22.04.2013 Views

Las estaciones de la imaginación - rodriguezalvarez.com

Las estaciones de la imaginación - rodriguezalvarez.com

Las estaciones de la imaginación - rodriguezalvarez.com

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

7. VULNERABILIDAD DE LO IDEAL DEL ENTORNO NATURAL Y HUMANO POR UN INMENSO PODER<br />

Hans C. An<strong>de</strong>rsen (1805-1875)<br />

5<br />

10<br />

15<br />

20<br />

25<br />

30<br />

35<br />

40<br />

EL SOLDADITO DE PLOMO<br />

Había una vez veinticinco soldaditos <strong>de</strong> plomo, y todos se parecían unos a<br />

otros <strong>com</strong>o hermanos porque habían nacido <strong>de</strong> una misma madre, una vieja<br />

cuchara <strong>de</strong> plomo. El fusil al hombro, mirando al frente, con el uniforme rojo y<br />

azul, ¡qué soberbio* aspecto tenían todos!<br />

Estaban metidos los veinticinco en una caja <strong>de</strong> cartón estrecha y oscura. Y un<br />

buen día, alguien levantó <strong>la</strong> tapa. La primera cosa que escucharon en este mundo,<br />

fue este grito:<br />

—¡Soldados <strong>de</strong> plomo!<br />

Lo <strong>la</strong>nzó un chiquillo, dando palmadas <strong>de</strong> alegría.<br />

El chiquillo había recibido los soldaditos <strong>de</strong> plomo <strong>com</strong>o regalo <strong>de</strong> su cumpleaños.<br />

Los sacó en seguida <strong>de</strong> <strong>la</strong> caja y los colocó sobre <strong>la</strong> mesa. Todos los<br />

soldaditos eran exactamente iguales, excepto uno, que sólo tenía una pierna, pues<br />

lo habían fundido* el último y el plomo no bastaba. Pero con esta pierna se<br />

sostenía tan firme <strong>com</strong>o los otros con dos. Y fue con él precisamente con quien<br />

ocurrió <strong>la</strong> admirable historia que ahora os contaré.<br />

En <strong>la</strong> mesa don<strong>de</strong> el chiquillo colocó sus soldaditos, había otros muchos<br />

juguetes. Pero el más bonito <strong>de</strong> todos era un maravilloso castillo <strong>de</strong> cartón. A<br />

través <strong>de</strong> sus pequeñas ventanas se podían ver los salones. De<strong>la</strong>nte <strong>de</strong>l castillo, un<br />

espejo representaba un pequeño <strong>la</strong>go, ro<strong>de</strong>ado <strong>de</strong> arbolitos, en el que nadaban y<br />

se reflejaban unos cisnes <strong>de</strong> cera.<br />

Todo era precioso, pero lo más lindo* era una muchachita que estaba en <strong>la</strong><br />

entrada <strong>de</strong>l castillo. De cartón también el<strong>la</strong>, llevaba un vestido <strong>de</strong> batista* transparente<br />

y muy ligera, y en los hombros, a modo <strong>de</strong> chal, una cinta azul, con un<br />

reluciente broche en el centro tan gran<strong>de</strong> <strong>com</strong>o su cabeza.<br />

La muchachita mantenía los brazos extendidos, pues era una bai<strong>la</strong>rina, y<br />

levantaba tanto una pierna, que el soldadito <strong>de</strong> plomo no alcanzó a ver<strong>la</strong> y se<br />

creyó que tenía una so<strong>la</strong>, <strong>com</strong>o él.<br />

“Es <strong>la</strong> mujer que me conviene —pensó el soldadito <strong>de</strong> plomo—, pero es<br />

<strong>de</strong>masiado distinguida: vive en un castillo, y yo, en cambio, por toda vivienda<br />

sólo tengo una caja, que <strong>com</strong>parto con veinticuatro camaradas. ¡No hay lugar<br />

para el<strong>la</strong>! Pero quiero conocer<strong>la</strong>.”<br />

Y el soldadito se situó <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> una tabaquera que había sobre <strong>la</strong> mesa, y<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> allí pudo contemp<strong>la</strong>r a sus anchas a <strong>la</strong> linda* bai<strong>la</strong>rina, que continuaba<br />

sosteniéndose sobre un pie sin per<strong>de</strong>r el equilibrio.<br />

Cuando se hizo <strong>de</strong> noche, los otros soldados <strong>de</strong> plomo fueron guardados en <strong>la</strong><br />

caja —al <strong>de</strong> una so<strong>la</strong> pierna no lo pudieron encontrar—, y todas <strong>la</strong>s personas <strong>de</strong><br />

<strong>la</strong> casa se retiraron a dormir. Y cuando reinó el silencio, los juguetes empezaron<br />

a jugar, por su cuenta, a visitas, luego a <strong>la</strong> guerra, y por último organizaron un<br />

baile. Los soldados <strong>de</strong> plomo se movían nerviosos en su caja, pues querían tomar<br />

parte en los juegos, pero no podían levantar <strong>la</strong> tapa. Hasta el cascanueces daba<br />

volteretas, y el pizarrín bailoteaba por <strong>la</strong> pizarra. Se armó tanto ruido y jaleo que<br />

el canario acabó por <strong>de</strong>spertarse y se puso a recitar versos.<br />

Los únicos que no se movieron <strong>de</strong> su sitio fueron el soldadito <strong>de</strong> plomo y <strong>la</strong><br />

espléndido<br />

mol<strong>de</strong>ado<br />

bello<br />

te<strong>la</strong><br />

hermosa<br />

107

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!