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Las estaciones de la imaginación - rodriguezalvarez.com

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2. VINCULACIÓN DE LA VIDA HUMANA A LA SIMPLICIDAD DEL MUNDO NATURAL COMO FUENTE VIVIFICADORA<br />

Ray Bradbury (1920-)<br />

5<br />

10<br />

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12<br />

DICIEMBRE DE 2001:<br />

LA MAÑANA VERDE<br />

Cuando el sol se puso, el hombre se sentó no muy lejos <strong>de</strong>l sen<strong>de</strong>ro, preparó una<br />

cena frugal y luego escuchó el crepitar <strong>de</strong> <strong>la</strong>s l<strong>la</strong>mas mientras se llevaba <strong>la</strong> <strong>com</strong>ida a<br />

<strong>la</strong> boca y masticaba pensativamente. Había sido un día <strong>com</strong>o todos los <strong>de</strong> ese mes,<br />

con muchos hoyos cuidadosamente cavados en <strong>la</strong>s primeras horas <strong>de</strong>l alba, semil<strong>la</strong>s<br />

echadas en los hoyos, y agua traída <strong>de</strong> los bril<strong>la</strong>ntes canales. Ahora, con el cuerpo<br />

<strong>de</strong>lgado vencido por el cansancio, yacía <strong>de</strong> espaldas y observaba cómo el color <strong>de</strong>l<br />

cielo pasaba <strong>de</strong> una oscuridad a otra.<br />

Se l<strong>la</strong>maba Benjamín Driscoll, tenía treinta y un años, y quería que Marte creciera<br />

ver<strong>de</strong> y alto con árboles y fol<strong>la</strong>jes, produciendo aire, mucho aire, aire que aumentaría<br />

en cada temporada. Los árboles refrescarían <strong>la</strong>s ciuda<strong>de</strong>s abrasadas por el verano, los<br />

árboles pasarían los vientos <strong>de</strong>l invierno. Un árbol podía ser tantas cosas: color,<br />

sombra, fruta, paraíso <strong>de</strong> los niños, universo aéreo <strong>de</strong> esca<strong>la</strong>s y columpios, arquitectura<br />

<strong>de</strong> alimento y <strong>de</strong> p<strong>la</strong>cer. Todo eso era un árbol. Pero los árboles eran, ante todo,<br />

fuentes <strong>de</strong> aire puro, y un suave murmullo que adormece dulcemente a los hombres<br />

acostados <strong>de</strong> noche en lechos <strong>de</strong> nieve...<br />

Benjamín Driscoll sentía cómo <strong>la</strong> tierra oscura se recogía en sí misma, en espera<br />

<strong>de</strong>l sol y <strong>la</strong>s lluvias futuras. Con el oído en el suelo, escuchaba <strong>la</strong>s lejanas pisadas <strong>de</strong><br />

los años e imaginaba los ver<strong>de</strong>s brotes <strong>de</strong> <strong>la</strong>s semil<strong>la</strong>s sembradas ese día; los brotes<br />

buscaban apoyo en el cielo, y echaban rama tras rama hasta que Marte era un bosque<br />

vespertino, un huerto bril<strong>la</strong>nte.<br />

En <strong>la</strong>s primeras horas <strong>de</strong> <strong>la</strong> mañana, cuando el pálido sol se elevase débilmente<br />

entre <strong>la</strong>s apretadas colinas, se levantaría y <strong>de</strong>sayunaría rápidamente, dispersaría <strong>la</strong>s<br />

cenizas <strong>de</strong> <strong>la</strong> hoguera y empezaría a trabajar con <strong>la</strong>s bolsas a <strong>la</strong> espalda, examinando,<br />

cavando, sembrando semil<strong>la</strong>s y p<strong>la</strong>ntando estacas, apisonando levemente <strong>la</strong> tierra;<br />

regando, siguiendo a<strong>de</strong><strong>la</strong>nte, silbando, mirando el cielo c<strong>la</strong>ro, cada vez más bril<strong>la</strong>nte<br />

a medida que pasaba <strong>la</strong> mañana.<br />

—Necesitas aire —le dijo a su fuego nocturno.<br />

El fuego era un rubicundo y vivaz <strong>com</strong>pañero que en <strong>la</strong> noche he<strong>la</strong>da dormía ahí<br />

cerca, entornando los ojos, sonrosados, soñolientos y tibios.<br />

—Todos necesitamos aire. El aire <strong>de</strong> Marte es un aire enrarecido. ¡Se cansa uno<br />

tan pronto! Es <strong>com</strong>o si uno viviera en <strong>la</strong> cima <strong>de</strong> los An<strong>de</strong>s. Uno respira hondo, y<br />

nada. No satisface.<br />

Se palpó <strong>la</strong> caja torácica. ¡Cómo se había <strong>de</strong>sarrol<strong>la</strong>do en sólo treinta días! Para<br />

respirar mejor era necesario ensanchar los pulmones. O p<strong>la</strong>ntar más árboles.<br />

—Para eso estoy aquí —se dijo.<br />

El fuego le respondió con un chasquido.<br />

—En <strong>la</strong>s escue<strong>la</strong>s nos contaban <strong>la</strong> historia <strong>de</strong> Johnny Appleseed, que anduvo por<br />

toda América p<strong>la</strong>ntando semil<strong>la</strong>s <strong>de</strong> manzanos. Bueno, pues yo hago algo más. Yo<br />

p<strong>la</strong>nto robles, olmos, arces y toda c<strong>la</strong>se <strong>de</strong> árboles; á<strong>la</strong>mos, cedros y castaños. No

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