22.04.2013 Views

Las estaciones de la imaginación - rodriguezalvarez.com

Las estaciones de la imaginación - rodriguezalvarez.com

Las estaciones de la imaginación - rodriguezalvarez.com

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

12. CÍRCULO DE HORROR Y PÁNICO<br />

90<br />

95<br />

100<br />

105<br />

110<br />

115<br />

120<br />

125<br />

125<br />

130<br />

ban por docenas y por centenares; se extendían a <strong>de</strong>recha e izquierda hasta<br />

don<strong>de</strong> podía escrutarse* en <strong>la</strong> oscuridad creciente, y el bosque negro <strong>de</strong>trás <strong>de</strong><br />

ellos parecía interminable. El suelo mismo parecía <strong>de</strong>sp<strong>la</strong>zarse hacia el arroyo.<br />

De tiempo en tiempo, uno <strong>de</strong> aquellos que había hecho un alto no reanudaba su<br />

camino y yacía* inmóvil: estaba muerto. Algunos se <strong>de</strong>tenían y gesticu<strong>la</strong>ban <strong>de</strong><br />

manera extraña: levantaban los brazos y los <strong>de</strong>jaban caer <strong>de</strong> nuevo, se tomaban<br />

<strong>la</strong> cabeza con ambas manos, extendían sus palmas hacia el cielo <strong>com</strong>o hacen<br />

ciertos hombres durante <strong>la</strong>s plegarias que dicen en <strong>com</strong>ún.<br />

El niño no reparó en todos estos <strong>de</strong>talles que sólo hubiera podido advertir un<br />

espectador <strong>de</strong> más edad. Sólo vio una cosa: eran hombres, y sin embargo, se<br />

arrastraban <strong>com</strong>o niñitos. Eran hombres; nada tenían pues <strong>de</strong> terrible, aunque<br />

algunos llevaran vestimentas que <strong>de</strong>sconocía. Caminó libremente en medio <strong>de</strong><br />

ellos, mirándolos <strong>de</strong> cerca con infantil curiosidad. Los rostros <strong>de</strong> todos eran<br />

singu<strong>la</strong>rmente pálidos; muchos estaban cubiertos <strong>de</strong> rayas y gotas rojas. Esto,<br />

unido a sus actitu<strong>de</strong>s grotescas*, le recordó al payaso pintarrajeado que había<br />

visto en el circo el verano anterior, y se puso a reír al contemp<strong>la</strong>rlos. Pero esos<br />

hombres muti<strong>la</strong>dos y sanguinolentos no <strong>de</strong>jaban <strong>de</strong> avanzar, sin advertir, al<br />

igual que el niño, el dramático contraste entre <strong>la</strong> risa <strong>de</strong> éste y su propia y<br />

horrible gravedad*. Para el niño era un espectáculo cómico. Había visto a los<br />

negros <strong>de</strong> su padre arrastrarse sobre <strong>la</strong>s manos y <strong>la</strong>s rodil<strong>la</strong>s para divertirlo: en<br />

esta posición los había montado, “haciendo creer” que los tomaba por caballos.<br />

Y entonces, se aproximó por <strong>de</strong>trás a una <strong>de</strong> esas formas rampantes*, y <strong>de</strong>spués,<br />

con un ágil movimiento, se le sentó a horcajadas. El hombre se <strong>de</strong>splomó<br />

sobre el pecho, recuperó el equilibrio furiosamente, hizo caer redondo al niño<br />

<strong>com</strong>o hubiera podido hacerlo un potrillo salvaje y <strong>de</strong>spués volvió hacia él un<br />

rostro al que le faltaba <strong>la</strong> mandíbu<strong>la</strong> inferior; <strong>de</strong>s<strong>de</strong> los dientes superiores a <strong>la</strong><br />

garganta, se abría un gran hueco rojo franqueado <strong>de</strong> pedazos <strong>de</strong> carne colgante<br />

y <strong>de</strong> esquir<strong>la</strong>s* <strong>de</strong> hueso. El saliente monstruoso <strong>de</strong> <strong>la</strong> nariz, <strong>la</strong> falta <strong>de</strong> mentón,<br />

los ojos montaraces, daban al herido el aspecto <strong>de</strong> un gran pájaro rapaz con el<br />

cuello y el pecho enrojecidos por <strong>la</strong> sangre <strong>de</strong> su presa. El hombre se incorporó<br />

sobre <strong>la</strong>s rodil<strong>la</strong>s. El niño se puso <strong>de</strong> pie. El hombre lo amenazó con el puño. El<br />

niño, por fin aterrorizado, corrió hasta un árbol próximo, se guareció* <strong>de</strong>trás <strong>de</strong>l<br />

tronco, y <strong>de</strong>spués encaró* <strong>la</strong> situación con mayor seriedad. Y <strong>la</strong> siniestra<br />

multitud continuaba arrastrándose, lenta, dolorosa, en una lúgubre* pantomina,<br />

bajando <strong>la</strong> pendiente <strong>com</strong>o un hormigueo <strong>de</strong> escarabajos negros, sin hacer<br />

jamás el menor ruido, en un silencio profundo, absoluto.<br />

En vez <strong>de</strong> oscurecerse, el hechizado paisaje <strong>com</strong>enzó a iluminarse. Más allá<br />

<strong>de</strong>l arroyo, a través <strong>de</strong>l cinturón <strong>de</strong> árboles, bril<strong>la</strong>ba una extraña luz roja sobre <strong>la</strong><br />

cual se <strong>de</strong>stacaba el negro encaje <strong>de</strong> <strong>la</strong>s ramas; golpeaba <strong>la</strong>s siluetas rampantes*<br />

y proyectaba sobre el<strong>la</strong>s monstruosas sombras que caricaturizaban sus movimientos<br />

en <strong>la</strong> hierba iluminada; caía en sus rostros, tocando su pali<strong>de</strong>z <strong>de</strong> un<br />

color bermellón*, acentuando <strong>la</strong>s manchas que distorsionaban y macu<strong>la</strong>ban* a<br />

tantos <strong>de</strong> ellos, y centelleaba sobre los botones y <strong>la</strong>s partes metálicas <strong>de</strong> sus<br />

ropas. Por instinto, el niño se volvió hacia aquel resp<strong>la</strong>ndor siempre creciente, y<br />

bajó <strong>la</strong> colina con sus horribles <strong>com</strong>pañeros; en pocos instantes, había pasado al<br />

primero <strong>de</strong> <strong>la</strong> multitud, hazaña fácil dada su manifiesta superioridad sobre<br />

todos. Se colocó a <strong>la</strong> cabeza, el sable <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra siempre en <strong>la</strong> mano, y dirigió<br />

verse, reconocerse<br />

estaba en el suelo<br />

absurdas, ridícu<strong>la</strong>s<br />

tragedia<br />

que se arrastran<br />

fragmentos<br />

protegió<br />

afrontó<br />

tenebrosa<br />

que se arrastran<br />

rojo / manchaban<br />

201

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!