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LA ZONA MUERTA - www.moreliain.com

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–Por favor, Johnny.<br />

Eran las once y cuarto. Acababan de apagar el televisor, situado en el otro<br />

extremo de la habitación. Johnny y Sam habían mirado juntos la filmación, que<br />

había ocupado la segunda parte del telediario, inmediatamente a continuación<br />

de las leyes vetadas por Ford. Mi historia fue más teatral, pensó Johnny con<br />

morboso regocijo. Las imágenes de un republicano calvo que recitaba<br />

perogrulladas acerca del presupuesto nacional no podían <strong>com</strong>petir con las que<br />

el operador de la cadena WABI había rodado un rato antes. La filmación<br />

terminaba cuando Dussault arremetía con la medalla de su hermana apretada<br />

en el puño y luego se desplomaba sin conocimiento, aferrándose a la reportera<br />

tal <strong>com</strong>o un náufrago podría aferrarse a una brizna de paja.<br />

Cuando el director del telediario abordó el tema del perro de policía y de los<br />

doscientos kilos de marihuana, Weizak salió un momento y volvió con la noticia<br />

de que la centralita del hospital se había saturado de llamadas para él aun antes<br />

de que terminara el telediario. La enfermera con los medicamentos apareció<br />

pocos minutos después, lo cual le hizo pensar a Johnny que Sam no había<br />

salido de la habitación sólo para verificar el número de llamadas.<br />

En ese instante sonó el teléfono.<br />

Weizak maldijo entre dientes.<br />

–Les ordené que no le <strong>com</strong>unicaran con nadie. No conteste, John. Yo...<br />

Pero Johnny ya había levantado el auricular. Escuchó un momento y después<br />

asintió con un movimiento, de cabeza.<br />

–Sí, ha hecho bien.–Cubrió el micrófono con la mano–. Es mi padre –explicó.<br />

Volvió a levantar la mano del micrófono–. Hola, papá. Supongo que has... –<br />

Escuchó. La sonrisita que aleteaba en su boca se disipó y fue sustituida por una<br />

expresión de creciente horror. Movió los labios en silencio.<br />

–¿Qué pasa, John? –preguntó Weizak enérgicamente.<br />

–Está bien, papá –asintió Johnny, casi con un susurro–. Sí. En el Cumberland<br />

General. Sé donde está. Un poco antes de llegar a Jerusalem's Lot. De acuerdo.<br />

Está bien, papá...<br />

Se le quebró la voz. No lloraba pero tenía los ojos brillantes.

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