Año 38, nº 124 (1929) - Publicaciones Periódicas del Uruguay

Anales áe la Universidad 859
señor Herrera, una carta procedente de Nueva Zelandia, franqueada
con 2 y medio peniques, equivalentes a .5 centesimos,
podía ser llevada a domicilio sin recargo alguno, mientras que
otra carta procedente de Pando, estaba gravada con 5 centesimos
a cargo del librador y con 4 centesimos a cargo del destinatario.
La anomalía era tan saltante, que el Gobierno pasó en el
acto los antecedentes a la Asamblea y ésta sancionó en 18 J 3
una ley que, a la vez que suprimía el recargo de 4 centesimos,
reformaba así la tarifa postal:
La correspondencia interna pagará 5 centesimos por cada 15
gramos o fracción, de carta o pieza cerrada; 2 centesimos dentro
de la misma localidad; 2 centesimos por tarjeta postal sencilla:
1 centesimo por cada 50 gramos de papeles de negocio o muestras;
1 centesimo por cada 100 gramos de impresos.
La cuestión religiosa.
Las relaciones entre el Estado y la Iglesia, fueron may cordiales
durante la Administración del doctor Herrera y Obes,
El Presidente se había ganado las simpatías del clericalismo,
con su intervención en la enseñanza universitaria. Ya hemos dicho
en qué consistía esa intervención y de que manera se gloriaba
de ella el doctor Herrera en su Mensaje de apertura de las
sesiones ordinarias del Cuerpo Legislativo en 18 91.
Pocos días después de la lectura de ese Mensaje, tenía lugar
la recepción de Monseñor Soler como Obispo de Montevideo y
todo el ejército desfilaba en su honor por las calles de la ciudad,
y el Gobierno asistía al tedeum conmemorativo en la Iglesia
Matriz.
«Juro y prometo por los santos evangelios — tal era la fórmula
del juramento del obispo Soler — obediencia y fidelidad
al Gobierno de la República e igualmente prometo no coadyuvar
a ninguna propuesta personal y consejo que sea nocivo a la
tranquilidad e independencia de la República.»
Al año siguiente se dirigió el Ministro de Gobierno al Monasterio
de Buen Pastoir, preguntando en que forma y condiciones
podría darse allí asilo a las muchachas menores desamparadas
de sus familia.s y entregadas a la prostitución. El Miniístro hablaba
de un centenar de muchachas. Contestó el síndico del
Monasterio que sólo podrían recibirse 20, al precio de 8 pesos