Año 38, nº 124 (1929) - Publicaciones Periódicas del Uruguay

20 Anales de la Universidad
la torre de la luz eléctrica de su propiedad, colocada en la
Plaza Independencia. . . Este úlítimo e insignificante incidente,
t! que ha sido totalmente extraño el Gobierno, dio pretexto a
mistificaciones-que ninguno de mis actos autoriza. No me conocen
los que pueden creer que falto a mis promesas. . . Las
ideas de palftica elevada, de fraternidad amplia, que manifesté
al recibirme de la primera magistratura de mi patria, son las
miamas que hoy guían mi conducta, y la« que seguiré en adelante,
porque estoy convencido de que ellas, en su práctica sincera,
son las que pueden engrandecer la República. . . Tengo el sentimiento
del deber y las alturas del Poder no me marean, porque
se que maliatta bajaré a confundirme con mis conciudadanos
y debo responsabilizarme ante ellos y la historia de mis procederes
como Gobernante.»
Cuatro meses después aprovechaba el general Tajes la coJimemoración
de la Declaratoria de la Independencia, celebrada
por el pueblo con gran entusiasmo y amplio espíritu de confraternidad,
para dirigir a todos los Jefes Políticos un telegrama
en que decía:
«No podemos festejar mejor nuestro glorioso aniversario que
inculcando el acatamiento de las instituciones, fuera de cuyos
preceptos no hay nada estable ni fructífero, como nos lo enseña
un pasado doloroso. Diga V. S. a los habitantes de ese
departamento que alborea un período de fecunda transformación
y que vamos a entrar de lleno' a una lucha, en que no se
oirán sino cánticos de victoria, la guerra contra el atraso, la
litilización de los espléndidos dones que nos otorgó la Naturaleza
para el bienestar del hombre, y que el Presidente de la Repútlica
confía en que la virilidad demostrada siempre por nuestros
compatriotas en los campos de batalla, se sobrepondrá en
la lisa del trabaj,n enaltecedor, donde hay una palma más hermosa
que ganar: la prosperidad de la patria y el resipeto efectivo
de las naciones amigas».
Dfe nuevo Santos sobre el tapete.
Cinco meses después de la ley de destierro, a mediados de
188 7, volvía a aparecer el general Santos en el Puerto de Montevideo,
de regreso de su viaje a Río de Janeiro. Pero la Capitanía
detuvo el barco en la isla de Flores y eil ex Presidente se