Las estaciones de la imaginación - rodriguezalvarez.com
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12. CÍRCULO DE HORROR Y PÁNICO<br />
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respiro; cavar con el p<strong>la</strong>to, con <strong>la</strong>s uñas, hasta don<strong>de</strong> pudiese. A lo mejor no eran<br />
diez metros los que faltaban; tal vez eran veinte días <strong>de</strong> zapa* lo que aún lo separaba<br />
<strong>de</strong>l boquete salvador en <strong>la</strong> barranca <strong>de</strong>l río. Tal vez eran menos, sólo unos cuantos<br />
centímetros, unos minutos más <strong>de</strong> arañazos profundos. Se convirtió en un topo frenético.<br />
Sintió cada vez más húmeda <strong>la</strong> tierra. A medida que le iba faltando el aire, se sentía<br />
más animado. Su esperanza crecía con <strong>la</strong> asfixia. Un poco <strong>de</strong> barro tibio entre los <strong>de</strong>dos<br />
le hizo prorrumpir en un grito casi feliz. Pero estaba tan absorto en su emoción, <strong>la</strong><br />
<strong>de</strong>sesperante tinieb<strong>la</strong> <strong>de</strong>l túnel lo envolvía <strong>de</strong> tal modo, que no podía darse cuenta <strong>de</strong> que<br />
no era <strong>la</strong> proximidad <strong>de</strong>l río, <strong>de</strong> que no eran sus filtraciones <strong>la</strong>s que hacían ese lodo tibio,<br />
sino su propia sangre brotando <strong>de</strong> <strong>la</strong>s uñas y en <strong>la</strong>s yemas heridas por <strong>la</strong> tosca*.<br />
De pronto pareció alejarse un poco. Manoteó en el vacío: era él quien estaba<br />
quedando atrás en el aire <strong>com</strong>o piedra que empezaba a estrangu<strong>la</strong>rlo, en <strong>la</strong> tierra<br />
<strong>de</strong>nsa y voraz que lo empezaba a <strong>com</strong>er aún vivo y caliente. Se <strong>de</strong>batió<br />
enloquecidamente procurando avanzar, pero sus piernas ya sin remedio formaban<br />
parte <strong>de</strong>l bloque que se había <strong>de</strong>smoronado sobre el<strong>la</strong>s. Ya ni <strong>la</strong>s sentía. Sólo sentía<br />
ese ahogo que le iba petrificando el aliento. Dejó <strong>de</strong> moverse, <strong>de</strong> luchar inútilmente.<br />
Sintió que <strong>la</strong> cabeza le crecía, que se le volvía más gran<strong>de</strong> que el cuerpo, a punto <strong>de</strong><br />
estal<strong>la</strong>r, <strong>com</strong>primida por el reducto* que se iba achicando*, mientras <strong>la</strong> oscuridad se<br />
llenaba <strong>de</strong> un revuelto chisperío* <strong>com</strong>o <strong>de</strong> gusanos <strong>de</strong> luz. Pero entonces <strong>la</strong> tortura se le<br />
transformó en algo parecido a una <strong>de</strong>sesperada <strong>de</strong>licia. Empezó a retroce<strong>de</strong>r, a <strong>de</strong>slizarse<br />
<strong>com</strong>o por una rampa en un vértigo, hacia aquel<strong>la</strong> otra excavación en <strong>la</strong> guerra <strong>de</strong>l<br />
Chaco*, hacía mucho tiempo: un tiempo que ahora se le antojaba fabuloso, y que se<br />
repetía sin embargo contra ese fondo <strong>de</strong> noche en todos sus <strong>de</strong>talles. En el frente <strong>de</strong><br />
Gondra, <strong>la</strong> guerra se había estancado. Hacía seis meses que paraguayos y bolivianos,<br />
empotrados frente a frente en sus posiciones, cambiaban tiroteos e insultos. No había<br />
más <strong>de</strong> cincuenta metros entre <strong>la</strong>s trincheras exteriores. En <strong>la</strong>s pausas <strong>de</strong> ciertas noches,<br />
en lugar <strong>de</strong> metral<strong>la</strong> canjeaban música y canciones. En una <strong>de</strong> esas pausas cayó <strong>la</strong> or<strong>de</strong>n<br />
