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LA ZONA MUERTA - www.moreliain.com

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Johnny estaba hablando por teléfono. Primero llamó a la operadora de<br />

información y después al Ayuntamiento de Castle Rock. Marcó el número<br />

lentamente, con la cabeza palpitante.<br />

Herb salió de la sala y lo miró con curiosidad.<br />

–¿A quién llamas, hijo?<br />

Johnny meneó la cabeza y escuchó cómo el teléfono sonaba en el otro<br />

extremo de la línea. Levantaron el auricular.<br />

–Oficina del sheriff de Castle Rock.<br />

–Comuníqueme con el sheriff Bannerman, por favor.<br />

–¿Puede darme su nombre?<br />

–John Smith, de Pownal.<br />

–Un momento, por favor.<br />

Johnny se volvió para mirar el televisor y vio a Bannerman tal <strong>com</strong>o se había<br />

mostrado esa tarde, enfundado en un grueso anorak con las insignias de su<br />

cargo en los hombros. Parecía incómodo y hostigado a medida que contestaba<br />

las preguntas de los periodistas. Era un hombre de espaldas anchas, con una<br />

cabezota en declive coronada por una cabellera rizada y oscura. Sus gafas sin<br />

montura parecían desentonar extrañamente, <strong>com</strong>o parece ocurrir siempre con<br />

los hombres muy corpulentos.<br />

–Tenemos varias pistas –dijo Bannerman en la pantalla del televisor.<br />

–¿Sí? ¿Señor Smith? –dijo Bannerman por el auricular. Nuevamente esa<br />

extraña sensación de duplicación. Bannerman estaba en dos lugares al mismo<br />

tiempo. Dos tiempos al mismo tiempo, si querías enfocarlo desde ese ángulo.<br />

Johnny experimentó un acceso de vértigo incontrolable. Sentía lo mismo que se<br />

siente, y que Dios le ayudara, en uno de esos vulgares juegos de feria, la rueda<br />

del diablo o el látigo.<br />

–¿Señor Smith? ¿Está ahí, hombre?<br />

–Sí, aquí estoy –tragó saliva–. He cambiado de idea.<br />

–¡Le felicito! Me alegra mucho la noticia.<br />

–No es seguro que pueda ayudarle, ya sabe.<br />

–Lo sé. Pero... quien no arriesga no gana –Bannerman se aclaró la garganta–

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