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Las estaciones de la imaginación - rodriguezalvarez.com

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17. EL LADO MECÁNICO Y ALIENANTE DEL ENGRANAJE NATURAL, SOCIAL Y CULTURAL<br />

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—Hab<strong>la</strong>s <strong>de</strong>masiado —repitió Al—. El negro y mi vivo se divierten solos. Y<br />

los tengo bien atados, <strong>com</strong>o dos buenas buenas amigas en el convento.<br />

—Supongo que ha estado usted en un convento.<br />

—Nunca se sabe.<br />

—En un convento kosher*. Ahí es don<strong>de</strong> ha estado.<br />

George miró al reloj.<br />

—Si entra alguien, diga usted que el cocinero se ha ido, y si insiste en<br />

quedarse le dices que se lo haces tú mismo. ¿Entendido, vivo?<br />

—Está bien —dijo George—. ¿Y qué van a hacer con nosotros <strong>de</strong>spués?<br />

—Eso <strong>de</strong>pen<strong>de</strong> —dijo Max—. Ésa es una <strong>de</strong> <strong>la</strong>s cosas que no se sabe hasta<br />

que llegue el momento.<br />

George volvió a mirar el reloj. Eran <strong>la</strong>s seis y cuarto. Se abrió <strong>la</strong> puerta <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

calle. Entró un conductor <strong>de</strong> tranvías.<br />

—¡Ho<strong>la</strong>, George! —dijo—. ¿Está <strong>la</strong> cena?<br />

—Sam se ha ido —dijo George—. Volverá <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> media hora.<br />

—Entonces cenaré en otro sitio —<strong>com</strong>entó el conductor.<br />

George miró el reloj. Eran <strong>la</strong>s seis y veinte.<br />

—Muy bien, vivo —dijo Max—. Eres un <strong>com</strong>pleto* caballero.<br />

—¡Sabía que le hubiera vo<strong>la</strong>do <strong>la</strong> cabeza! —exc<strong>la</strong>mó Al <strong>de</strong>s<strong>de</strong> <strong>la</strong> cocina.<br />

—No —dijo Max—. No es para tanto. El muchacho sabe <strong>com</strong>portarse y eso<br />

me gusta.<br />

A <strong>la</strong>s siete menos cinco, George dijo:<br />

—No va a venir.<br />

Otras dos personas habían entrado en el restaurante. En una ocasión George<br />

fue a <strong>la</strong> cocina a hacer un bocadillo <strong>de</strong> huevos con jamón “para llevar” que pidió<br />

un hombre. Dentro vio a Al, con el sombrero <strong>de</strong> hongo echado hacia atrás,<br />

sentado en un taburete al <strong>la</strong>do <strong>de</strong> <strong>la</strong> ventanil<strong>la</strong> que daba al bar, con <strong>la</strong> boca <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

escopeta <strong>de</strong> cañones recortados apoyada en el bor<strong>de</strong>*. Nick y el cocinero estaban<br />

espalda contra espalda, amordazados cada uno con una toal<strong>la</strong>. George preparó el<br />

bocadillo, lo envolvió en un papel encerado y luego lo colocó en una bolsa, salió<br />

y el hombre pagó y se fue.<br />

—El vivo hace <strong>de</strong> todo —dijo Max—. Si hasta sabe cocinar. Harías una buena<br />

esposa con cualquier chica, muchacho.<br />

—¿Sí? —<strong>com</strong>entó George—. Su amigo, Ole Andreson, no va a venir.<br />

—Vamos a darle diez minutos más —dijo Max.<br />

Miró el espejo y el reloj. <strong>Las</strong> manecil<strong>la</strong>s seña<strong>la</strong>ban <strong>la</strong>s siete; luego <strong>la</strong>s siete y cinco.<br />

—Vamos, Al —dijo Max—. Mejor será que nos vayamos. No va a venir.<br />

—¡Dale otros cinco minutos! —gritó Al <strong>de</strong>s<strong>de</strong> <strong>la</strong> cocina.<br />

Pasados los cinco minutos entró otro hombre y George le dijo que el cocinero<br />

estaba enfermo.<br />

—¿Y por qué diablos no consiguen otro cocinero? —preguntó el hombre—.<br />

¿Acaso esto no es un bar <strong>de</strong> <strong>com</strong>idas?—. Salió.<br />

—Venga, vámonos Al —dijo Max—. ¿Qué hacemos con los dos vivos y el<br />

negro?<br />

—Déjalos. Están bien.<br />

—¿Estás seguro?<br />

—Sí. Hemos terminado aquí.<br />

—No me gusta —manifestó Al—. Esto es una chapuza*. Hab<strong>la</strong>s <strong>de</strong>masiado.<br />

—Pero, ¿y qué diablos importa? —exc<strong>la</strong>mó Max—. Tenemos que tratar <strong>de</strong><br />

divertirnos, ¿no?<br />

Alusión a <strong>la</strong> tradición<br />

judía que<br />

sigue una serie <strong>de</strong><br />

reg<strong>la</strong>s <strong>de</strong> cocina<br />

muy estrictas, máxime<br />

en un convento.<br />

Esta alusión<br />

parece sugerir que<br />

Al, uno <strong>de</strong> los gánsteres,<br />

es <strong>de</strong> origen<br />

judío.<br />

auténtico<br />

alféizar o parte<br />

inferior<br />

trabajo mal hecho<br />

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