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Las estaciones de la imaginación - rodriguezalvarez.com

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2. VINCULACIÓN DE LA VIDA HUMANA A LA SIMPLICIDAD DEL MUNDO NATURAL COMO FUENTE VIVIFICADORA<br />

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pienso so<strong>la</strong>mente en alimentar el estómago con fruta, fabrico aire para los pulmones.<br />

Cuando estos árboles crezcan, ¡cuánto oxígeno producirán!<br />

Recordó su llegada a Marte. Como otros mil paseó los ojos por <strong>la</strong> apacible<br />

mañana y se dijo:<br />

—¿Qué haré yo en este mundo? ¿Habrá trabajo para mí?<br />

Luego se había <strong>de</strong>smayado.<br />

Volvió en sí, tosiendo. Alguien le hacía respirar un frasco <strong>de</strong> amoníaco.<br />

—Se sentirá bien en seguida —dijo el médico.<br />

—¿Qué me ha pasado?<br />

—El aire enrarecido. Algunos no pue<strong>de</strong>n adaptarse. Me parece que tendrá que<br />

volver a <strong>la</strong> Tierra.<br />

—¡No!<br />

Se sentó y casi inmediatamente se le nubló <strong>la</strong> vista y Marte giró dos veces bajo sus<br />

pies. Ensanchó los pulmones y los obligó a beber el profundo vacío.<br />

—Ya me acostumbraré. ¡Tengo que quedarme aquí!<br />

Lo <strong>de</strong>jaron allí, acostado, boqueando horriblemente, <strong>com</strong>o un pez.<br />

Aire, aire, aire, pensaba. Me mandan <strong>de</strong> vuelta por falta <strong>de</strong> aire. Y volvió <strong>la</strong><br />

cabeza hacia los campos y colinas marcianos. Y cuando se le ac<strong>la</strong>raron los ojos vio<br />

en seguida que no había árboles, ningún árbol, ni cerca, ni lejos: era una tierra<br />

<strong>de</strong>snuda, negra, <strong>de</strong>so<strong>la</strong>da, sin una hierba. Aire, pensó, mientras una sustancia enrarecida<br />

le silbaba en <strong>la</strong> nariz. Aire, aire. Y en <strong>la</strong> cima <strong>de</strong> <strong>la</strong>s colinas, en <strong>la</strong> sombra <strong>de</strong> <strong>la</strong>s<br />

<strong>la</strong><strong>de</strong>ras y aun a oril<strong>la</strong>s <strong>de</strong> los arroyos ni un árbol, ni una solitaria brizna <strong>de</strong> hierba.<br />

¡Naturalmente! Sintió que <strong>la</strong> respuesta no le venía <strong>de</strong>l cerebro, sino <strong>de</strong> los pulmones<br />

y <strong>la</strong> garganta. Y <strong>com</strong>o si ese pensamiento fuese una repentina ráfaga <strong>de</strong> oxígeno<br />

puro, se recuperó totalmente. Hierba y árboles. Se miró <strong>la</strong>s manos, el dorso, <strong>la</strong>s<br />

palmas. Sembraría hierba y árboles. Esa sería su tarea, luchar contra lo que le<br />

impedía quedarse en Marte. Libraría una privada guerra vegetal contra Marte. Ahí,<br />

en ese suelo tan antiguo, <strong>la</strong>s p<strong>la</strong>ntas habrían muerto <strong>de</strong> vejez. Pero, ¿y si trajera<br />

nuevas especies? Árboles terrestres, gran<strong>de</strong>s mimosas, sauces llorones, magnolias,<br />

majestuosos eucaliptos. ¿Qué pasaría entonces? Quién sabe qué riqueza mineral no<br />

ocultaba el suelo, y que no asomaba a <strong>la</strong> superficie porque los helechos, <strong>la</strong>s flores,<br />

los arbustos y los árboles viejos habían muerto <strong>de</strong> cansancio.<br />

—¡Permítanme levantarme! —gritó—. ¡Quiero ver al Coordinador!<br />

Habló <strong>de</strong> árboles y p<strong>la</strong>ntas con el Coordinador, toda una mañana. Pasarían meses,<br />

o años, antes que se organizasen <strong>la</strong>s p<strong>la</strong>ntaciones. Hasta ahora, los alimentos se<br />

traían conge<strong>la</strong>dos <strong>de</strong>s<strong>de</strong> <strong>la</strong> Tierra, en <strong>la</strong>s cámaras frigoríficas vo<strong>la</strong>ntes, y los escasos<br />

jardines públicos ver<strong>de</strong>aban en <strong>la</strong>s insta<strong>la</strong>ciones hidropónicas.<br />

—Entre tanto, ésta será su tarea —dijo el Coordinador—. Le entregaremos todas<br />

nuestras semil<strong>la</strong>s, no son muchas. No sobra espacio en los cohetes por ahora. A<strong>de</strong>más,<br />

<strong>com</strong>o estas primeras ciuda<strong>de</strong>s son colectivida<strong>de</strong>s mineras, creo que sus p<strong>la</strong>ntaciones<br />

no contarán con muchas simpatías.<br />

—¿Pero me <strong>de</strong>jarán trabajar?<br />

Lo <strong>de</strong>jaron. En una simple motocicleta, con <strong>la</strong> caja llena <strong>de</strong> semil<strong>la</strong>s y estacas,<br />

llegó a este valle solitario, y echó pie a tierra.<br />

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