22.04.2013 Views

Las estaciones de la imaginación - rodriguezalvarez.com

Las estaciones de la imaginación - rodriguezalvarez.com

Las estaciones de la imaginación - rodriguezalvarez.com

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

20. LOS PRIMEROS ÉXITOS PARCIALES DEL HÉROE EN DESENMASCARAR LAS FUERZAS SOCIALES IMPOSTORAS<br />

50<br />

55<br />

60<br />

65<br />

70<br />

75<br />

80<br />

85<br />

90<br />

95<br />

—¡Oh!, ¿<strong>de</strong> verdad? —dijo el<strong>la</strong>, <strong>com</strong>o si no estuviera al corriente. Mostrar sorpresa por <strong>la</strong> afirmación<br />

<strong>de</strong> su marido formaba parte <strong>de</strong> su amabilidad <strong>de</strong> esposa. Se sacó <strong>de</strong> un bolsillo un pequeño reloj <strong>de</strong> p<strong>la</strong>ta;<br />

y mientras lo sostenía ante el<strong>la</strong> y lo contemp<strong>la</strong>ba con ceñuda atención, el rostro <strong>de</strong> su recién estrenado<br />

marido se iluminaba.<br />

—Se lo <strong>com</strong>pré en San Antonio a un amigo —le dijo jubiloso.<br />

—Son <strong>la</strong>s doce y diecisiete minutos —dijo el<strong>la</strong>, alzando <strong>la</strong> vista hacia él con una coquetería tímida<br />

y torpe. Un pasajero, al darse cuenta <strong>de</strong>l juego, se puso tan sarcástico que se guiñó el ojo a sí mismo en<br />

uno <strong>de</strong> los numerosos espejos.<br />

Por fin, pasaron al vagón restaurante. Dos hileras <strong>de</strong> camareros negros con <strong>de</strong>slumbradores uniformes<br />

b<strong>la</strong>ncos vigi<strong>la</strong>ron su entrada con el interés y también <strong>la</strong> ecuanimidad <strong>de</strong> hombres que ya han sido<br />

prevenidos. La pareja fue a parar al lote <strong>de</strong> un camarero a quien le dio por sentirse <strong>com</strong>p<strong>la</strong>cido<br />

guiándoles a través <strong>de</strong> <strong>la</strong> cena. Los observaba <strong>com</strong>o un piloto paternal, con el rostro radiante <strong>de</strong><br />

benevolencia. El paternalismo, entretejido con <strong>la</strong> <strong>de</strong>ferencia habitual, les pasó <strong>de</strong>sapercibido. Sin<br />

embargo, cuando regresaron a su vagón, había en sus rostros expresión <strong>de</strong> huida.<br />

A <strong>la</strong> izquierda, tras varias mil<strong>la</strong>s <strong>de</strong> pendiente purpúrea había un cinturón <strong>de</strong> nieb<strong>la</strong> por don<strong>de</strong><br />

discurría penetrante el Río Gran<strong>de</strong>. El tren se le acercaba formando un ángulo cuyo vértice era<br />

Yellow Sky. Resultaba evi<strong>de</strong>nte que, a medida que <strong>la</strong> distancia <strong>de</strong> Yellow Sky se iba acortando, el<br />

marido se iba poniendo proporcionalmente tenso. Sus manos color <strong>la</strong>drillo se hicieron más insistentes<br />

en su prominencia. En ocasiones estaba incluso distraído y distante cuando <strong>la</strong> novia se<br />

inclinaba hacia a<strong>de</strong><strong>la</strong>nte para hab<strong>la</strong>rle.<br />

A <strong>de</strong>cir verdad, Jack Potter estaba empezando a sentir que <strong>la</strong> sombra <strong>de</strong> un hecho pesaba sobre<br />

