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LA ZONA MUERTA - www.moreliain.com

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–¿Puede ofrecernos una estimación de las probabilidades que tiene de<br />

recuperarse? –preguntó Herb.<br />

El doctor Strawns vaciló, y le dio una chupada nerviosa a su cigarrillo.<br />

–No, no puedo –contestó al fin.<br />

5.<br />

Los tres esperaron una hora más y después se fueron. Había oscurecido. Se<br />

había levantado un viento frío y borrascoso que silbaba a través del vasto<br />

aparcamiento. La larga cabellera de Sarah flameaba detrás de ella. Más tarde,<br />

cuando llegara a su casa, encontraría una crujiente hoja amarilla de roble<br />

atrapada entre el pelo. La luna se desplazaba por el cielo, <strong>com</strong>o un frío<br />

navegante de la noche.<br />

Sarah introdujo un fragmento de papel en la mano de Herb. En él había<br />

escrito su dirección y su número de teléfono.<br />

–¿Me llamará si tiene alguna noticia? ¿Cualquier noticia?<br />

–Sí, desde luego. –Se inclinó súbitamente y la besó en la mejilla, y Sarah le<br />

retuvo un momento el hombro en medio de la oscuridad azotada por el viento.<br />

–Siento mucho haber sido tan hosca con usted, querida –dijo Vera, con tono<br />

sorprendentemente afable–. Estaba ofuscada.<br />

–Claro que sí –asintió Sarah.<br />

–Pensé que mi hijo podía morir. Pero he rezado. He hablado con Dios de ello.<br />

Como dice la canción: «¿Nos sentimos débiles y abrumados? ¿Oprimidos por<br />

incontables pesares? Nunca debemos desalentarnos. Elevemos nuestras preces<br />

al Señor».<br />

–Debemos irnos –intervino Herb–. Es hora de que durmamos un poco y<br />

después veremos cómo pintan las cosas...<br />

–Pero ahora he oído la palabra de mi Dios –continuó Vera, mirando la luna<br />

con expresión soñadora–. Johnny no va a morir. La muerte de Johnny no entra<br />

en los planes de Dios. He escuchado y he oído esa vocecilla queda que habla<br />

dentro de mi corazón, y me siento reconfortada.<br />

Herb abrió la portezuela del coche.

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