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Año 38, nº 124 (1929) - Publicaciones Periódicas del Uruguay

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370 Anales de la Universidad<br />

lativo, y en 186 5, bajo el Gobierno de Aguirre, que comisionó<br />

con ©se objeto al propio doctor Joanicó, No se trataría de un<br />

protectorado, decía ese diario, ni de limitar en ningún sentido<br />

la soberanía nacional, sino pura y simplemente de una declaración<br />

de Inglaterra, Francia, Italia, España y Estados Unidos,<br />

destinada a garantir la neutralidad votada por la Asamblea.<br />

Ed graive litiígio terminó, fjlizmente, mediante un acuemdio<br />

honroso que sometía el problema de límites al arbitraje <strong>del</strong><br />

Gobierno inglés. Ya el año anterior, había terminado en igual<br />

forma, por «1 fallo arbitral <strong>del</strong> Gobierno de Washington, el<br />

litigio secular de las Misiones entre la Argentina y el Brasil.<br />

Jjii revolución de Río Grande.<br />

La Provincia de Río Grande permaneció en estado de guerra<br />

civil con el Gobierno Federal hasta mediados de 1895, emauando<br />

de esa situación frecuentes incursiones al territorio oriental,<br />

acompañadas de asesinatos y saqueos que mantenían en<br />

continuo sobresalto a nuestros habitantes de la frontera.<br />

En el curso de em lucha, que fué larga y sangrienta, desemfcarcairon<br />

en las costas de Rocha alrededor de dos mil tripulantes<br />

de los barcos de la escuadra brasileña plegados a la revolución<br />

y jabandonados luego. Las dos terceras partes de esos soldados,<br />

fueron traídos a Montevideo y alojados y mantenidos por la<br />

Comisión Nacionail de Caridad. Nuestra» lOamcillería gestionó y<br />

obtuvo, además, que el Gobierno brasileño reTiunciara al castigo<br />

de los sublevados y consintiera en BU regreso.<br />

El jefe civil de la revolución, era el doctor Ga»par Silveyra<br />

Martins. Contra él existía una orden de destierro expedida duríinte<br />

la Administración deJ doctor Herrera y Obes, pero no<br />

cumplida, en virtud <strong>del</strong> compromiso moral contraído por aquel<br />

eminente estadista de no ir a la frontera y quedar residenciado<br />

en Montevideo. La violación <strong>del</strong> compromiso dio margen al Gobierno<br />

<strong>del</strong> señor Idi^rte Borda para hacer efectivo el destierro,<br />

dando con ello mérito a una interpeüacién de la Cámara de Diputados.<br />

El destierro era una pena que ei Poder Ejecutivo no<br />

tenía el derecho de aplicar. Pero la Cámara, después de oír la

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