<strong>de</strong> abrir <strong>la</strong> mina que <strong>de</strong>bía salir <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> <strong>la</strong>s fortificaciones bolivianas. <strong>Las</strong> <strong>com</strong>pañías <strong>de</strong><br />
zapadores trabajaron sin <strong>de</strong>scanso, y en poco más <strong>de</strong> una semana <strong>la</strong> galería quedó<br />
abierta. Unas horas <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haberse apagado los últimos rasguidos <strong>de</strong> guitarras y<br />
arpas, el volcán entró en erupción con <strong>la</strong>va <strong>de</strong> metral<strong>la</strong>, <strong>de</strong> granadas, <strong>de</strong> obuses <strong>de</strong><br />
morteros, hasta arrasar <strong>la</strong>s posiciones enemigas.<br />
En <strong>la</strong> noche sin luna, el extraño silencio que había precedido a <strong>la</strong> masacre y<br />
también el que lo había seguido, cuando ya todo estaba terminado, formaron dos<br />
silencios idénticos, sepulcrales, <strong>la</strong>tientes. Entre los dos*, sólo <strong>la</strong> posición <strong>de</strong> los<br />
astros había producido una mutación apenas perceptible. Todo estaba igual, salvo<br />
los restos <strong>de</strong> <strong>la</strong> espantosa carnicería, que a lo sumo había añadido un nuevo <strong>de</strong>talle<br />
a <strong>la</strong> <strong>de</strong>coración <strong>de</strong>l paisaje nocturno bril<strong>la</strong>ndo entre el polvo. Vio, un segundo antes<br />
<strong>de</strong>l ataque, a los enemigos sumidos en el sueño <strong>de</strong>l que no <strong>de</strong>spertarían, eligió a sus<br />
víctimas, abarcándo<strong>la</strong>s con el gritar aún silencioso <strong>de</strong> su automática. Sobre todo a<br />
una <strong>de</strong> el<strong>la</strong>s: un muchacho que se retorcía en el remolino <strong>de</strong> una pesadil<strong>la</strong>. Y<br />
entonces vació su cargador sin parar, hasta que el arma recalentada se le atascó. La<br />
arrojó a un costado y continuó <strong>la</strong>nzando granadas <strong>de</strong> mano, hasta que se le durmieron<br />
los brazos. Lo más extraño <strong>de</strong> todo era que, mientras sucedían estas cosas, le<br />
habían atravesado visiones <strong>de</strong> otros hechos reales y ficticios, que aparentemente no<br />
tenían entre sí ninguna re<strong>la</strong>ción y acentuaban, en cambio, <strong>la</strong> sensación <strong>de</strong> sueño en<br />
que él mismo flotaba. Pensó en el escapu<strong>la</strong>rio carmesí <strong>de</strong> su madre, en <strong>la</strong> mariposa<br />
<strong>de</strong> bronce <strong>de</strong> <strong>la</strong> tumba <strong>de</strong>l poeta Ortiz Guerrero. A través <strong>de</strong> <strong>la</strong>s ráfagas vio venir por<br />
<strong>la</strong> calle <strong>de</strong> su casa, en Asunción, a un grupo <strong>de</strong> normalistas y entre el<strong>la</strong>s a su<br />
hermana María Isabel. La vio <strong>de</strong>spués llevando una <strong>de</strong> <strong>la</strong>s ban<strong>de</strong>ras <strong>de</strong> <strong>la</strong> manifesta-<br />
escarvar<br />
piedra caliza porosa<br />
que se forma <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />
cal <strong>de</strong> algunas aguas<br />
túnel / reduciendo<br />
chisporroteo<br />
Acontecimientos<br />
que se supone tuvieron<br />
lugar durante<br />
<strong>la</strong> Guerra Civil en<br />
Paraguay, en Chaco<br />
(1932-1935), en don<strong>de</strong><br />
un millón <strong>de</strong> personas<br />
murieron a<br />
causa <strong>de</strong> una disputa<br />
fronteriza entre<br />
Bolivia y Paraguay,<br />
y muchas otras fueron<br />
hechas prisioneras,<br />
<strong>com</strong>o el protagonista.<br />
ambos acontecimientos