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Las estaciones de la imaginación - rodriguezalvarez.com

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22. EL PODER TRANSFORMADOR DE LA IMAGINACIÓN SOCIAL<br />

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<strong>la</strong>rgo <strong>la</strong>bio superior, mejil<strong>la</strong>s hundidas y mentón puntiagudo. El cabello amarillento le<br />

tapaba <strong>la</strong> calva. Miró a<strong>la</strong>rmado a Bessie:<br />

— ¿Le pasa algo malo, abue<strong>la</strong>?<br />

Tartamu<strong>de</strong>ando, Bessie le contó lo ocurrido. Le mostró el trozo <strong>de</strong> l<strong>la</strong>ve que había<br />

guardado toda <strong>la</strong> noche en <strong>la</strong> mano. El portero exc<strong>la</strong>mó:<br />

— ¡Virgen santa...!<br />

Bessie le preguntó:<br />

— ¿Qué hago?<br />

— Yo le abriré <strong>la</strong> puerta.<br />

— Pero usted no tiene l<strong>la</strong>ve maestra...<br />

— Estamos obligados a po<strong>de</strong>r abrir <strong>la</strong>s puertas en caso <strong>de</strong> incendio.<br />

El portero entró en su piso y poco <strong>de</strong>spués salía con un manojo <strong>de</strong> l<strong>la</strong>ves en un gran<br />

aro, y algunas herramientas. Subió en el ascensor junto con Bessie. La bolsa con<br />

<strong>com</strong>ida estaba todavía en el <strong>de</strong>scansillo, pero parecía casi vacía. El portero <strong>com</strong>enzó a<br />

manipu<strong>la</strong>r <strong>la</strong> cerradura. De repente preguntó:<br />

— Oiga, ¿qué son estos papeles?<br />

Bessie no contestó. El portero dijo:<br />

— ¿Y por qué no me lo dijo inmediatamente? ¡Mire que pasarse toda <strong>la</strong> noche<br />

vagando por ahí, a su edad! ¡Dios...!<br />

Mientras el portero trabajaba, se abrió una puerta <strong>de</strong>l <strong>de</strong>scansillo y salió una mujer<br />

menuda, en bata y zapatil<strong>la</strong>s, con el cabello teñido y los rulos puestos. La mujer<br />

preguntó a Bessie:<br />

— ¿Qué le ha ocurrido? Ayer vi que había <strong>de</strong>jado <strong>la</strong> bolsa <strong>de</strong> <strong>la</strong> <strong>com</strong>pra aquí y cogí<br />

<strong>la</strong> mantequil<strong>la</strong> y <strong>la</strong> leche y lo puse todo en mi nevera.<br />

Bessie apenas podía contener <strong>la</strong>s lágrimas. Dijo:<br />

— ¡Qué buenos son uste<strong>de</strong>s...! Yo no sabía que...<br />

El portero extrajo <strong>de</strong> <strong>la</strong> cerradura <strong>la</strong> otra mitad <strong>de</strong> <strong>la</strong> l<strong>la</strong>ve <strong>de</strong> Bessie. Hurgó un poco<br />

más en <strong>la</strong> cerradura. Metió una l<strong>la</strong>ve <strong>de</strong>ntro, le dio <strong>la</strong> vuelta y <strong>la</strong> puerta se abrió. Los<br />

papeles cayeron al suelo. Entró en el vestíbulo con Bessie y notó el olor a cerrado<br />

propio <strong>de</strong> los lugares <strong>la</strong>rgo tiempo <strong>de</strong>shabitados. El portero dijo:<br />

— La próxima vez que le ocurra algo parecido, dígamelo. Para eso estoy.<br />

Bessie hubiera querido darle una propina, pero tenía <strong>la</strong>s manos tan débiles que ni el<br />

bolso podían abrir. La vecina le <strong>de</strong>volvió <strong>la</strong> mantequil<strong>la</strong> y <strong>la</strong> leche. Bessie entró en el<br />

dormitorio y se tendió en <strong>la</strong> cama. Sentía opresión en el pecho y ganas <strong>de</strong> vomitar.<br />

Des<strong>de</strong> los pies hasta el pecho, <strong>de</strong>nsas vibraciones le recorrían el cuerpo. Bessie mantenía<br />

fija <strong>la</strong> atención en estas vibraciones, sin sentirse a<strong>la</strong>rmada, sólo con curiosidad hacia los<br />

extraños caprichos que a veces tiene el cuerpo humano. El portero y <strong>la</strong> vecina hab<strong>la</strong>ban,<br />

pero Bessie no conseguía enten<strong>de</strong>r lo que <strong>de</strong>cían. Lo mismo le había ocurrido hacía más<br />

<strong>de</strong> treinta años, cuando <strong>la</strong> anestesiaron para practicarle una operación; el médico y <strong>la</strong><br />

enfermera estaban hab<strong>la</strong>ndo, pero parecían hacerlo en un extraño idioma y sus voces<br />

sonaban muy lejos.<br />

Pronto hubo silencio y entonces apareció Sam. No era <strong>de</strong> día ni era noche; había una<br />

media luz extraña. En su sueño Bessie sabía que Sam estaba muerto, pero que, por<br />

algún medio secreto y c<strong>la</strong>n<strong>de</strong>stino, se <strong>la</strong>s había arreg<strong>la</strong>do para salir <strong>de</strong> su tumba e ir a<br />

visitar<strong>la</strong>. Sam estaba muy débil y parecía inhibido. No podía hab<strong>la</strong>r. Los dos vagaron

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