22.04.2013 Views

Las estaciones de la imaginación - rodriguezalvarez.com

Las estaciones de la imaginación - rodriguezalvarez.com

Las estaciones de la imaginación - rodriguezalvarez.com

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

11. EL OSCURO ENTRAMADO DEL DESTINO: PÉRDIDA DE DIRECCIÓN Y FALTA DE CONOCIMIENTO<br />

Ernest Hemingway (1899-1961)<br />

5<br />

10<br />

15<br />

20<br />

25<br />

30<br />

35<br />

40<br />

UN LUGAR LIMPIO Y BIEN ILUMINADO<br />

Era tar<strong>de</strong> y todos habían salido <strong>de</strong>l café con excepción <strong>de</strong> un anciano que estaba sentado<br />

a <strong>la</strong> sombra que hacían <strong>la</strong>s hojas <strong>de</strong>l árbol, iluminado por <strong>la</strong> luz eléctrica. De día, <strong>la</strong> calle<br />

estaba polvorienta, pero por <strong>la</strong> noche el rocío asentaba el polvo y al viejo le gustaba<br />

sentarse allí hasta tar<strong>de</strong> porque era sordo y ahora por <strong>la</strong> noche reinaba <strong>la</strong> quietud y notaba<br />

<strong>la</strong> diferencia. Los dos camareros que estaban <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>l café sabían que el anciano estaba<br />

un poco ebrio, y, aunque era un buen cliente, sabían que si bebía <strong>de</strong>masiado se iría sin<br />

pagar, <strong>de</strong> modo que lo vigi<strong>la</strong>ban.<br />

—La semana pasada trató <strong>de</strong> suicidarse —dijo uno <strong>de</strong> ellos.<br />

—¿Por qué?<br />

—Estaba <strong>de</strong>sesperado.<br />

—¿Por qué?<br />

—Por nada.<br />

—¿Cómo sabes que era por nada?<br />

—Porque tiene muchísimo dinero.<br />

Estaban sentados uno al <strong>la</strong>do <strong>de</strong>l otro en una mesa próxima a <strong>la</strong> pared, cerca <strong>de</strong> <strong>la</strong> puerta<br />

<strong>de</strong>l café y miraban hacia <strong>la</strong> terraza, don<strong>de</strong> todas <strong>la</strong>s mesas estaban vacías, excepto <strong>la</strong> <strong>de</strong>l<br />

viejo sentado a <strong>la</strong> sombra <strong>de</strong> <strong>la</strong>s hojas, que el viento movía ligeramente. Una muchacha y<br />

un soldado pasaron por <strong>la</strong> calle. La luz <strong>de</strong>l farol brilló sobre el número <strong>de</strong> cobre que llevaba<br />

el hombre en el cuello <strong>de</strong> <strong>la</strong> chaqueta. La muchacha iba sin nada en <strong>la</strong> cabeza y caminaba<br />

<strong>de</strong>prisa a su <strong>la</strong>do.<br />

—Los guardias lo recogerán —dijo uno <strong>de</strong> los camareros.<br />

—¿Y qué importa si consigue lo que busca?<br />

—Sería mejor que se fuera ahora. Los guardias lo cogerán. Han pasado hace cinco<br />

minutos.<br />

El viejo sentado a <strong>la</strong> sombra golpeó con el vaso en el p<strong>la</strong>tillo que tenía a su <strong>la</strong>do. El<br />

camarero más joven se le acercó.<br />

—¿Qué <strong>de</strong>sea usted?<br />

El viejo lo miró.<br />

—Otro coñac —dijo.<br />

—Se va a emborrachar usted —dijo el camarero. El viejo lo miró. El camarero se fue.<br />

—Se quedará toda <strong>la</strong> noche —le dijo a su <strong>com</strong>pañero—. Ya tengo sueño. Nunca me<br />

meto en <strong>la</strong> cama antes <strong>de</strong> <strong>la</strong>s tres <strong>de</strong> <strong>la</strong> mañana. Debería haberse suicidado <strong>la</strong> semana<br />

pasada.<br />

El camarero cogió <strong>la</strong> botel<strong>la</strong> <strong>de</strong> coñac y otro p<strong>la</strong>tillo <strong>de</strong> <strong>la</strong> barra que se había <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>l<br />

café y se encaminó a <strong>la</strong> mesa <strong>de</strong>l viejo. Puso el p<strong>la</strong>tillo sobre <strong>la</strong> mesa y llenó <strong>la</strong> copa <strong>de</strong><br />

coñac.<br />

—Debería haberse suicidado usted <strong>la</strong> semana pasada —le dijo al viejo sordo. El anciano<br />

le hizo una señal con el <strong>de</strong>do.<br />

—Un poco más —murmuró.<br />

El camarero terminó <strong>de</strong> llenar <strong>la</strong> copa hasta que el coñac <strong>de</strong>sbordó y se <strong>de</strong>slizó por el pie<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong> copa hasta llegar al primer p<strong>la</strong>tillo.<br />

187

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!