22.04.2013 Views

Las estaciones de la imaginación - rodriguezalvarez.com

Las estaciones de la imaginación - rodriguezalvarez.com

Las estaciones de la imaginación - rodriguezalvarez.com

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

23. CONTEMPLACIÓN DE LOS LOGROS CONSEGUIDOS POR LA COMUNIDAD HUMANA ASISTIDA POR LA CIENCIA Y EL ARTE<br />

150<br />

155<br />

160<br />

165<br />

170<br />

175<br />

180<br />

185<br />

190<br />

195<br />

462<br />

nuestros pasatiempos.<br />

—Sólo bebo whisky escocés, muchacho —se apresuró a <strong>de</strong>cir con su voz sonora.<br />

—De acuerdo —dije—. ¡Muchacho! C<strong>la</strong>ro que sí, lo sabía.<br />

Tocó con los <strong>de</strong>dos <strong>la</strong> maleta, que estaba junto al sofá. Se hacía su <strong>com</strong>posición <strong>de</strong> lugar. No se<br />

lo reproché.<br />

—La llevaré a tu habitación —le dijo mi mujer.<br />

—No, está bien —dijo el ciego en voz alta—. Ya <strong>la</strong> llevaré yo cuando suba.<br />

—¿Con un poco <strong>de</strong> agua, el whisky? —le pregunté.<br />

—Muy poca.<br />

—Lo sabía.<br />

—Sólo una gota —dijo él—. Ese actor ir<strong>la</strong>ndés, ¿Barry Fitzgerald? Soy <strong>com</strong>o él. Cuando bebo<br />

agua, <strong>de</strong>cía Fitzgerald, bebo agua. Cuando bebo whisky, bebo whisky.<br />

Mi mujer se echó a reír. El ciego se llevó <strong>la</strong> mano a <strong>la</strong> barba. Se <strong>la</strong> levantó <strong>de</strong>spacio y <strong>la</strong> <strong>de</strong>jó<br />

caer.<br />

Preparé <strong>la</strong>s copas, tres vasos gran<strong>de</strong>s <strong>de</strong> whisky con un chorrito <strong>de</strong> agua en cada uno. Luego nos<br />

pusimos cómodos y hab<strong>la</strong>mos <strong>de</strong> los viajes <strong>de</strong> Robert. Primero, el <strong>la</strong>rgo vuelo <strong>de</strong>s<strong>de</strong> <strong>la</strong> costa Oeste<br />

a Connecticut. Luego, <strong>de</strong> Connecticut aquí, en tren. Tomamos otra copa para esa parte <strong>de</strong>l viaje.<br />

Recordé haber leído en algún sitio que los ciegos no fuman porque, según dicen, no pue<strong>de</strong>n<br />

ver el humo que exha<strong>la</strong>n. Creí que al menos sabía eso <strong>de</strong> los ciegos. Pero este ciego en<br />

particu<strong>la</strong>r fumaba el cigarrillo hasta el filtro y luego encendía otro. Llenó el cenicero y mi<br />

mujer lo vació.<br />

Cuando nos sentamos a <strong>la</strong> mesa para cenar, tomamos otra copa. Mi mujer llenó el p<strong>la</strong>to <strong>de</strong><br />

Robert con un filete grueso, patatas al horno, judías ver<strong>de</strong>s. Le unté con mantequil<strong>la</strong> dos rebanadas<br />

<strong>de</strong> pan.<br />

—Ahí tiene pan y mantequil<strong>la</strong> —le dije, bebiendo parte <strong>de</strong> mi copa—. Y ahora recemos.<br />

El ciego inclinó <strong>la</strong> cabeza. Mi mujer me miró con <strong>la</strong> boca abierta.<br />

—Roguemos para que el teléfono no suene y <strong>la</strong> <strong>com</strong>ida no esté fría —dije.<br />

Nos pusimos al ataque. Nos <strong>com</strong>imos todo lo que había en <strong>la</strong> mesa. Devoramos <strong>com</strong>o si no nos<br />

esperase un mañana. No hab<strong>la</strong>mos. Comimos. Nos atiborramos. No paramos <strong>de</strong> rumiar. Nos<br />

<strong>de</strong>dicamos a <strong>com</strong>er en serio. El ciego localizaba inmediatamente <strong>la</strong> <strong>com</strong>ida, sabía exactamente<br />

dón<strong>de</strong> estaba todo en el p<strong>la</strong>to. Lo observé con admiración mientras manipu<strong>la</strong>ba <strong>la</strong> carne con el<br />

cuchillo y el tenedor. Cortaba dos trozos <strong>de</strong> filete, se llevaba <strong>la</strong> carne a <strong>la</strong> boca con el tenedor, se<br />

<strong>de</strong>dicaba luego a <strong>la</strong>s patatas asadas y a <strong>la</strong>s judías ver<strong>de</strong>s, y <strong>de</strong>spués partía un trozo gran<strong>de</strong> <strong>de</strong> pan<br />

con mantequil<strong>la</strong> y se lo <strong>com</strong>ía. Lo a<strong>com</strong>pañaba con un buen trago <strong>de</strong> leche. Y, <strong>de</strong> vez en cuando,<br />

no le importaba utilizar los <strong>de</strong>dos.<br />

Terminamos con todo, incluyendo media tarta <strong>de</strong> fresas. Durante unos momentos quedamos<br />

inmóviles, <strong>com</strong>o atontados. El sudor nos per<strong>la</strong>ba el rostro. Al fin nos levantamos <strong>de</strong> <strong>la</strong> mesa,<br />

<strong>de</strong>jando los p<strong>la</strong>tos sucios. No miramos atrás. Pasamos al cuarto <strong>de</strong> estar y nos <strong>de</strong>jamos caer <strong>de</strong><br />

nuevo en nuestro sitio. Robert y mi mujer, en el sofá. Yo ocupé <strong>la</strong> butaca gran<strong>de</strong>. Tomamos dos o<br />

tres copas más mientras char<strong>la</strong>ban <strong>de</strong> <strong>la</strong>s cosas más importantes que les habían pasado durante los<br />

últimos diez años. En general, me limité a escuchar. De vez en cuando intervenía. No quería que<br />

pensase que me había ido <strong>de</strong> <strong>la</strong> habitación, y no quería que el<strong>la</strong> creyera que me sentía al margen.<br />

Hab<strong>la</strong>ron <strong>de</strong> cosas que les habían ocurrido —¡a ellos!— durante esos diez años. En vano esperé oír<br />

mi nombre en los dulces <strong>la</strong>bios <strong>de</strong> mi mujer: “Y entonces mi querido esposo apareció en mi vida”,<br />

algo así. Pero no escuché nada parecido. Hab<strong>la</strong>ron más <strong>de</strong> Robert. Según parecía, Robert había<br />

hecho un poco <strong>de</strong> todo, un verda<strong>de</strong>ro ciego aprendiz <strong>de</strong> todo y maestro <strong>de</strong> nada. Pero en época<br />

reciente su mujer y él distribuían los productos Amway, con lo que se ganaban <strong>la</strong> vida más o<br />

menos, según pu<strong>de</strong> enten<strong>de</strong>r. El ciego también era radioaficionado. Hab<strong>la</strong>ba con su voz grave <strong>de</strong><br />

<strong>la</strong>s conversaciones que había mantenido con operadores <strong>de</strong> Guam, <strong>la</strong>s Filipinas, A<strong>la</strong>ska e incluso<br />

Tahití. Dijo que tenía muchos amigos por allí, si alguna vez quería visitar esos países. De cuando

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!