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LA ZONA MUERTA - www.moreliain.com

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monedas de veinticinco a la que él había puesto. Sarah soltó un gritito, casi sin<br />

notar que el crupier barría los diez centavos–. Te advertí que ésta es mi noche<br />

de suerte –agregó Johnny.<br />

–Dos veces es suerte, una es sólo una casualidad –<strong>com</strong>entó el crupier–. Je,<br />

je, je.<br />

–Otra vez, Johnny –dijo ella. –De acuerdo.<br />

–¿Lo dejamos donde está? –Sí.<br />

El crupier accionó nuevamente la Rueda, y mientras ésta giraba Sarah le<br />

susurró a Johnny:<br />

–¿Estas ruedas de feria no tienen trampa, todas ellas?<br />

–Antes la tenían. Ahora el estado las inspecciona y se conforman con el<br />

vergonzoso exceso de probabilidades a favor. La Rueda había perdido velocidad<br />

y se aproximaba a su tictac final. El indicador pasó el 10 y entró en la decena de<br />

Johnny, siempre frenando.<br />

–¡Vamos, vamos! –gritó Sarah.<br />

Dos adolescentes que se encaminaban hacia la salida se detuvieron.<br />

El indicador de madera, que ahora se desplazaba muy lentamente, pasó el 16<br />

y el 17, y fue a detenerse en el 18.<br />

–El caballero ha vuelto a ganar. –El crupier agregó otras seis monedas de<br />

veinticinco centavos a la pila de Johnny.<br />

–¡Eres rico! –alardeó Sarah, y le besó en la mejilla.<br />

–Tiene una buena racha, amigo –asintió con entusiasmo el crupier–. Y nadie<br />

se retira cuando está ganando. Je, je je.<br />

–¿Quieres que continúe? –le preguntó Johnny a Sarah.<br />

–¿Por qué no?<br />

–Sí, adelante, hombre –exclamó uno de los adolescentes. Llevaba en la<br />

chaqueta un botón con la efigie de Jimmy Hendrix . Esta noche ese fulano me<br />

timó cuatro dólares. Me encantaría verlo morder el polvo.<br />

–Entonces tú también –le dijo Johnny a Sarah. Le dio la moneda impar de su<br />

pila de nueve. Después de vacilar un momento, ella la depositó sobre el 21. Los<br />

números aislados se pagaban a razón de diez por uno, anunciaba el tablero.

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