22.04.2013 Views

Las estaciones de la imaginación - rodriguezalvarez.com

Las estaciones de la imaginación - rodriguezalvarez.com

Las estaciones de la imaginación - rodriguezalvarez.com

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

18. EL MUNDO DE LO SUBTERRÁNEO O SUBMARINO: CAOS, ANARQUÍA Y DESORDEN TOTALES<br />

45<br />

50<br />

55<br />

60<br />

65<br />

70<br />

75<br />

80<br />

85<br />

90<br />

330<br />

muy limitadas y <strong>de</strong> continuo se <strong>la</strong>mentaba <strong>de</strong> <strong>la</strong>s penalida<strong>de</strong>s provocadas por vivir tan lejos <strong>de</strong><br />

<strong>la</strong> fábrica.<br />

—Con este alquiler po<strong>de</strong>mos tener más <strong>com</strong>ida —se limitó a <strong>de</strong>cir Johnny—. Prefiero andar y<br />

<strong>com</strong>er mejor.<br />

Devoró el <strong>de</strong>sayuno a toda prisa, tragándose el pan a medio masticar, con ayuda <strong>de</strong>l café.<br />

L<strong>la</strong>maban café a aquel líquido caliente y sucio. Y Johnny lo tenía por café, un magnífico café. Era<br />

aquél<strong>la</strong> una <strong>de</strong> <strong>la</strong>s pocas ilusiones que conservaba en <strong>la</strong> vida. Jamás había bebido otra cosa.<br />

A<strong>de</strong>más <strong>de</strong>l pan, había una pequeña loncha <strong>de</strong> tocino frío. Su madre volvió a llenarle <strong>la</strong> taza. Al<br />

concluir el pan, alzó <strong>la</strong> cabeza para ver si le daban más. El<strong>la</strong> le advirtió.<br />

—No seas glotón, Johnny —fue su <strong>com</strong>entario—. Te has <strong>com</strong>ido tu parte. Tus hermanos son<br />

más pequeños.<br />

No respondió a <strong>la</strong> censura. No era muy hab<strong>la</strong>dor. Y <strong>de</strong>jó <strong>de</strong> pedir con <strong>la</strong> mirada. Nunca se<br />

quejaba, aceptándolo todo con un conformismo tan terrible <strong>com</strong>o <strong>la</strong> escue<strong>la</strong> en <strong>la</strong> que lo había<br />

aprendido. Se bebió el resto <strong>de</strong>l café y se limpió <strong>la</strong> cara con el dorso <strong>de</strong> <strong>la</strong> mano, mientras se levantaba.<br />

—Espera un poco —le dijo su madre—. Creo que aún puedo darte otra rebanada. Una muy<br />

<strong>de</strong>lgada.<br />

Había cierto ma<strong>la</strong>barismo en sus actos. Aunque simuló cortar una <strong>de</strong> <strong>la</strong> hogaza, volvió a<br />

guardar<strong>la</strong> en el cajón <strong>de</strong>l pan, para darle <strong>la</strong> suya. Estaba segura <strong>de</strong> haberle engañado, aunque él se había<br />

dado cuenta <strong>de</strong>l escamoteo. Sin embargo, aceptó el pan sin <strong>la</strong> menor vergüenza. Creía que su madre,<br />

a causa <strong>de</strong> sus continuas economías, tenía poco apetito.<br />

El<strong>la</strong> le vio masticar el pan seco y vertió su taza <strong>de</strong> café en <strong>la</strong> <strong>de</strong>l muchacho.<br />

