08.05.2013 Views

LA ZONA MUERTA - www.moreliain.com

LA ZONA MUERTA - www.moreliain.com

LA ZONA MUERTA - www.moreliain.com

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

–A Cleaves Mills–respondió Johnny–. Calle Mayor. Le mostraré dónde.<br />

–Debo aplicarle un recargo del cincuenta por ciento sobre la tarifa –dijo el<br />

taxista–. No me gusta hacerlo, pero volveré sin pasajeros desde allí.<br />

La mano de Johnny se cerró distraídamente sobre el fajo de billetes que<br />

llevaba en el bolsillo del pantalón. Trató de recordar si alguna otra vez había<br />

tenido tanto dinero encima. Una vez. Había <strong>com</strong>prado un Chevy de dos años de<br />

antigüedad por mil doscientos dólares. Por un capricho había pedido dinero en<br />

efectivo en la caja de ahorros, sólo para ver qué aspecto tenía semejante suma.<br />

No había sido algo excepcional, pero en cambio sí había sido prodigioso<br />

observar la expresión de asombro del vendedor de autos cuando Johnny le<br />

había puesto en la mano doce billetes de cien dólares. Pero este fajo de dinero<br />

no le hacía sentir nada feliz, sino sólo vagamente incómodo, y recordó la<br />

sentencia de su madre: El dinero que no has ganado con tu trabajo trae mala<br />

suerte.<br />

–Un recargo del cincuenta por ciento me parece bien –le contestó al taxista.<br />

–Por lo menos nos entendemos –manifestó el conductor con ánimo más<br />

locuaz–. Llegué enseguida porque había recibido una llamada de Riverside y<br />

cuando me presenté allí nadie reconoció haberla hecho.<br />

–¿De veras? –preguntó Johnny sin mucho interés.<br />

Las casas oscuras desfilaban velozmente. Había ganado quinientos dólares y<br />

nunca le había pasado algo ni remotamente parecido a eso. El olor espectral de<br />

caucho quemado... la sensación de estar reviviendo un episodio que se<br />

remontaba a su primera infancia... y aún experimentaba la premonición de que<br />

iba a ocurrir algo malo para <strong>com</strong>pensar lo bueno.<br />

–Sí, esos borrachos telefonean y después se arrepienten –continuó el taxista–<br />

. Odio a los malditos borrachos. Telefonean y después piensan que al fin y al<br />

cabo pueden tomar unas cuantas cervezas más. O mientras esperan gastan en<br />

bebidas el dinero que tenían reservado para pagarme, y cuando llego y<br />

pregunto: «¿Quién pidió un taxi?», no se dan por enterados.<br />

–Sí –contestó Johnny.<br />

A la izquierda fluía el río Penobscot, oscuro y aceitoso.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!