco.