Año 38, nº 124 (1929) - Publicaciones Periódicas del Uruguay

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siguió, sin embargo, que la ley quedara sancionada en julio,
de 1893.
Tocaba a la nueva legislatura, que d'frbía elegirse a fines de
ese mismo año, abordar la reforma constitucional de acuerdo
con etl nuevo procedimiento establecido. Si ella resolviera en
íebrero de 1894 que el interés nacional exigía la reforma, en el'
acto se convocaría una Convención Constituyente encargada de
proyectar, sancionar y ejecutar lo que ella misma resolviera.
Todas las versiones de la época, como lo hemos dicho ya, concordaban
en que el doctor Herrera y Obes aspiraba a la reelección
presidencial; de manera que si la Convención suprimía
ti artículo constitucional prohibitivo de lá reelección, podría
dicho ciudadano volver a la Presidencia después dé un breve
interinato, que estaría a cargo del Presidente del Senado, pata
lo cual se trataría de que en la elección del 1.° de marzo ningún
candidato tuviera el mínimum legal de 46 votos.
La ley de reforma constitucional era, pues, el complemento
de la ley de elecciones. Con la ley de elecciones, el Presidente
de la República hacía un Cuerpo Legislativo a su antojo; con
la reforma constitucional, obtenía su propia reelección.
Un cambio de orientación de la Asamblea se encargó, 'empero,
feomo lo veremos más adelante, de imí>edit la realización de
ese plan.
i^suntos internacionales. La revolución de Bío Grande.
Durante un período exitenso de la Administración Herrera y
Obes, permaneció en esitado de guerra la Provincia de Río Gran-i
de y de ese estado de guerra emanaron diversos incidentes que,
en más de una oportunidad, mantuvieron tirantes nuestras relaciones
diplomáiticaa con el Brasil.
Las partidas brasileñas invadían nuestro territorio en las alternativas
de la lucha, cometiendo mucha» veces actos de saqueo
y degüellos que promovían intensos movimientos de indignación
en todo el país.
La Legación del Brasil, excusando algunos de los actos de
vandalaje de sus connacionales, se avanzó a decir, a principios
de 1893, que el cuartel general de los revolucionarios de Río
Grande estaba en Rivera y que eso podía dar lugar a invasiones
de fuerzas brasileñas. Nuestra Cancillería se apresuró a re-