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Las estaciones de la imaginación - rodriguezalvarez.com

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19. PRIMEROS ATISBOS DEL RE-SURGIR VITAL FRENTE A LA RESISTENCIA NATURAL Y LA INERCIA SOCIAL<br />

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al jardín. Todavía era muy temprano. Sus padres estaban dormidos, pero ya había<br />

pájaros por el césped.<br />

Se escondió <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> unos arbustos para observarlos. Después <strong>de</strong> un rato<br />

empezó a avanzar sigilosamente. El camisón se le enredó en <strong>la</strong>s ramas y se rasgó.<br />

Cuando uno <strong>de</strong> los pájaros se acercó mucho a el<strong>la</strong>, saltó hacia él y lo atrapó: en<br />

ese preciso momento supo que había <strong>de</strong>jado <strong>de</strong> ser una niña y que nunca tendría<br />

que volver a serlo.<br />

El pájaro era algo ciertamente rico, pero <strong>de</strong>cidió no <strong>com</strong>érselo y se puso al sol<br />

boca arriba <strong>la</strong>miéndose <strong>la</strong>s patas. Luego se sentó y se <strong>la</strong>vó <strong>la</strong> cara. Al cabo <strong>de</strong> un<br />

rato <strong>de</strong>cidió ir a casa <strong>de</strong> <strong>la</strong> señora Tinsley para ver si le daba algo <strong>de</strong> <strong>de</strong>sayunar.<br />

Trepó a lo alto <strong>de</strong> <strong>la</strong> tapia y corrió por encima hasta el tejado <strong>de</strong>l garaje. Des<strong>de</strong> allí<br />

bajó por el emparrado al patio trasero <strong>de</strong> <strong>la</strong> señora Tinsley. Oyó ruidos en <strong>la</strong><br />

cocina, así que se subió a <strong>la</strong> puerta y miró <strong>de</strong>ntro. Luego hizo: “¡Miauu...!”. Tuvo<br />

que repetirlo varias veces antes <strong>de</strong> que <strong>la</strong> señora Tinsley se acercara y <strong>la</strong> viese.<br />

—¡Mira que gatita más preciosa!—, dijo <strong>la</strong> señora Tinsley, y l<strong>la</strong>mó a su marido<br />

y a su hermana. Ellos acudieron y vieron <strong>la</strong> pequeña gatita gris con una pata<br />

levantada rascando <strong>la</strong> puerta. Naturalmente, <strong>la</strong> <strong>de</strong>jaron entrar y pronto Michina<br />

estaba <strong>la</strong>miendo un p<strong>la</strong>tillo lleno <strong>de</strong> leche. Se pasó el día durmiendo, enroscada en<br />

un cojín, y por <strong>la</strong> noche le dieron una taza <strong>de</strong> hígado crudo que estaba <strong>de</strong>licioso.<br />

Después <strong>de</strong> cenar <strong>de</strong>cidió volver a casa, pero el señor Tinsley <strong>la</strong> vio en <strong>la</strong> puerta<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong> cocina, y en vez <strong>de</strong> abrirse<strong>la</strong>, <strong>la</strong> cogió y <strong>la</strong> encerró en el sótano. Esto no era,<br />

en absoluto, lo que quería Michina, y lloró durante toda <strong>la</strong> noche.<br />

Por <strong>la</strong> mañana <strong>la</strong> <strong>de</strong>jaron subir, y le dieron un gran tazón <strong>de</strong> leche. Cuando se lo<br />

hubo bebido, se quedó esperando en <strong>la</strong> cocina hasta que <strong>la</strong> señora Tinsley abrió <strong>la</strong><br />

puerta para salir al patio. Entonces echó a correr tan rápido <strong>com</strong>o pudo por entre los<br />

pies <strong>de</strong> <strong>la</strong> señora Tinsley y escaló hasta lo más alto <strong>de</strong>l tejado <strong>de</strong>l garaje. Des<strong>de</strong> arriba<br />

se quedó mirando a <strong>la</strong> señora Tinsley, que <strong>la</strong> l<strong>la</strong>maba: “Michi, Michi, Michina”.<br />

Entonces se volvió y echó a correr en dirección opuesta. Pronto llegó a su propio<br />

jardín. Se subió a todas <strong>la</strong>s puertas y miró <strong>de</strong>ntro. Había policías <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> <strong>la</strong> casa con<br />

su padre y su madre. Sostenían en <strong>la</strong> mano el camisón rasgado <strong>de</strong> Michina, y su madre<br />

lloraba y gemía. Nadie prestó <strong>la</strong> más mínima atención a Michina.<br />

Regresó entristecida a casa <strong>de</strong> <strong>la</strong> señora Tinsley y allí permaneció varias semanas.<br />

A veces iba a dar una vuelta por su verda<strong>de</strong>ra casa y miraba <strong>com</strong>o antes por<br />

<strong>la</strong>s cerraduras <strong>de</strong> <strong>la</strong>s puertas, y a veces veía a su madre o a su padre. Pero parecían<br />

muy distintos a <strong>com</strong>o eran antes; e incluso aunque se dieran cuenta <strong>de</strong> su presencia,<br />

nunca iban a abrir <strong>la</strong> puerta para <strong>de</strong>jar<strong>la</strong> entrar.<br />

Estaba bien no tener que ir al colegio, y los señores Tinsley eran muy buenos<br />

con el<strong>la</strong>, pero Michi quería a sus padres más que a ninguna otra persona y quería<br />

estar con ellos.<br />

Los Tinsley <strong>la</strong> <strong>de</strong>jaban salir siempre que quería, porque siempre volvía. Iba a su<br />

casa por <strong>la</strong> noche y veía por <strong>la</strong> ventana a su padre, solo, sentado leyendo el<br />

periódico. Así fue <strong>com</strong>o supo que su madre ya se había ido. Aunque maul<strong>la</strong>se y<br />

apretase sus patitas contra <strong>la</strong> ventana, su padre no le prestaba atención y sabía que

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