22.04.2013 Views

Las estaciones de la imaginación - rodriguezalvarez.com

Las estaciones de la imaginación - rodriguezalvarez.com

Las estaciones de la imaginación - rodriguezalvarez.com

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

6. EL LADO OSCURO DE LO IDEAL: LOS DEMONIOS O LAS MÁQUINAS EN EL JARDÍN<br />

90<br />

95<br />

100<br />

105<br />

110<br />

115<br />

120<br />

125<br />

130<br />

mundo aquí, en Nueva Ing<strong>la</strong>terra. Los diáconos* <strong>de</strong> muchas iglesias han bebido<br />

conmigo el vino <strong>de</strong> <strong>la</strong> <strong>com</strong>unión; los capitu<strong>la</strong>res* <strong>de</strong> varias ciuda<strong>de</strong>s me consi<strong>de</strong>ran<br />

su presi<strong>de</strong>nte; y <strong>la</strong> mayoría <strong>de</strong>l Gran Tribunal General sustenta firmemente<br />

mis intereses. También el gobernador y yo... pero éstos son ya secretos<br />

<strong>de</strong> estado.<br />

—¿Es posible? —exc<strong>la</strong>mó Goodman Brown, con una mirada admirativa a<br />

su imperturbable <strong>com</strong>pañero—. Sea <strong>com</strong>o fuere, no tengo nada que ver con el<br />

gobernador y el consejo; ellos son quienes son, y no pue<strong>de</strong>n servir <strong>de</strong> ejemplo<br />

a un simple <strong>la</strong>briego <strong>com</strong>o yo. Pero, si sigo a<strong>de</strong><strong>la</strong>nte, ¿cómo me atreveré a<br />

sostener <strong>la</strong> mirada <strong>de</strong> ese buen anciano, nuestro ministro, cuando vuelva a<br />

Salem? Su voz me haría temb<strong>la</strong>r cada vez que entrase en <strong>la</strong> iglesia a <strong>la</strong> celebración<br />

<strong>de</strong>l Sabbat o a <strong>la</strong> prédica* <strong>de</strong> los jueves.<br />

El viajero más viejo había escuchado hasta aquí con <strong>la</strong> mayor <strong>com</strong>postura*;<br />

pero ahora estalló en un ataque <strong>de</strong> irreprimible hi<strong>la</strong>ridad, agitándose tan<br />

violentamente, que su serpentino bastón parecía realmente retorcerse por simpatía.<br />

—¡Ja, ja, ja! —gritaba una y otra vez—; hasta que al fin, calmándose, dijo:<br />

—Sigue Goodman Brown, sigue; pero, por favor, no me mates <strong>de</strong> risa.<br />

—Bien; pues, para acabar el asunto <strong>de</strong> una vez —dijo Goodman Brown,<br />

bastante amoscado*—, queda mi mujer, Fe. Esto <strong>de</strong>strozaría su amado y tierno<br />

corazón; y antes prefiero <strong>de</strong>strozar el mío.<br />

—Bueno, si ese es el caso —respondió el otro—, haz lo que te parezca<br />

Joven Goodman. No querría ni por veinte viejas, <strong>com</strong>o <strong>la</strong> que cojea <strong>de</strong><strong>la</strong>nte <strong>de</strong><br />

nosotros, que Fe sufriera daño alguno.<br />

Y, mientras hab<strong>la</strong>ba, seña<strong>la</strong>ba con su bastón a una figura femenina que iba<br />

por <strong>la</strong> senda, en <strong>la</strong> que Goodman Brown reconoció a una dama piadosa y<br />

ejemp<strong>la</strong>r, que le había enseñado el catecismo cuando niño y era todavía su<br />

consejera moral y espiritual, juntamente con el ministro y el diácono Gookin*.<br />

—Es realmente increíble que Goody Cloyse se haya a<strong>de</strong>ntrado tanto en el<br />

bosque a estas horas —dijo—. Pero, con tu permiso, amigo, prefiero dar un<br />

ro<strong>de</strong>o hasta que <strong>de</strong>jemos atrás a esa cristiana mujer. Siéndole tú <strong>de</strong>sconocido,<br />

pue<strong>de</strong> preguntarme con quién iba y a dón<strong>de</strong>.<br />

—Sea <strong>com</strong>o quieres —dijo su <strong>com</strong>pañero—. Toma tú por los bosques y<br />

déjame seguir el sen<strong>de</strong>ro.<br />

El joven se apartó entonces, pero tuvo buen cuidado <strong>de</strong> observar a su a<strong>com</strong>pañante,<br />

que continuó sigilosamente por el camino hasta tener al alcance <strong>de</strong> su<br />

bastón a <strong>la</strong> anciana. Ésta, mientras tanto, avanzaba a buen paso, con singu<strong>la</strong>r<br />

velocidad para mujer <strong>de</strong> tantos años, y murmurando pa<strong>la</strong>bras indiscernibles*,<br />

una oración, sin duda, mientras caminaba. El viajero a<strong>de</strong><strong>la</strong>ntó el bastón y tocó<br />

su marchito cuello con lo que parecía <strong>la</strong> co<strong>la</strong> <strong>de</strong> <strong>la</strong> serpiente.<br />

—¡El diablo! —exc<strong>la</strong>mó <strong>la</strong> piadosa dama.<br />

—¡De modo que Goody* Cloyse reconoce a su viejo amigo! —observó el<br />

viajero, p<strong>la</strong>ntándose frente a el<strong>la</strong> apoyado en su retorcido bastón.<br />

—Ah, ¿es <strong>de</strong> verdad vuestra merced? —exc<strong>la</strong>mó <strong>la</strong> buena señora—. Sí, es<br />

cierto; y es <strong>la</strong> viva imagen <strong>de</strong> mi viejo <strong>com</strong>padre Goodman Brown, el abuelo<br />

<strong>de</strong>l mentecato que ahora vive. ¿Querrá creer vuestra merced que mi escoba ha<br />

religiosos que no<br />

son aún sacerdotes<br />

cabildos, regidores<br />

<strong>com</strong>entario bíblico<br />

al que se asistía<br />

semanalmente<br />

<strong>de</strong>coro, discreción<br />

perturbado, irritado<br />

Posiblemente Daniel<br />

Cookin, magistrado<br />

Puritano y misionero<br />

piadoso.<br />

indistintas, confusas<br />

Nombre respetuoso<br />

dado a <strong>la</strong>s amas <strong>de</strong><br />

casa.<br />

95

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!