él <strong>com</strong>o una losa <strong>de</strong> plomo. Él, alguacil <strong>de</strong> Yellow Sky, hombre conocido, querido y temido en el<br />

lugar, persona importante, había ido a San Antonio a conocer a una muchacha a <strong>la</strong> que creía amar<br />

y allí, tras <strong>la</strong>s típicas súplicas, <strong>la</strong> había inducido a casarse con él sin consultarle a Yellow Sky ni<br />

una parte <strong>de</strong> <strong>la</strong> transacción. Llevaba ahora a su esposa ante una <strong>com</strong>unidad inocente que no<br />

sospechaba nada.<br />

Naturalmente <strong>la</strong> gente <strong>de</strong> Yellow Sky se casaba <strong>com</strong>o le apetecía, según costumbre generalizada;<br />

pero era tal el concepto que Potter tenía <strong>de</strong> su <strong>de</strong>ber para sus amigos o <strong>de</strong> <strong>la</strong> i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> éstos sobre<br />

su <strong>de</strong>ber, o el concepto implícito que rige a los hombres en estos asuntos, que tenía <strong>la</strong> sensación <strong>de</strong><br />

ser un infame. Había <strong>com</strong>etido un crimen extraordinario. Cara a cara en San Antonio con aquel<strong>la</strong><br />

muchacha y espoleado por su impulso, se había saltado todas <strong>la</strong>s barreras sociales sin pensarlo<br />

siquiera. En San Antonio era <strong>com</strong>o un hombre oculto en <strong>la</strong> oscuridad. Un cuchillo con el que era<br />

fácil separar cualquier <strong>de</strong>ber <strong>de</strong> amigo, tuviera <strong>la</strong> forma que tuiviese, en aquel<strong>la</strong> ciudad remota.<br />

Pero <strong>la</strong> hora <strong>de</strong> Yellow Sky —<strong>la</strong> hora <strong>de</strong> <strong>la</strong> luz— se acercaba.<br />

Sabía muy bien que su boda era algo importante para <strong>la</strong> ciudad. Sólo podría ser superada por un<br />

incendio en el nuevo hotel. Sus amigos no se lo perdonarían. Con frecuencia había reflexionado<br />

sobre <strong>la</strong> conveniencia <strong>de</strong> <strong>de</strong>círselo telegráficamente, pero una cobardía nueva le había dominado.<br />

Había sentido miedo. Y ahora el tren le llevaba a toda velocidad hacia una escena <strong>de</strong> perplejidad,<br />

júbilo y reproche. Miró por <strong>la</strong> ventanil<strong>la</strong> <strong>la</strong> línea <strong>de</strong> neblina, que poco a poco iba avanzando<br />

osci<strong>la</strong>nte hacia el tren.<br />

En Yellow Sky había una especie <strong>de</strong> charanga que tocaba <strong>la</strong>mentablemente, haciendo <strong>la</strong>s<br />

<strong>de</strong>licias <strong>de</strong>l popu<strong>la</strong>cho. Rio con <strong>de</strong>sgana al pensar en el<strong>la</strong>. Si los ciudadanos hubiesen imaginado su<br />

presunta llegada con su esposa, habrían hecho <strong>de</strong>sfi<strong>la</strong>r a <strong>la</strong> charanga por <strong>la</strong> estación y les habrían<br />

escoltado entre vítores y felicitaciones alborozadas hasta su casa <strong>de</strong> adobe.<br />

Decidió que se serviría <strong>de</strong> todas <strong>la</strong>s artimañas <strong>de</strong> <strong>la</strong> velocidad y <strong>la</strong> pericia en <strong>la</strong> l<strong>la</strong>nura para hacer el<br />

trayecto <strong>de</strong> <strong>la</strong> estación a su casa. Una vez a salvo en su ciuda<strong>de</strong><strong>la</strong>, podría hacer público una especie <strong>de</strong><br />

boletín verbal y no se presentaría ante sus congéneres hasta que hubieran tenido tiempo <strong>de</strong> <strong>de</strong>sahogar<br />

parte <strong>de</strong> su entusiasmo. La novia le miró ansiosamente.<br />

—¿Qué es lo que te preocupa, Jack?<br />

—No estoy preocupado, pequeña —dijo riendo—; sólo estoy pensando en Yellow Sky.<br />

391

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!