Año 38, nº 124 (1929) - Publicaciones Periódicas del Uruguay

Anales de la Universidad 199
pero reservándose juzgar el modo y forma de la elección antes
de aceptar o no el cargo.
«No he podido menos de lamentar, — decía en su nota, —
el giro que se ha dado al movimiento electoral y el sello genuinamente
oficial que se le ha impreso lo mismo en la ley que
en los hechos del Poder Ejecutivo y sólo a condición de que
la elección que en mi persona recaiga, por las condiciones en
que se produjese, fuera expresión rigurosa de un sentimiento
y de una tendencia contrarias, llevando a mi ánimo el convencimiento
de que mi elección era la voluntad manifiesta del departamento,
a despecho de la imposiioión oficial, me creería
habilitado para acel^tar el cargo. . . Las elecciones se han hecho
por la influencia y bajo la influencia del Presidente de la República,
quien al proceder así ha tenido la franqueza de anunciar
solemnemente con anticipación que así procedería.»
Tales manifestaciones demostraban que el rechazo se produciría
después de la elección, y entonces el Colegio Electoral,
para no verse desairado, proclamó otra candidatura.
A esas protestas se agregó la del doctor Lorenzo Barbagelata,
quien al rehusarse a ocupar más tarde una banca en la Cámara
de Diputados, decía, refiriéndose a los mismos comicios:
«Son del dominio público los sucesos que se desarrollaron en
el último período electoral. . . Nadie ignora que se violaron las
prácticas democráticas del sufragio y se reconoció por los elementos
dirigentes de los comicios que la intervención directa
del Poder Ejecutivo en la renovación de la representación nacional,
era perfectamente legitima y constitucional... ÍEntraríá
a la Cámara contrariado, sin autoridad, porque carecería de la
fuerza moral necesaria para conservar mi Independencia con
respecto al Poder a quien debería al fin y al cabo mi sillón
de diputado. . . Creo que los que hemos tenido ciertos ideales
v defendido ciertos principios, no debemos olvidarlos en ¿las
de prueba si aspiramos a que triunfen en el porvenir y se encarnen
en el corazón de las multitudes.»
El problema presidenciaü del año 1894.
Si tan fuerte intervención había tenido el doctor Herrera en
los comicios de noviembre de 1893, era porque la Tegislatura
que entonces se elegía estaba llamada a resolver el problema