Año 38, nº 124 (1929) - Publicaciones Periódicas del Uruguay

516 Anales de la Onivcrsidad
tares, se recordaba siempre un caso famoso ocurrido durante la
Administración del doictor Vidal. El padre de un roraado, que
traía muy buenas reconiend'aciones de los jefes militares de su
departamento, se presentó en el despacbo del Ministro de la
Guerra, coronel Máximo Santos, en demanda de la libertad de
su hijo. El ministro negó la existeaicia de la leva, pero ante la
insisteancia del reclamante lo invitó a concurrir al cuartel, para
pnobarle que aillí no estaba su hijo. Una vez en el cuartel, Santoshizo
formar las compañías, para que el paisano desfilara delante
de ellas. Allí estaba la víctima y al verlo, exclamó el paisano:
«Ese es mi hijo». Entonces Santos hizo avanzar al soldado y,
con un tono formiidable que arrancaba la respuesta ya ordenada
c!e antemano, le preguntó si era cierto que aquel hombre fuera
su padre. «No», contestó el interpelado, sabiendo el castigo que
le esperaba. Y el pobre padre fué sacado a empujones por mentiroso!
Eran frecuentes, por eso, las deserciones que periódicamente
obligaban al Ministro de la Guerra a publicar decretos eximiendo
do todo procedimiento penal a los que regresaran al país, como
eran frecuentes los castigos y actos de violencia dentro de los
cuarteles.
Ese ejército, compuesto en su mayoría de forzados, tuvo que
fesitejar el primer aniversario de la elección presidencial del
señor Idiarte Borda, desfilando, antorcha en mano, por la casa