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LA ZONA MUERTA - www.moreliain.com

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–Caballero, el Estado me prohíbe aceptar apuestas superiores a dos dólares<br />

sobre un solo número.<br />

–Vamos –gruñó Bernhardt... También le prohíbe aceptar apuestas superiores<br />

a diez dólares sobre las decenas, y hace un momento le permitió apostar<br />

dieciocho. ¿Qué pasa? ¿Empiezan a sudarle las pelotas?<br />

–No, sólo se trata...<br />

–Vamos –espetó Johnny bruscamente–. Decídase en un sentido u otro. Mi<br />

amiga está indispuesta.<br />

El crupier estudió la concurrencia. Esta le devolvió la mirada con expresión<br />

hostil. Nadie entendía que ese tipo no hacía más que tirar su dinero y que él<br />

intentaba frenarlo. Joder. A esa gente no la conformaría nada de lo que él<br />

hiciera. Pues entonces lo mejor sería que el tipo se pusiera cabeza abajo si eso<br />

era lo que quería y que perdiera su dinero y así él podría cerrar la barraca por<br />

esa noche.<br />

–Bueno –dijo–, con la condición de que ninguno de ustedes sea un inspector<br />

del Estado... –Giró hacia su Rueda–. Va a dar vueltas y vueltas y nadie sabe<br />

dónde se detendrá.<br />

Empujó la Rueda, y los números se borraron inmediatamente. Durante un<br />

lapso que pareció más largo de lo que en realidad podría haber sido, no se oyó<br />

más que el zumbido de la Rueda de la Fortuna, el aleteo de una lona que el<br />

viento nocturno agitaba en alguna parte, y el sordo retumbar dentro de la cabeza<br />

de Sarah. Esta rogaba interiormente que Johnny la rodeara con el brazo, pero él<br />

se limitó a permanecer callado con las manos apoyadas sobre la mesa de juego<br />

y los ojos fijos en la Rueda, que parecía resuelta a seguir girando eternamente.<br />

Por fin perdió suficiente velocidad <strong>com</strong>o para que ella pudiera leer los<br />

números y vio el 19, con el 1 y el 9 pintados de rojo brillante sobre un fondo<br />

negro. Arriba y abajo, arriba y abajo. El uniforme zumbido de la Rueda se<br />

fragmentó en un sistemático tica-tica-tica que sonaba con mucha fuerza en<br />

medio del silencio.<br />

Ahora los números desfilaban frente al indicador con decreciente<br />

premeditación.

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