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LA ZONA MUERTA - www.moreliain.com

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Depositó la cesta de picnic sobre el piso del Mercedes y enderezó hacia el<br />

sureste rumbo a la 1-95. Hasta ese instante todo estaba claro. Pero entonces<br />

empezaron a infiltrarse otros elementos. Primero la imagen de su madre en el<br />

lecho de muerte. El rostro de su madre, crispado en una mueca estereotipada, la<br />

mano agarrotada <strong>com</strong>o una zarpa sobre la colcha, la voz que parecía brotar de<br />

una boca llena de algodón.<br />

»¿Acaso no te lo advertí? ¿No te dije que era así?<br />

Johnny elevó el volumen de la radio. De los altavoces del Mercedes surgió<br />

una buena pieza de rock and roll. Él había pasado cuatro años y medio<br />

durmiendo pero el rock and roll seguía sano y salvo, muchas gracias. Johnny<br />

a<strong>com</strong>pañó la cancion.<br />

»Él te reserva una misión. No huyas de Él, Johnny.<br />

La radio no bastaba para eclipsar la voz de su madre muerta. Su madre<br />

muerta diría lo que tenía que decir. Incluso desde más allá de la tumba diría lo<br />

que tenía que decir, por muy alta que estuviese la radio.<br />

»No te escondas en una cueva ni lo obligues a enviar un pez gigantesco para<br />

que te devore.<br />

Pero le había devorado un pez gigantesco. No se llamaba Leviatán, sino<br />

<strong>com</strong>a. Había pasado cuatro años y medio en el negro vientre de ese pez y con<br />

eso le bastaba.<br />

Apareció la rampa de entrada de la autopista... y después quedó atrás.<br />

Estaba tan ensimismado en sus pensamientos que había seguido de largo. Los<br />

viejos fantasmas se resistían a dejarle en paz. Bueno, apenas encontrara un<br />

lugar apropiado daría media vuelta y cambiaría de sentido.<br />

»No se trata del alfarero sino de la arcilla del alfarero.<br />

–Oh, vamos –masculló. Debía quitarse esa bazofia de la cabeza, y nada más.<br />

Su madre había sido víctima de la locura religiosa. No era una forma muy<br />

benévola de plantearlo, pero desde luego era cierto. Un cielo en la constelación<br />

de Orión, ángeles que pilotaban platillos volantes, un reino bajo la tierra. A su<br />

manera, había estado por lo menos tan chiflada <strong>com</strong>o Greg Stillson lo estaba a<br />

la suya.

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