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Las estaciones de la imaginación - rodriguezalvarez.com

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2. VINCULACIÓN DE LA VIDA HUMANA A LA SIMPLICIDAD DEL MUNDO NATURAL COMO FUENTE VIVIFICADORA<br />

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Eso había ocurrido hacía treinta días, y nunca había mirado atrás. Mirar atrás<br />

hubiera sido <strong>de</strong>scorazonarse para siempre. El tiempo era excesivamente seco; era<br />

poco probable que <strong>la</strong>s semil<strong>la</strong>s hubiesen germinado. Quizá toda su campaña (esas<br />

cuatro semanas en que había cavado <strong>la</strong> tierra con <strong>la</strong> espalda encorvada) estaba<br />

perdida. Miraba fijamente hacia a<strong>de</strong><strong>la</strong>nte, avanzando poco a poco por el inmenso<br />

valle iluminado por el sol alejándose <strong>de</strong> <strong>la</strong> primera ciudad, aguardando <strong>la</strong> llegada <strong>de</strong><br />

<strong>la</strong>s lluvias.<br />

Mientras se cubría los hombros con <strong>la</strong> manta, vio que <strong>la</strong>s nubes se acumu<strong>la</strong>ban<br />

sobre <strong>la</strong>s áridas montañas. Todo en Marte era tan imprevisible <strong>com</strong>o el curso <strong>de</strong>l<br />

tiempo. Imaginó <strong>la</strong>s calcinadas colinas, empapadas por <strong>la</strong> escarcha <strong>de</strong> <strong>la</strong> noche, y<br />

pensó en <strong>la</strong> tierra <strong>de</strong>l valle, negra <strong>com</strong>o <strong>la</strong> tinta, tan negra y lustrosa que parecía vivir<br />

en el hueco <strong>de</strong> <strong>la</strong> mano, una tierra fecunda capaz <strong>de</strong> engendrar unas habas <strong>de</strong><br />

<strong>la</strong>rguísimos tallos <strong>de</strong> don<strong>de</strong> podían caer unos gigantes <strong>de</strong> voz enorme, dándose unos<br />

golpes que les sacudirían los huesos.<br />

El fuego tembló sobre <strong>la</strong>s cenizas soñolientas. El distante rodar <strong>de</strong> un carro<br />

estremeció el aire tranquilo. Un trueno. Y en seguida un olor a agua.<br />

Esta noche, pensó. Y extendió <strong>la</strong> mano para sentir <strong>la</strong> lluvia. Esta noche.<br />

* * *<br />

Lo <strong>de</strong>spertó un golpe muy leve en <strong>la</strong> frente.<br />

El agua le corrió por <strong>la</strong> nariz hasta los <strong>la</strong>bios. Una gota le cayó en un ojo,<br />

nublándole <strong>la</strong> vista. Otra le estalló en <strong>la</strong> barbil<strong>la</strong>.<br />

La lluvia.<br />

Fresca, dulce y tranqui<strong>la</strong>, caía <strong>de</strong>s<strong>de</strong> lo alto <strong>de</strong>l cielo <strong>com</strong>o un elixir mágico, con el<br />

sabor <strong>de</strong>l aire y <strong>la</strong>s estrel<strong>la</strong>s, y arrastraba un polvo acre, y se le movía en <strong>la</strong> lengua<br />

<strong>com</strong>o un raro jerez liviano.<br />

Se incorporó. Dejó caer <strong>la</strong> manta y su camisa azul. La lluvia arreciaba. Un animal<br />

invisible danzó sobre el fuego y lo pisoteó hasta convertirlo en un torbellino <strong>de</strong><br />

humo. Caía <strong>la</strong> lluvia. La gran tapa negra <strong>de</strong>l cielo, agrietada <strong>com</strong>o un esmalte<br />

maravilloso por seis relámpagos azules se precipitó a tierra. Diez billones <strong>de</strong> diamantes<br />

titubearon un momento y <strong>la</strong> <strong>de</strong>scarga eléctrica los fotografió rápidamente.<br />

Luego oscuridad y agua.<br />

Ca<strong>la</strong>do hasta los huesos, Benjamín Driscoll se reía y se reía mientras el agua le<br />

golpeaba los párpados. Ap<strong>la</strong>udió, se incorporó y dio una vuelta por el pequeño<br />

campamento a <strong>la</strong> una <strong>de</strong> <strong>la</strong> mañana.<br />

Llovió sin cesar durante dos horas. Luego aparecieron <strong>la</strong>s estrel<strong>la</strong>s, recién <strong>la</strong>vadas<br />

y más bril<strong>la</strong>ntes que nunca.<br />

El señor Benjamín Driscoll sacó una muda <strong>de</strong> ropa <strong>de</strong> una bolsa <strong>de</strong> celofán, se<br />

cambió, y se durmió con <strong>la</strong> sonrisa en los <strong>la</strong>bios.<br />

* * *<br />

El sol surgió lentamente entre <strong>la</strong>s colinas. Se extendió pacíficamente sobre <strong>la</strong>

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