Año 38, nº 124 (1929) - Publicaciones Periódicas del Uruguay

62 Anales de la Universidad
Bu 1887, volvió el Gobierno sobre suis pasos, a raíz de una
reunión de comerciantes celebrada en ©1 Salto, en la que el señor
Morixe, representante del Ferrocarril Noroeste, leyó una
exposición que demostraba que todo el tráfico se hacía por intermedio
de la línea de Concordia.
De acuerdo con el nuevo áecireto, las medidais dictadas contra
el qoBtrabando quedaban a cargo de laa aduanas nacioliales
y no de las aduanas extranjeras. Los bultos que salieran
de la Aduana de Montevideo, rumibo a la del Salto, para continuar
por las vías terrestres de Santa Rosa y San Eugenio, con
destino a los países limítrofes, deberían ir acompañadas de un
manifiesto con declaración expresa de las mercaderías, pero al
»6lo efecto del contralor nacional, como era lo procedente y lo
que convenía.
Bl Gobierno Argentino, que no se contentaba con la parte que
ya había absorbido a la sombra de nuestra desiastrosa reglamentación
de 1874, exigió en 1888 que lo's barcos procedentes de
cueatros puertos entregasen a las aduanas argentinas de su
pasaje, un manifiesto detallado del contenido, clase, cantidad y
calidad de cada bulto. Buscaba con ello reconcentrar todo el
tránsito en Buenos Aires.
Con el propósito de entonar nuestro comercio de tránsito, presentó
el doctor Manuel B. Otero a la Cámara de Diputados en
él mismo año, un proyecto de ley por ei cual eran declarados
fraiDcos, para la importación y exportación, los territorios fronterizos
de Santa Roisa, y Artigas.
En la Provincia de Río Grande — decía el doctor Otero fundando
su proyecto — se venden muchas mercaderías a precio
inferior a los que rigen en Montevideo, P'Or efecto de las tarifas
diferenciales que ha establecido el Brasil para combatir el
contrabando. Rivera decae y en cambio Santa Ana se convierte
en una especie de zona franca, donde se surten los mismos comerciantes
de nuestra frontera. En la époea de Latorre había
©n Rlif«ra 14 ciaaas introductoras. Esas casas — comcluía el orador
—r han transpuesto la línea fronteriza y están ahora instaladas
«n Rivera.
Pero la Cámara no llegó a ocuparse del importante asunto,
tomeroaa sin duda de los ri'esgos inhierentes al establecimiento
dp un territorio franco en la frontera, que podía tornarse en
foeo pedteroeo de contrabando nacional.