22.04.2013 Views

Las estaciones de la imaginación - rodriguezalvarez.com

Las estaciones de la imaginación - rodriguezalvarez.com

Las estaciones de la imaginación - rodriguezalvarez.com

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

3. EL VIAJE, LA BÚSQUEDA O LA AVENTURA IDEAL DEL HÉROE: PARTIDA, CONFLICTO Y RECONOCIMIENTO<br />

45<br />

50<br />

55<br />

60<br />

65<br />

70<br />

75<br />

80<br />

85<br />

30<br />

contestó:<br />

—C<strong>la</strong>ro que lo haré querido. Ahora vete. Te quedarás a bordo. Vete ahora, Frank. Vete ya.<br />

—No te preocupes madre. Todavía tengo tres minutos.<br />

Para su sorpresa, Fene<strong>la</strong> vio cómo su padre se quitaba el sombrero. Se abrazó a <strong>la</strong> abuelita<br />

y <strong>la</strong> apretó contra su pecho.<br />

—Dios te bendiga, madre —le oyó <strong>de</strong>cir.<br />

Y <strong>la</strong> abue<strong>la</strong> puso <strong>la</strong> mano con el guante negro <strong>de</strong> algodón que estaba <strong>de</strong>sgastado en su <strong>de</strong>do<br />

anu<strong>la</strong>r contra su mejil<strong>la</strong> y sollozó: “Dios te bendiga a ti mi hijo valiente.”<br />

Esto fue tan horrible que Fene<strong>la</strong> se volvió <strong>de</strong> espaldas, tragó una vez, dos, y frunció<br />

terriblemente el ceño mirando a una pequeña estrel<strong>la</strong> ver<strong>de</strong> en <strong>la</strong> punta <strong>de</strong>l mástil. Pero tuvo<br />

que girarse otra vez; su padre se iba.<br />

—Adiós, Fene<strong>la</strong>. Sé buena niña. —Su frío y húmedo bigote le rozó <strong>la</strong> mejil<strong>la</strong>. Pero Fene<strong>la</strong><br />

se agarró a <strong>la</strong>s so<strong>la</strong>pas <strong>de</strong> su abrigo.<br />

—¿Cuánto tiempo voy a quedarme? —le susurró con ansiedad. Él no quiso mirar<strong>la</strong>. La<br />

apartó suavemente y suavemente le dijo:<br />

—Ya veremos. ¡Toma! ¿Dón<strong>de</strong> está tu mano? —y apretó algo contra su palma—. Aquí<br />

tienes un chelín por si lo necesitas.<br />

¡Un chelín! ¡Seguro que se estaba marchando para siempre!<br />

—¡Padre! —exc<strong>la</strong>mó Fene<strong>la</strong>. Pero se había ido. Fue el último en bajar <strong>de</strong>l barco. Los<br />

marineros empujaron <strong>la</strong> pasare<strong>la</strong> con los hombros. Una enorme rosca <strong>de</strong> cuerda salió vo<strong>la</strong>ndo<br />

por los aires y ‘zump’, cayó en el muelle. Sonó una campana; luego un silbato agudo.<br />

Silenciosamente el muelle oscuro empezó a alejarse, a <strong>de</strong>slizarse, a distanciarse <strong>de</strong> el<strong>la</strong>s.<br />

Luego se formó un torbellino <strong>de</strong> agua entre el muelle y el barco. Fene<strong>la</strong> aguzó <strong>la</strong> vista todo lo<br />

que pudo. “¿Era aquél su padre dándose <strong>la</strong> vuelta?”... o ¿agitando <strong>la</strong> mano?... o ¿caminando<br />

solo? La franja <strong>de</strong> agua se hizo más ancha, más oscura. Ahora el barco <strong>de</strong> Picton empezaba a<br />

virar, apuntando hacia el mar. Ya no servía <strong>de</strong> nada seguir mirando. Ya no se veían más que<br />

unas cuantas luces, <strong>la</strong> esfera <strong>de</strong>l reloj <strong>de</strong>l ayuntamiento suspendido en el aire, y más luces<br />

formando pequeños grupos en <strong>la</strong>s oscuras colinas.<br />

El viento creciente azotaba <strong>la</strong>s faldas <strong>de</strong> Fene<strong>la</strong>; volvió junto a su abue<strong>la</strong>. Con gran alivio<br />

vio que ya no parecía triste. Había puesto <strong>la</strong>s dos salchichas <strong>de</strong> equipaje una encima <strong>de</strong> otra,<br />

y estaba sentada sobre el<strong>la</strong>s con <strong>la</strong>s manos cruzadas y <strong>la</strong> cabeza un poco <strong>la</strong><strong>de</strong>ada. En su rostro<br />

había una mirada absorta y alegre. Entonces Fene<strong>la</strong> vio que sus <strong>la</strong>bios se movían y supuso que<br />

estaba rezando. Pero <strong>la</strong> anciana le dirigió una señal con <strong>la</strong> cabeza, alegremente, <strong>com</strong>o diciendo<br />

que casi había terminado <strong>la</strong> oración. Separó <strong>la</strong>s manos, suspiró, volvió a juntar<strong>la</strong>s, se inclinó<br />

hacia a<strong>de</strong><strong>la</strong>nte, y por fin se sacudió ligeramente.<br />

—Y ahora, niña —dijo mientras arreg<strong>la</strong>ba <strong>la</strong>s <strong>la</strong>zadas <strong>de</strong>l cordón <strong>de</strong> su bonete—, creo que<br />

tenemos que ocuparnos <strong>de</strong> nuestros camarotes. Quédate cerca <strong>de</strong> mí y ten cuidado, no vayas<br />

a resba<strong>la</strong>r.<br />

—¡Sí, abuelita!<br />

—Y ten cuidado que el paraguas no se te enganche en los barrotes <strong>de</strong>l pasamanos. Cuando<br />

venía vi cómo un paraguas precioso se rompía así.<br />

—Sí, abuelita.<br />

<strong>Las</strong> figuras oscuras <strong>de</strong> algunos hombres se apoyaban perezosamente contra <strong>la</strong>s barandil<strong>la</strong>s.<br />

Al resp<strong>la</strong>ndor <strong>de</strong> sus pipas bril<strong>la</strong>ba una nariz, o <strong>la</strong> visera <strong>de</strong> una gorra, o un par <strong>de</strong> sorprendidas<br />

cejas. Fene<strong>la</strong> alzó <strong>la</strong> vista. Allá arriba en el aire una pequeña figura, con <strong>la</strong>s manos en los<br />

bolsillos <strong>de</strong> su chaquetil<strong>la</strong>, estaba <strong>de</strong> pie mirando al mar. El barco se ba<strong>la</strong>nceó levemente y el<strong>la</strong>

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!