—Esta mañana tengo el estómago sucio —le explicó.<br />

Una lejana sirena, penetrante y prolongada, les hizo ponerse en marcha. La madre contempló<br />

el reloj que había en <strong>la</strong> repisa <strong>de</strong> <strong>la</strong> chimenea. <strong>Las</strong> manecil<strong>la</strong>s seña<strong>la</strong>ban <strong>la</strong>s cinco y media. El resto <strong>de</strong><br />

personal <strong>de</strong> <strong>la</strong> fábrica <strong>com</strong>enzaba entonces a <strong>de</strong>spertarse. La madre se echó un chal sobre los hombros<br />

y se puso un sombrero viejo, <strong>de</strong>formado y sucio.<br />

—Hay que darse prisa —dijo apagando <strong>la</strong> luz y el fogón.<br />

Bajaron por <strong>la</strong> escalera. Hacía frío y Johnny se estremeció al primer contacto con el exterior. <strong>Las</strong><br />

estrel<strong>la</strong>s aún no se habían apagado en el cielo y <strong>la</strong> ciudad aparecía a oscuras. Tanto Johnny <strong>com</strong>o su<br />

madre andaban arrastrando los pies. Los músculos <strong>de</strong> <strong>la</strong>s piernas carecían <strong>de</strong> <strong>la</strong> necesaria ambición<br />

para alzarlos <strong>de</strong>l suelo.<br />

Al cabo <strong>de</strong> quince minutos en silencio, su madre tomó un <strong>de</strong>svío a <strong>la</strong> <strong>de</strong>recha.<br />

—No vuelvas tar<strong>de</strong> —fue su última advertencia <strong>de</strong>s<strong>de</strong> <strong>la</strong>s sombras que <strong>la</strong> estaban absorbiendo.<br />

Johnny no respondió, limitándose a continuar su camino. En <strong>la</strong> fábrica, se abrían <strong>la</strong>s puertas y,<br />

pronto, el chico se mezcló con <strong>la</strong> gran multitud que avanzaba por <strong>la</strong> oscuridad. Al cruzar <strong>la</strong> puerta<br />

principal, hubo un nuevo toque <strong>de</strong> sirena. Entonces, el muchacho se volvió hacia el este. Sobre una<br />

quebrada línea <strong>de</strong> edificios, <strong>com</strong>enzaba a nacer una débil c<strong>la</strong>ridad. Fue lo único que pudo ver <strong>de</strong> sol,<br />

antes <strong>de</strong> volverle <strong>la</strong> espalda para unirse a los <strong>de</strong>más trabajadores.<br />

Ocupó su puesto en una <strong>de</strong> <strong>la</strong>s <strong>la</strong>rgas hileras <strong>de</strong> máquinas. Ante él, unas bobinas giraban<br />

rápidamente. A el<strong>la</strong>s ató los hilos <strong>de</strong> otras más pequeñas. El trabajo era sencillo y sólo requería cierta<br />

celeridad. <strong>Las</strong> bobinas pequeñas se vaciaban pronto y había tantas <strong>de</strong> <strong>la</strong>s mayores que no quedaba<br />

tiempo para distraerse.<br />

Trabajaba <strong>de</strong> manera mecánica. Cuando se acababa una <strong>de</strong> <strong>la</strong>s pequeñas, <strong>de</strong>tenía <strong>la</strong> mayor con<br />

<strong>la</strong> mano, a modo <strong>de</strong> freno, y, al mismo tiempo, con el pulgar y el índice sujetaba el hilo. Pero, a <strong>la</strong> vez,<br />

con <strong>la</strong> <strong>de</strong>recha cogía el <strong>de</strong> <strong>la</strong> bobina pequeña. Todas esas operaciones <strong>de</strong>bían realizarse al unísono y<br />

muy <strong>de</strong>prisa. Luego, ambas manos se cruzaban al atar los hilos y soltar <strong>la</strong>s bobinas. No había dificultad<br />

en anudar<strong>la</strong>s. En una ocasión, Johnny se ufanó <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r hacerlo dormido. Y, a veces, llegaba a hacerlo,<br />

uniendo centenares <strong>de</strong> metros a lo <strong>la</strong>rgo <strong>de</strong>l sueño <strong>de</strong> una so<strong>la</strong> noche.<br />

Algunos <strong>de</strong> los chicos, se distraían jugando, perdiendo el tiempo y el trabajo al no sustituir <strong>la</strong>s

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!