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Las estaciones de la imaginación - rodriguezalvarez.com

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7. VULNERABILIDAD DE LO IDEAL DEL ENTORNO NATURAL Y HUMANO POR UN INMENSO PODER<br />

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cabeza. Entonces pensó en su gentil* bai<strong>la</strong>rina, a <strong>la</strong> que no volvería a ver más, y<br />

le pareció oír una voz que cantaba:<br />

¡Soldado, soldado!<br />

¡El peligro es gran<strong>de</strong>,<br />

<strong>la</strong> muerte te espera!<br />

El papel se hizo pedazos y el soldadito se fue al fondo. En aquel mismo<br />

momento se lo tragó un gran pez.<br />

¡Allí sí que se estaba oscuro! Peor aún que en <strong>la</strong> alcantaril<strong>la</strong>, y más estrecho<br />

que en <strong>la</strong> caja. Pero el soldadito <strong>de</strong> plomo se mantenía firme, sin soltar el fusil.<br />

De pronto, el pez empezó a agitarse en todas <strong>la</strong>s direcciones, a hacer unas<br />

contorsiones* horribles y, por fin, se quedó quieto, y en su interior penetró algo<br />

<strong>com</strong>o un relámpago. Apareció <strong>la</strong> luz <strong>de</strong>l día, y alguien exc<strong>la</strong>mó:<br />

—¡El soldadito <strong>de</strong> plomo!<br />

El pez había sido pescado, expuesto en el mercado, vendido y llevado a <strong>la</strong><br />

cocina, y ahora <strong>la</strong> cocinera lo había abierto con un gran cuchillo. Cogiendo por el<br />

cuerpo con dos <strong>de</strong>dos al soldadito, lo llevó a <strong>la</strong> sa<strong>la</strong>.<br />

Todos querían ver aquel personaje notable* que había viajado en el vientre <strong>de</strong> un<br />

pez. Pero el soldadito <strong>de</strong> plomo no se sentía nada orgulloso. Lo pusieron <strong>de</strong> pie<br />

encima <strong>de</strong> <strong>la</strong> mesa y —¡qué cosas tan raras ocurren en el mundo!— se encontró en <strong>la</strong><br />

misma habitación <strong>de</strong> don<strong>de</strong> lo tiraron por <strong>la</strong> ventana. Eran los mismos niños y los<br />

mismos juguetes sobre <strong>la</strong> mesa; allí seguía el hermoso castillo <strong>de</strong> cartón con <strong>la</strong> linda<br />

bai<strong>la</strong>rina, siempre sosteniéndose sobre un pie y con <strong>la</strong> otra pierna al aire.<br />

¡El<strong>la</strong> también era intrépida*!<br />

El soldadito se sintió tan emocionado que hubiera querido llorar lágrimas <strong>de</strong><br />

plomo, pero eso habría sido impropio <strong>de</strong> él. La miró, el<strong>la</strong> le miró también, pero<br />

no se dijeron nada.<br />

De pronto, uno <strong>de</strong> los chiquillos cogió al soldadito <strong>de</strong> plomo y, sin más ni más,<br />

lo tiró a <strong>la</strong> chimenea; seguramente <strong>la</strong> culpa <strong>la</strong> tuvo el duen<strong>de</strong> <strong>de</strong> <strong>la</strong> tabaquera.<br />

El soldadito <strong>de</strong> plomo cayó entre <strong>la</strong>s l<strong>la</strong>mas y quedó todo iluminado, sintiendo<br />

un calor tremendo, pero no sabía si era <strong>de</strong>bido al fuego o al amor. Todos sus<br />

colores se habían borrado a consecuencia <strong>de</strong>l viaje o por <strong>la</strong> pena que sentía; nadie<br />

habría podido <strong>de</strong>cirlo. Miró a <strong>la</strong> muchachita y el<strong>la</strong> le miró a él. En aquel momento<br />

sintió que se <strong>de</strong>rretía, pero continuó con su fusil al hombro, siempre intrépido.<br />

En esto se abrió <strong>la</strong> puerta y una ráfaga <strong>de</strong> viento se llevó a <strong>la</strong> bai<strong>la</strong>rina, que,<br />

cual una sílfi<strong>de</strong>*, fue a parar vo<strong>la</strong>ndo junto al soldadito <strong>de</strong> plomo; envuelta en<br />

l<strong>la</strong>mas, <strong>de</strong>sapareció en un instante. El soldadito se fundió, quedando reducido a<br />

una pequeña masa <strong>de</strong> plomo.<br />

Cuando, al día siguiente, <strong>la</strong> sirvienta sacó <strong>la</strong>s cenizas <strong>de</strong> <strong>la</strong> chimenea, encontró<br />

un trocito <strong>de</strong> plomo que tenía <strong>la</strong> forma <strong>de</strong> un pequeño corazón; <strong>de</strong> <strong>la</strong> bai<strong>la</strong>rina<br />

sólo quedaba el broche, <strong>com</strong>pletamente ennegrecido por el fuego.<br />

hermosa, apuesta<br />

retorcimientos<br />

importante<br />

valiente<br />

espíritu femenino<br />

1. Aunque el tono general en El cuento <strong>de</strong> Pedrín el conejo es <strong>de</strong> triunfo, también incluye <strong>com</strong>o parte <strong>de</strong> su estructura<br />

algún episodio trágico muy simi<strong>la</strong>r al <strong>de</strong> <strong>la</strong>s palomas <strong>de</strong>l texto prece<strong>de</strong>nte y al final <strong>de</strong>l Soldadito, ¿cuál?<br />

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