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Año 38, nº 124 (1929) - Publicaciones Periódicas del Uruguay

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586 anales de la Universidad<br />

fianzas, de invasiones recíprocas de territorio, de desorden común<br />

que tanta sangre ha derramado y tanta ruina y retroceso<br />

ha causado en una y otra orilla <strong>del</strong> Plata».<br />

Y en idénticos términos se expresó el doctor Alcorta. Este víaje,<br />

dijo a uno de los reporters de la prensa, es un viaje de<br />

confraternidad americana, dentro <strong>del</strong> cual caben los anhelos progresistas<br />

de estos países; nada acere? más a las nacionalidades<br />

que el acercamiento de las personas en quienes ellas <strong>del</strong>egan<br />

su representación.<br />

Durante largos años — decía «El Siglo» comentando estas declaraciones<br />

— hemos sido víctimas d-e esa política de suspicacia,<br />

de invasión de territorios, contra la que el general Roca ha resuelto<br />

reaccionar. En Buenos Aires, en el litoral argentino, en<br />

la frontera terrestre, se han incubad'j todas y cada una de las<br />

revoluciones, buenas o malas, que m vienen sucediendo desde<br />

hace medio siglo, apoyándose desdo allí con igual entusiasmo,<br />

los movimientos armados contra gobiernos respetuosos de las<br />

instituciones y honrados en el manejo de la hacienda pública,<br />

que contra gobernantes que convertírm el erario nacional en caja<br />

particular y violaban todas las instituciones, sin exceptuar<br />

una sola. Las tres cuartas partes de los movimientos armados<br />

que han arruinado al <strong>Uruguay</strong> y desitruído Sius fuentes de riquezas,<br />

habrían fracasado en sus comienzos sin la protección oficial<br />

que encontraban en los países vecinos, principalmente en la<br />

Argentina. Repudiada esa política, remo acaba de serlo por el<br />

general Roca, iniciada en su reemplazo una política de confraternidad<br />

americana, la República Oriental podrá respirar tranquila,<br />

en la seguridad absoluta de que mientras tenga gobiernos<br />

respetuosos de la opinión, ningún movimiento revolucionario<br />

perturbará el desarrollo de sus fuerzas económicas.<br />

Continuaba, todavía en esos momentos el litigio de límite»<br />

entre la Argentina y Chile, que recién terminó a mediados de<br />

1902 con el tratado de arbitraje, y cada vez que las alterna,<br />

tivas <strong>del</strong> litigio inclinaban violentamente a la guerra, especialmente<br />

en 1898 y en 1901, «El Siglo» recordaba la tesis, que<br />

antes había sustentado, sobre neutra-idad <strong>del</strong> <strong>Uruguay</strong>, apoyada<br />

o garantida por Francia, Inglaterra, Italia, Estados Unidos, único<br />

medio de evitar que la vorágine ros envolviera en la lucha.<br />

También arribaron las cancillerías <strong>del</strong> Plata en ese mismo<br />

I^eríodo, a un acuerdo especial sobra balizamiento <strong>del</strong> canal <strong>del</strong><br />

Infierno, desoyendo nuestro Gobierno la propaganda de «El Si-

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