22.04.2013 Views

Las estaciones de la imaginación - rodriguezalvarez.com

Las estaciones de la imaginación - rodriguezalvarez.com

Las estaciones de la imaginación - rodriguezalvarez.com

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

20. LOS PRIMEROS ÉXITOS PARCIALES DEL HÉROE EN DESENMASCARAR LAS FUERZAS SOCIALES IMPOSTORAS<br />

105<br />

110<br />

115<br />

120<br />

125<br />

130<br />

135<br />

140<br />

145<br />

150<br />

155<br />

380<br />

“¡Pim, pam!”, se volvió a oír, y bandadas <strong>de</strong> gansos salvajes alzaron el vuelo <strong>de</strong> entre los<br />

cañizares. Resonaron nuevos disparos. Era una gran cacería. Los cazadores se habían apostado<br />

alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> <strong>la</strong> <strong>la</strong>guna, y algunos se habían subido a los árboles que se elevaban por encima <strong>de</strong> los<br />

juncos. El humo azu<strong>la</strong>do <strong>de</strong> los disparos formaba nubecil<strong>la</strong>s entre los árboles y se cernía por<br />

encima <strong>de</strong>l agua; no tardaron en llegar los perros al pantano: ¡p<strong>la</strong>s, p<strong>la</strong>s!, y juncos y cañas se<br />

inclinaban <strong>de</strong> todos <strong>la</strong>dos.<br />

¡Qué susto para el pobre patito! Inclinó <strong>la</strong> cabeza para meter<strong>la</strong> bajo el agua, pero, en aquel<br />

mismo momento, vio a su <strong>la</strong>do un horrible perrazo, con <strong>la</strong> lengua fuera y una expresión atroz en los<br />

ojos. A<strong>la</strong>rgó el hocico hacia el patito, le enseñó sus agudos dientes y, ¡p<strong>la</strong>s, p<strong>la</strong>s!, se alejó sin<br />

tocarlo.<br />

“¡A Dios gracias —suspiró el pato—, soy tan feo que ni el perro quiere mor<strong>de</strong>rme!”.<br />

Y se estuvo muy quietecito, en silencio, mientras los perdigones silbaban por entre <strong>la</strong>s cañas y<br />

resonaban sin cesar los disparos.<br />

Hasta muy avanzado el día, no se restableció <strong>la</strong> calma, pero el pobre patito seguía sin atreverse<br />

a salir. Esperó aún varias horas, luego echó un vistazo a su alre<strong>de</strong>dor y escapó <strong>de</strong>l pantano lo más<br />

aprisa que pudo. Corrió a través <strong>de</strong> campos y prados, bajo una furiosa tempestad que casi no le<br />

permitía avanzar.<br />

Al anochecer llegó a una miserable choza <strong>de</strong> campesinos, tan vieja y ruinosa que no sabía <strong>de</strong><br />

qué <strong>la</strong>do caer, y por eso se sostenía en pie. El viento sop<strong>la</strong>ba con tal fuerza que el patito se vio<br />

obligado a <strong>de</strong>tenerse y arrimarse a <strong>la</strong> cabaña: todo iba <strong>de</strong> mal en peor. Entonces notó que <strong>la</strong> puerta<br />

se había salido <strong>de</strong> uno <strong>de</strong> los goznes y <strong>de</strong>jaba espacio para penetrar en el interior; y esto es lo que<br />

hizo.<br />

Vivía en <strong>la</strong> choza una vieja con su gato y su gallina. El gato, al que l<strong>la</strong>maba “hijito”, sabía<br />

arquear el lomo y ronronear, e incluso echar chispas si se le frotaba a contrapelo. La gallina tenía<br />

<strong>la</strong>s patas tan cortas, que <strong>la</strong> vieja <strong>la</strong> l<strong>la</strong>maba “Paticorta”; pero ponía unos huevos preciosos, y <strong>la</strong><br />

buena mujer <strong>la</strong> quería <strong>com</strong>o a una hija.<br />

Por <strong>la</strong> mañana <strong>de</strong>scubrieron al patito forastero. El gato <strong>com</strong>enzó a ronronear, y <strong>la</strong> gallina, a cacarear.<br />

—¿Qué ocurre? —dijo <strong>la</strong> mujer mirando a su alre<strong>de</strong>dor. Como era corta <strong>de</strong> vista, creyó que se<br />

trataba <strong>de</strong> alguna pata gran<strong>de</strong> que se habría extraviado—. ¡Un buen hal<strong>la</strong>zgo! Ahora tendré huevos<br />

<strong>de</strong> pata. ¡Con tal que no sea un macho! Veremos.<br />

Y puso al patito a prueba por espacio <strong>de</strong> tres semanas, pero los huevos no aparecían.<br />

El gato era el dueño y señor <strong>de</strong> aquel<strong>la</strong> casa, y <strong>la</strong> gallina, <strong>la</strong> dueña, y los dos tenían <strong>la</strong> costumbre<br />

<strong>de</strong> <strong>de</strong>cir: “¡Nosotros y el mundo!”, pues estaban convencidos <strong>de</strong> que ellos eran <strong>la</strong> mitad <strong>de</strong>l<br />

universo, y aun <strong>la</strong> mejor <strong>de</strong> <strong>la</strong>s dos mita<strong>de</strong>s. El patito pensaba que podía opinarse <strong>de</strong> otro modo,<br />

pero <strong>la</strong> gallina no le <strong>de</strong>jaba hab<strong>la</strong>r.<br />

—¿Sabes poner huevos? —le preguntó.<br />

—No.<br />

—¡Entonces haz el favor <strong>de</strong> cal<strong>la</strong>rte!<br />

Y el gato añadió:<br />

—¿Sabes arquear el lomo? ¿Sabes ronronear y echar chispas?<br />

—No.<br />

—Entonces no tienes <strong>de</strong>recho a opinar cuando hab<strong>la</strong>n personas sensatas.<br />

Y el patito fue a acurrucarse, muy triste, en un rincón; pero <strong>de</strong> pronto penetraron en <strong>la</strong><br />

habitación un aire fresco y <strong>la</strong> luz <strong>de</strong>l sol, y le entraron tales <strong>de</strong>seos <strong>de</strong> irse a nadar, que no pudo<br />

reprimirse y se lo dijo a <strong>la</strong> gallina.<br />

—¡Qué cosas se te ocurren! —repuso ésta—. Como estás sin hacer nada, te entran estos antojos.<br />

Pon huevos o ronronea, y se te pasarán los caprichos.<br />

—¡Pero es tan bonito nadar! —exc<strong>la</strong>mó el patito— ¡y tan agradable zambullirte <strong>de</strong> cabeza y<br />

hundirte hasta el fondo!<br />

—¡Vaya gusto! —replicó <strong>la</strong> gallina—. Yo creo que te has vuelto loco. Pregúntale al gato, que es<br />

<strong>la</strong> persona más sensata que conozco, si le gusta nadar o zambullirse en el agua. Pregúntale a nuestra<br />

vieja ama; en el mundo entero no hay nadie más inteligente. ¿Crees que le apetece nadar y que el<br />

agua le cubra <strong>la</strong> cabeza?<br />

—¡No me <strong>com</strong>prendéis!

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!