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LA ZONA MUERTA - www.moreliain.com

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clases mientras él se afanaba con sus pruebas. Los estudiantes que cuando ella<br />

había empezado a enseñar habían sido principiantes medios y torpes ya eran<br />

alumnos de tercer año. A las chicas de tórax liso se les había desarrollado el<br />

busto. Los novatos que no habían sabido orientarse por el edificio jugaban ahora<br />

al baloncesto en el equipo de primera categoría que representaba a la escuela.<br />

La segunda guerra árabe-israelí empezó y llegó a su fin. El boicot petrolero<br />

empezó y llegó a su fin. El precio de la gasolina se disparó y no volvió a bajar.<br />

Vera Smith se convenció de que Cristo saldría de debajo de la tierra en el Polo<br />

Sur. Esta certidumbre descansaba sobre un nuevo panfleto (diecisiete páginas,<br />

precio 4,50 dólares) titulado God's Tropical Underground, o sea, «El subterráneo<br />

tropical de Dios». La asombrosa hipótesis del panfletista consistía en que el cielo<br />

estaba en realidad bajo nuestros pies y en que la vía de acceso más fácil era el<br />

Polo Sur. Una de las secciones del panfleto trataba sobre «Experiencias<br />

parapsicológicas de los exploradores del Polo Sur».<br />

Herb le recordó que menos de un año atrás ella había estado convencida de<br />

que el cielo se hallaba en algún punto del espacio exterior, muy probablemente<br />

girando en torno de Arturo.<br />

–Ciertamente me resultaría mucho más fácil creer aquello que esta absurda<br />

patraña sobre el Polo Sur –le dijo–. Al fin y al cabo, la Biblia dice que el cielo<br />

está en el firmamento. Ese lugar tropical situado bajo tierra está<br />

presuntamente...<br />

–¡Basta! exclamó ella enérgicamente, con los labios apretados hasta formar<br />

una fina línea blanca–. No tienes por qué burlarte de lo que no entiendes.<br />

–No me burlaba, Vera –respondió Herb afablemente.<br />

–Dios sabe por qué el descreído hace escarnio y el pagano se enfurece –<br />

afirmó ella.<br />

Tenía ese brillo inexpresivo en sus ojos. Estaban sentados a la mesa de la<br />

cocina, Herb con un viejo perno en J de fontanería frente a él, Vera con una pila<br />

de números antiguos de la National Geographic que había reunido para buscar<br />

fotos y crónicas del Polo Sur. Fuera, las nubes inquietas se desplazaban de<br />

Oeste a Este y las hojas llovían de los árboles. Corrían los primeros días de

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