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LA ZONA MUERTA - www.moreliain.com

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fugado una vez del hogar y había conseguido llegar a Boston. Tanto Bannerman<br />

<strong>com</strong>o la policía estatal suponían que había tratado de hacer autostop... y que el<br />

asesino la había recogido en su auto. Un deshielo de mediados de invierno<br />

había dejado al descubierto su cadáver cerca del arroyo Strimmer, donde lo<br />

habían hallado los dos niños. El médico forense del estado calculó que hacía<br />

dos meses que estaba muerta.<br />

Después, ese 2 de noviembre, se había perpetrado otro asesinato. La víctima<br />

había sido Etta Ringgold, una maestra de la escuela primaria de Castle Rock,<br />

muy estimada por todos.<br />

Era miembro vitalicio de la iglesia metodista local, tenía un título de master en<br />

educación elemental y participaba activamente en las obras de caridad locales.<br />

Le gustaban los libros de Robert Browning, y habían encontrado su cuerpo<br />

metido en una alcantarilla que pasaba debajo de una carretera secundaria sin<br />

asfaltar. El escándalo generado por el asesinato de la señorita Ringgold había<br />

repercutido por todo el norte de New England. Se hicieron <strong>com</strong>paraciones con el<br />

caso de Albeas DeSalvo, el estrangulador de Boston.:. y dichas <strong>com</strong>paraciones<br />

no contribuyeron a derramar aceite sobre las aguas encrespadas. El Union-<br />

Leader de William Loeb, que se publicaba en la no muy lejana Manchester, en<br />

New Hampshire, publicó un servicial artículo de fondo titulado Los POLICÍAS<br />

INÚTILES DE NUESTRO ESTADO HERMANO.<br />

El artículo de ese suplemento dominical, que era de hacía tres semanas y que<br />

olía fuertemente a cobertizo y a leñera, citaba las opiniones de dos psiquiatras<br />

locales que habían evaluado gustosamente la situación con la única condición<br />

de que no se publicaran sus nombres. Uno de ellos mencionaba una aberración<br />

sexual específica: la necesidad de <strong>com</strong>eter un acto violento a la hora del<br />

orgasmo. Fantástico, pensó Johnny, mientras hacía una mueca. Las<br />

estrangulaba mientras gozaba. Le dolía cada vez más la cabeza.<br />

El otro psiquiatra subrayaba el hecho de que los cinco asesinatos habían sido<br />

perpetrados a fines de otoño o <strong>com</strong>ienzos de invierno. Y si bien la personalidad<br />

maníaco.depresiva no se ceñía a un esquema fijo, era bastante <strong>com</strong>ún que los<br />

cambios de humor de esos individuos coincidieran con los cambios de estación.

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