Año 38, nº 124 (1929) - Publicaciones Periódicas del Uruguay

Anales de la Universidad 375
fuerzas gubernistas 45 muertos y 106 heridos. La versión nacionalista
atribuía 6,000 hombres al ejército de Villar y 3,000 al
de Aparicio Saravia y calculaba las bajas de este último en 68
muertos y 40 heridos.
Después de estos encuentros, que ocurrieron en loa meses de
marzo, abril y mayo, sobrevino un período de correrías, que se
prolongó hasta el mes de junio, eu, que ocurrió otro combate
entre el ejército dei general Muniz y las fuerzas revolucionarias
del coronel Trías en Aceguá, En su parte oficial, el general Muniz
calculaba sus bajas en 12 muertos y 35 heridos y las d«l
ejército revolucionario en 150.
Tres observaciones salientes sugería al pueblo el cuadro de
esta guerra civil: la reacción radical contra el degüello de los
heridos; la ipequeñez relativa de las fuerzas en pugna; él despilfarro
adminis'trativo.
Los adversarios heridos, eran solícitameint© atendidos en uno
y otro cami)©, revelándose con ello que habían desaparecido los
odios salvajes de las anterioreis contiendas. La crónica de la
época, sólo exceptúa de esa corriente humanitaria, al comandante
gubernista Ciriaco Sosa. Pero la excepción era tan formidable,
que la prensa oficial se creyó obligada a exigir que el
comandante iSosia acusara a los que le habían imputado el degüello
de prisioneros.
En cuanto al número de los revolucionarios, bastará recordar
que la revolución del año 1870 congregó, en torno del general
Timoteo Aparicio, alrededor de 14,000 soldaidos, dentro de una
población general de 400,000 habitantes, mientras que la revolución
de Aparicio Saravia sólo alcanzó a reunir la tercera parte
de ese ejército, a pesar de haberse duplicado la población del
país. Es que una fracción considerable del Partido Blanco, estaba
con su caudillo, el general Muniz, del lado del Gr-obiemo y otra,
cu que actuaban caudillos tan prestigiosos como los coroniélea
Pampillón y Saura, permanecía al margen di los sucesos, y sus
cürígentes hasta &e dejaban arrestar por la policía, resueltos a
no embarcarse en la contienda.
El deiS/pilfarro administrativo, el enorme desipilfarro de los
dineros públicos, a que daba pretexto la guerra, llegó a traducirse
en la frase «puntada larga», con que el jefe de la proveeduría
apuraba a las costureras, para que trabajaran de cualquier
modo, aunque dejando sin coser los ponchos y vestuarios,