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Las estaciones de la imaginación - rodriguezalvarez.com

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21. LA PAREJA COMO FUERZA PRIMORDIAL DE RENOVACIÓN DEL ORDEN SOCIAL<br />

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venir), y queráis <strong>de</strong> mí un pequeño don, y ello <strong>de</strong> tal modo lo haya aguisado*, que no<br />

me halle yo en posibilidad <strong>de</strong> hacérosle. Y el porqué <strong>de</strong> esta imposibilidad yo os diré<br />

en pocas pa<strong>la</strong>bras. Cuando oí que vos, por vuestra merced, veníais conmigo a<br />

yantar*, consi<strong>de</strong>rando vuestra excelencia y altísimo valor, reputé que era digno y<br />

convenible que con el manjar más preciado, según mis posibilida<strong>de</strong>s <strong>de</strong>biese yo<br />

honraros, más que con aquellos manjares que <strong>com</strong>únmente se usan; por lo cual,<br />

acordándome <strong>de</strong>l halcón que ahora me pedís, y <strong>de</strong> su mucha valía, lo reputé vianda*<br />

digna <strong>de</strong> vos, y hoy asado lo habéis tenido en <strong>la</strong> fuente en que os han servido. Mas,<br />

viendo, ahora, que por otro motivo vos lo <strong>de</strong>seabais, tan dolido estoy <strong>de</strong> no po<strong>de</strong>r<br />

ofrecéroslo, que no creo que <strong>de</strong> ello me pueda jamás sosegar.”<br />

Y dicho esto, hizo que le mostrasen <strong>la</strong>s plumas, y <strong>la</strong>s garras y el pico, en<br />

testimonio <strong>de</strong> lo que <strong>de</strong>cía. Lo cual viendo y oyendo <strong>la</strong> dama, primeramente le<br />

reprendió porque, para dar <strong>de</strong> yantar a una mujer, tan noble halcón él hubiese<br />

matado; y <strong>de</strong>spués mucho ensalzó <strong>la</strong> gran<strong>de</strong>za <strong>de</strong> su ánima, que <strong>la</strong> pobreza no<br />

había podido, ni podía aún, embotar. Después, habiendo quedado sin esperanza<br />

<strong>de</strong> obtener aquel halcón, y <strong>de</strong> que, gracias a él, su hijo recobrase <strong>la</strong>s fuerzas, triste<br />

partióse <strong>de</strong> allí y a su hijo tornó.<br />

Aquél, o por tristeza porque aquel halcón no había podido tener por suyo, o<br />

porque a ello le condujese <strong>la</strong> enfermedad, no muchos días pasaron que, con muy<br />

gran <strong>de</strong>sconsuelo <strong>de</strong> su madre, vino a morir. Y a el<strong>la</strong>, <strong>de</strong>spués que, con amargura<br />

y lágrimas algún tiempo hubo estado, <strong>com</strong>o hubiese quedado muy rica y aún<br />

joven, muchas veces <strong>la</strong> acuciaban sus hermanos para que casase <strong>de</strong> nuevo; y aunque<br />

el<strong>la</strong> no lo hubiese querido, viendo que con tanto ahínco se lo solicitaban, acordándose<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong> gal<strong>la</strong>rdía <strong>de</strong> Fadrique y <strong>de</strong> su reciente magnificencia*, esto es, <strong>de</strong> que él había<br />

muerto un halcón tan valioso para tratar<strong>la</strong> con honor, dijo a sus hermanos:<br />

“De buena gana, si a vosotros pluguiese <strong>de</strong> ello me abstendría; mas si tanto os<br />

p<strong>la</strong>ce que tome marido, por cierto jamás yo a otro tomaré, que no sea Fadrique<br />

<strong>de</strong>li Alberigui.” Y sus hermanos, haciendo <strong>de</strong> el<strong>la</strong> escarnio, le dijeron:<br />

“¡Loca! ¿Qué dices? ¿Cómo casarías con él, un hombre que no tiene cosa<br />

alguna?”<br />

Y el<strong>la</strong> les respondió:<br />

“Hermanos, bien sé yo que así es <strong>com</strong>o vosotros <strong>de</strong>cís; pero yo prefiero a un<br />

hombre que se halle necesitado <strong>de</strong> riqueza, que a <strong>la</strong> riqueza que se halle necesitada<br />

<strong>de</strong> hombre.”<br />

Los hermanos, impuestos* <strong>de</strong> <strong>la</strong> disposición* <strong>de</strong> su ánimo, y entendiendo que<br />

Fadrique era muy hombre, aunque pobre fuese, respetando <strong>la</strong> voluntad que el<strong>la</strong><br />

tenía, con todas sus riquezas se <strong>la</strong> dieron. Y él viéndose casado con tal dama a <strong>la</strong><br />

cual tanto había amado, y a<strong>de</strong>más, riquísimo, en mejor administrador transformado,<br />

con alegría <strong>de</strong> el<strong>la</strong> acabó sus días.<br />

Habiendo <strong>la</strong> reina puesto fin a su hab<strong>la</strong>r, y siendo por todos loado Dios, que<br />

dignamente había ga<strong>la</strong>rdonado a Fadrique, Dioneo, que no esperaba que se lo<br />

or<strong>de</strong>nasen, <strong>com</strong>enzó:<br />

“Yo no sé <strong>de</strong>cir si es un vicio acci<strong>de</strong>ntal que por <strong>la</strong> malignidad <strong>de</strong> costumbres<br />

se haya añadido a los mortales, o si es un <strong>de</strong>fecto que se hal<strong>la</strong> en <strong>la</strong> naturaleza,<br />

que riamos más <strong>de</strong> <strong>la</strong>s feas y ma<strong>la</strong>s cosas que <strong>de</strong> <strong>la</strong>s buenas obras, especialmente<br />

cuando aquél<strong>la</strong>s no nos atañen. Y porque <strong>la</strong> fatiga que ahora me dispongo a<br />

guisado<br />

<strong>com</strong>er<br />

alimento<br />

generosidad<br />

informados /<br />

estado

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