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Año 38, nº 124 (1929) - Publicaciones Periódicas del Uruguay

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Anales de la universidad 395<br />

La Comisión Permanente, en vista de que el decreto devolvía<br />

a la prensa su liibertad, resolvió aplazar la consideración <strong>del</strong> veto<br />

hasta, el período de las sesiones extraordinarias. El resultado<br />

que la Asamblea procuraba por medio de la ley, se había coneeguido<br />

efectivamente por medio de un decreto y no había, para<br />

qué prolongar los debates.<br />

La paz a todo trance.<br />

La primera palabra, de la prensa al recuperar su libertad fué<br />

e:i favor de la paz.<br />

Pudo temerse al principio de la guerra, decía «El Siglo», que<br />

resurgieran los viejos odios partidistas. Pero los temores fueron<br />

de corta duración, porque esii.dad de formar<br />

ctro nuevo, y el mismo Comité de Guerra, que había, aediicado<br />

varios capítulos <strong>del</strong> manifiesto a instaurar proceso al Partido<br />

Colorado, concluyó por expresar, en una nota al general en jefe<br />

<strong>del</strong> ejército, que la lucha no se había iniciado contra los colorados,<br />

sino contra la, pequeña oligarquía que usurpaba la representación<br />

de ese Partido.<br />

El asesinato <strong>del</strong> Presidente de la República.<br />

La situación política <strong>del</strong> señor Idi'arte Borda se había ido<br />

eomplicando, como se ve, bajo la presión <strong>del</strong> rechazo de las<br />

fórmulas de paz, <strong>del</strong> escándalo de los comicios, <strong>del</strong> amordazaniiento<br />

largo e incalifica,ble de la prensa, <strong>del</strong> despilfarro administrativo<br />

y <strong>del</strong> movimiento de oposición de todos los partidos.<br />

A raíz de los sangrientos combates de Arbolito y Tres Arboles,<br />

e,' joven Juan Antonio Ravecca abocó su revólver al cuello<br />

<strong>del</strong> señor Idia.rte Borda, en momentos en que éste descendía <strong>del</strong><br />

carruaje y entraba a su casa - habitación de la calle 18 de Julio,<br />

sin lograr herirlo, porque el arma no podía hacer fuego por<br />

defectois de preparación y dio tiempo al coronel Juan Turenae,<br />

edecán <strong>del</strong> Presidente, para precipitarse sobre el ai^esor y desarmarlo.<br />

Explicando su actitud, dijo el agresor ante el Juzgado «que

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