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LA ZONA MUERTA - www.moreliain.com

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Gloucester.<br />

–Su marido era un médico excelente pero cuando se trataba de los arreglos<br />

de la casa era un chapucero –<strong>com</strong>entó Herb. Charlene y Vera habían sido<br />

amigas antes de que ésta se <strong>com</strong>prometiera con las ramificaciones más<br />

excéntricas del fanatismo religioso. Entonces se habían distanciado. El marido<br />

de Charlene, médico clínico, había muerto de un ataque al corazón en 1973–. La<br />

casa se estaba derrumbando prácticamente sobre su cabeza –prosiguió Herb–.<br />

Es lo menos que puedo hacer por ella. Voy los sábados y me da de cenar antes<br />

de dejarme partir. Sinceramente, Johnny, cocina mejor que tú.<br />

–También es más guapa que yo <strong>com</strong>entó Johnny discretamente.<br />

–Sí, es una mujer atractiva, pero no se trata de eso, Johnny. Aún no hace un<br />

año que ha fallecido tu madre...<br />

Sin embargo Johnny sospechaba que tal vez sí se trataba de eso, e<br />

íntimamente no podría haberse sentido más regocijado. No le gustaba la idea de<br />

que su padre envejeciera solo.<br />

En la televisión, Walter Cronkite presentaba las noticias políticas de la noche.<br />

Ahora que habían terminado las elecciones primarias y que faltaban pocas<br />

semanas para que se reunieran los <strong>com</strong>promisarios, parecía que Jimmy Carter<br />

se había asegurado la candidatura demócrata. Era Ford quien le disputaba su<br />

supervivencia política a Ronald Reagan, el ex gobernador de California y ex<br />

animador del «GE Theater». La puja era tan reñida que los periodistas<br />

<strong>com</strong>putaban los delegados uno por uno, y Sarah Hazlett había escrito en una de<br />

sus esporádicas cartas: «Walt ruega a Dios (¡y al diablo!) que gane Ford. En su<br />

condición de candidato al senado del Estado ya piensa en la posibilidad de<br />

conquistar su escaño colgado de los faldones del triunfador. Y dice que Reagan<br />

no tiene faldones, por lo menos en Maine.»<br />

Mientras trabajaba <strong>com</strong>o cocinero en Kittery, Johnny se había acostumbrado<br />

a viajar un par de veces por semana a Dover o a Portsmouth o alguna de las<br />

otras pequeñas ciudades circundantes de New Hampshire. Todos los candidatos<br />

a presidente iban y venían, y ésa era una oportunidad única para verlos de<br />

cerca, sin la pompa casi monárquica que podría rodearles más tarde. Eso se

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